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14 de junio de 2016

Siete campanadas


Está tan presente la superstición, la religiosidad... A todas las horas en punta, en las medias horas. Como si no tuvieran cosas interesantes que hacer y tocar las campanas fuera su gran cometido.
Es normal que cuando tañen las campanas, piense en todos esos mitos supersticiosos o religiosos.
Pienso en la posibilidad de que Cristo hubiera existido.
Y sus masturbaciones. Yo me hacía pajas, me las hago si me place. No veo porque Jesús no se las hubiera hecho.
Pienso en Jesús como líder de una secta y el sexo gratis que le proporcionaría.
Y yo pienso en lo que he follado y follaré y no veo distinción alguna con el mesías y conmigo respecto al deseo sexual.
También imagino a la virgen María y sus risas cuando pensaba que aquellos ignorantes creían que el niño Jesús no salió de su coño.
Jesucristo dejó de trabajar para vivir cómodamente, sin penurias de un trabajo esclavo. Como un telepredicador latinoamericano en estos tiempos.
Yo opté por trabajar como un hombre, llegar cansado a casa y metérsela a mi mujer por el culo.
Imagino a José el carpintero pusilánime, soportando el acre olor de la menstruación añeja y sin aseo de su mujer "virgen".
Y en los chiflados que aquellas leyendas propagaron creyéndolas ciertas.
Las campanas hacen pensar, hacen ser lógico.
Tengo una notoria intuición y un conocimiento exacto y profundo del ser humano.
Son las siete de la tarde y el viento arrastra hasta aquí los tañidos de tiempos oscuros e ignorantes.
La muerte del nazareno, desmontó la gran mentira del mesías, murió como cualquier hombre, rabiando de dolor.
Humillado. Si existió, fue un justo castigo a su timo, a sus pretensiones mesiánicas.
Y con él se derrumbaban como un castillo de naipes todos sus milagros y bondades.
Sus secuaces mal disfrazaron a uno de los suyos para que no se acabara el espectáculo, la fama y el dinero fácil; pero nadie conocía al resucitado, nadie sabía quien era aquel tipo. Lo dicen los evangelios como si trataran un misterio oscuro como la propia ignorancia.
No había tecnología digital para retocar mesías y hacer creíble la mentira.
¿Por quién doblan las campanas? Por todas las mentiras que quieren convertir en verdad.
Tañéndolas miles de veces.
Que el hombre no muere, pasa a mejor vida, como Cristo. Así que ora, labora y paga para ganarte tu parcela celestial.
Aparte de esto, pienso en follar y se me pone dura sorpresivamente, debido a alguna feromona que arrastra el aire.
Soy un animal sin amo ni dios.
No soy un místico y las campanas, al fin y al cabo tampoco son totalmente inofensivas. Inocuas, solo provocan divertidas divagaciones.
Tal vez las campanas doblen por las ruinas de la hipócrita y cobarde ambición.
Lo único que dejan dioses y enviados, son escombros  por todas partes, en los lugares más recónditos.
El planeta no puede soportar tanta mentira y acaba desmoronándolas.
Las ermitas derruidas son mentiras viejas, la insostenible ignorancia.
Ego los absolvo porque no saben.
Porque no piensan, no pueden.


Iconoclasta
Foto de Iconoclasta, ermita de Sant Bartomeu de Ripoll.


10 de diciembre de 2015

AC - DC

Jesucristo y los siete enanitos




No es el nombre del grupo de rock heavy de los ochenta del siglo pasado. Me refiero a la forma de datar los tiempos de la historia según fuera antes y después de Cristo.
Esta forma de dividir las distintas épocas es una convención. Es el pago que tuvo que realizar la ciencia a la religión para poder enseñar y avanzar en conocimientos.
Porque si no fuera por esta división temporal, la iglesia hubiera quemado muchos herejes que no lo eran, como era su costumbre hacer hasta que las ciencias y la enseñanza comenzaron a estrangular la ciega fe. 
Negar los progresos tan evidentes de las ciencias y las humanidades, cuando la capacidad de leer y escribir estuvo al alcance de los humildes, hubiera sido un camino directo hacia la rebeldía.
A Dionisio el Exiguo, un monje del siglo VI en el año 525, le ordenó el  papa Juan I, poner fecha al nacimiento de Jesucristo. Y un fanático organizando la historia, es el peor negocio que pueda haber.
(Me gusta pensar con una sonrisa astuta, que el 525, es la fecha de creación de la biblia)
Jesucristo no existió, creer en él es un acto de fe. No hay documento alguno que lo nombre. Y los evangelios, son simples lecturas mitológicas (mucho más dulces que el antiguo testamento) como lo son las sagradas escrituras de Homero y Virgilio.
Así, que el antes y después del nazareno, es una convención como la de los colores de los semáforos: alguien eligió rojo para parar y verde para andar.
Nada más.
Sin embargo, esta datación mantiene la fe del ignorante con rango académico: hace creer a la gente sin demasiadas inquietudes intelectuales que Jesucristo tiene respaldo histórico, que es una figura verídica.
Es el más craso error.
El carbono 14 hace mucho que tumbó muchas mentiras, muchas reliquias y mucha ropa sucia.
Yo y los curas, sabemos muy bien que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad a los ojos del rebaño.
Cuando falla la fe, siempre quedan los OVNIs para saciar las necesidades de esperanza de los seres humanos. La esperanza para escapar a una vida plana, llena de mediocridades e incomprensiones.
Y es que el intelecto se ha sobrevalorado mucho en la especie humana, por rarezas como Einsteins, Da Vincis, Miguel Ángeles, Hawkins y Galileos.
Ellos no representan la capacidad intelectual de la  humanidad, son honrosas excepciones.
Por otra parte, la figura de Jesucristo, no se creó para salvar al hombre (redimirlo de su propia estupidez), cualquiera que haya leído la biblia con un mínimo de comprensión, sabrá que el viejo testamento es un compendio de amenazas y  glorificación del asesinato, la exterminación, la ira y la esclavitud. Es el manual del perfecto dictador o tirano.
La biblia es clara y tajante, no tiene misterio alguno en su apología del miedo y la esclavitud. Tiene como fin la opresión y el sometimiento de un pueblo sobre otro. 
Por eso es necesario que la lea un cura, que convierta esas afirmaciones y mandatos maquiavélicos en dulces eufimismos (en puras mentiras) para la ignorante masa humana.
Es deber del sacerdocio esconder el verdadero fin y propósito de las enseñanzas: que el esclavo respete al amo.
Porque "los hombres son de dura cerviz", dice tantas veces la biblia en nombre de Yahvé, el dios que se llama a sí mismo "celoso". Iracundo hasta el vómito.
Se necesitaba una figura que diera algo de bondad y dulcificara tanta miseria.
Así es como se inventó al personaje Jesucristo.
El día de navidad es una fiesta pagana, que celebraba el solsticio de invierno: indios coitando en las playas o frente a hogueras que los mantenga "calientitos" y embriagados con los hongos de sus regiones geográficas.
Como siempre han hecho todas las religiones, adaptaron las fechas clave de celebraciones populares para que el pueblo tuviera sus dosis periódicas de alegría. Las grandes religiones han gobernado el planeta durante miles de años, solo en época moderna se han constituido gobiernos laicos.
Es por así decirlo, como el tambor que alegra las horas al remero esclavo de las galeras.
Hoy además, están los deportes de masas y sus estrellas compitiendo con Jesucristo. Lo laico se va imponiendo poco a poco; pero en modo alguno van a ceder parte de su poder los privilegiados que nacieron con suerte.
Así que se puede decir que la clasificación en Antes y Después de Cristo, es una prostitución que tuvo que aceptar la ciencia para no ser aplastada por la religión, cuando en las manos de los curas, estaba el matar a cualquier ciudadano del mundo que no les besara el culo.
Hoy día hay referencias reales y precisas para datar la historia. La ciencia sigue arrastrando la miseria de la fe ciega y los ciudadanos siguen pensando que si hay un antes y después de Cristo, es que existió semejante individuo, semejante cuento.
Siguen engañando a los niños con esas ridículas fechas.
Y así se eterniza la ignorancia y se alimenta esa mentira repetida durante tantos miles de años.
No es casualidad, que la iglesia gaste ingentes cantidades de dinero en excavaciones arqueológicas, buscando aunque sea un miserable rastro de la existencia del nazareno. Las ventas de las nuevas biblias, quintuplicarían los beneficios de las grandes multinacionales en dos semanas.
Si se repitiera mil veces que Cristo se crió con siete enanitos en una cabaña de un bosque, la chusma pondría los nombres de los enanitos de Disney a sus hijos.
Es todo tan previsible, es tan sencillo en su burda ejecución, que me parece imposible que pueda pisotearse lo obvio argumentando mentira sobre mentira y nadie le preste demasiada atención.
La mentira de hoy, son los trabajadores y docentes del mañana.
Y el oscurantismo está matemáticamente codificado en las sintonías de los programas de telebasura.



Iconoclasta

13 de noviembre de 2015

Algo habrás hecho


Si Dios ha puesto en la tierra y en tu camino a un asesino, a un violador, el abuso, la enfermedad y la muerte de tu hijo; por algo será.

Algo habrás hecho.

Lo dice el juez, el médico y el policía y el sacerdote y el presidente y el empresario y el ciudadano de mierda ejemplar, mientras a sus espaldas hay una puerta cerrada donde aguarda un niño o una niña que esperan desnudos y sin saber que Dios quiere esas cosas: sus sexos y sus anos sangrando democrática, justa y devotamente.

Dios y el juez y el médico y el policía y el sacerdote y el presidente y el empresario y el ciudadano de mierda los quieren desnudos para ellos.

O muertos.

Porque algo habrán hecho.

Como mueren quemados y a tiros los que protestan en tierras de santas creencias, y borracheras ignorantes; porque algo habrán hecho, porque pensar es malo. Porque no se contesta a tu amo. Porque "nacimos perros para obedecer" dicen. "Y ellos si no quieren morir, que callen; como nosotros cobardes", insisten.

Celebrad la Pascua y la Navidad.

Y el culo de un niño o una niña que sangra porque algo habrán hecho y por ello algo les han metido. Seguramente serán los hijos de otro, que también algo habrá hecho.

Celebra la democracia y su voto mediocre e ignorante.

Celebra los designios inescrutables del puto Dios y sus perros adiestrados. Y rinde pleitesía a los penes erectos, sucios de la sangre infantil y la de inocentes, tótems de la justa retribución.



Iconoclasta


25 de febrero de 2015

Un sueño y una mentira


Hay un sueño en el que respiramos  juntos.
Caminantes cansados que se tienden a la sombra de un árbol escuchando las hojas agitadas por la bendita brisa.
Como tu vestido liviano que el aire azota dulcemente para mostrar el asomo de un pecho, de un muslo, un fragmento seductor de tu cadera...
Esas dos rendijas hermosas... Dos sonrisas que forman tus exóticos ojos cerrados. Espero el momento casi indecente de deseo, en que los abras y me mires.
No muevo la mano de tu espalda, apenas respiro. Soy cuidadoso, amor.
Es ese momento que nunca se olvida, cuando todo está bien. Es lo que buscamos largo tiempo.
La paz y la serenidad de ser nosotros. Y el mundo pasa muy por encima de nuestro amor, como si no pudiera arrasarlo. Somos trinchera y somos piel revuelta.
Los monstruos que azotan amor y felicidad, quedaron allá gritando su vanidad, soberbia y envidia tras un vidrio que no pueden romper. Mudos, inexistentes.
Sé que oyes mi corazón, como siento tus pulmones en mi mano.
Ya estamos, ya llegamos. Es hora de sonreír.
Lo alcanzamos.
Tu respiración me acaricia y mi corazón un motor que ronronea amor en tu mejilla.
¿Te parece bien si estamos aquí hasta la hora de cenar? Cuando sea de noche y el temor de que la luna combata la calidez, te susurraré si quieres una copa de buen vino.
Y caminaremos, pasearemos desapercibidos por calles iluminadas y musicales con estas sonrisas y tremendo amor.
Ya no sé si es mi sueño o el tuyo.
Y no sé donde estoy. Porque tú no me dejas ver nada que no seas tú.
Solo sé que no puedo quitar de mi mente tu piel descubierta por la lujuriosa brisa y la caricia de tu respiración.
Si alguna vez te pregunto si fue real, dime que sí. No puede hacer daño una mentira, mi diosa.
En un mundo de negaciones, tu afirmación salvará mi cordura.
No sabes cuánto te quiero...
Yo y mi brisa...
O tal vez, sí. Porque si este motor ronronea es por tu piel. Lo debes saber, cielo. Hay una sonrisa indecentemente hermosa en tu deseada boca.
Hay cosas que no se pueden olvidar y tú eres todas ellas.
Hay cosas que se olvidan porque tú arrasas con ellas, como un milagro.
¡Shh..., mi amor! Respira tranquila, descansa...
Te estoy amando y es absolutamente real.








Iconoclasta

25 de enero de 2015

Solo carnes


He probado las muchas carnes que hay. Yo no sé de la psique, soy demasiado simple, no soy más que un pedazo de carne con escasa sensibilidad, soy eminentemente visual y táctil. No capto complejos matices psicológicos.
Soy carnal porque sé que entre carne y huesos habita el pensamiento. Sin cuerpo no hay alma. Independientemente de lo que filósofos, novelas y películas cuenten.
Porque mi carne tiene la fuerza y la convicción de mi edad y por ello, de la experiencia.
Soy un experto carnicero que no vende, solo degusta, atesora y registra su sabiduría con cierta habilidad para escribir, provocar e impactar.
Mi carne no es humilde, se conforma con ser certera.
Mi carne no es superflua, arraiga tan profundamente en mi pesado esqueleto, casi patológico, que por horas y horas que me hicieran hervir, nadie conseguiría desprender la carne de los huesos.
No es algo habitual, no es casual. Es mi volición.
Tengo un catálogo de carnes intrincado entre mis tejidos: de sabores recios, amargas, dulces, suaves, duras, nerviosas, adulteradas, reales y volátiles.
Las hay complejas en su textura y en su dureza, las hay sencillas que apenas dejan un sabor o un aroma que se evapora con un simple adiós.
Las recuerdo todas, soy obstinado dándole importancia a la vida, aunque sea desagradable.
Pensamiento y carne es con lo que nacemos. Dicen que la carne llama a la carne, yo digo que no, que mi carne apenas busca, es encontrada. Mi carne está desarraigada del planeta, como si no fuera de aquí; pero las leyes naturales dictan sus normas reproductivas y al final, por puro instinto, estoy sometido a ellas.

Carne puta. La más sencilla de describir. Hay que comenzar con las cosas fáciles, porque a medida que avanza el tiempo, las cosas se complican, es la naturaleza de la propia carne.
Es una carne simple, sin sabor, como un chicle gastado que engaña un poco el apetito cuando hay hambre. La carne puta sacia sin dejar una huella emotiva, es puramente monetaria.
Es sincera y translúcida, efímera como el dinero que empleas en comprarla. El condón te mantiene a salvo de sus miserias, no importa el pensamiento que haya metido entre esa masa de carne. Has pagado y no interesa saber qué siente.
Es un descanso para el agujero de emociones que vende su sabor y la carne que lo compra.
La carne puta es una necesidad fisiológica como el cagar. O una conquista de borrachos e idiotas.
Carne de amor. Es para paladares exigentes y muy experimentados. Los hay que la comen sin merecerla, margaritas a los cerdos... Siempre ocurre igual, no se ha hecho la miel para la boca del asno.
Es adictiva, te lleva a la necesidad de devorarla insistentemente y excluye a las demás carnes. 
Te mueve la ilusión y la angustia de buscarla en todos los restaurantes, a todas horas. Todos los días.
Toda la vida...
Tiene un equilibrio perfecto, entre el magro hay pequeñas vetas de grasa que le dan una jugosidad que no posee ninguna otra carne. Sus fibras forman una trama casi artística, como su sabor que impulsa la sangre a los genitales y a lo más profundo del corazón. Es completa en vitamina y proteína.
Es un continuo de risa y llanto. Y cuando la comes en el momento y lugar adecuado, una paz satisfecha. Lo tienes todo.
Se acabó la búsqueda.
Es tan rara y escasa, que no pasa inadvertida.
Tiene la cualidad del pensamiento y lo tangible, es real... Existe, no es una foto publicitaria de un restaurante. Es metafísica y carnal, satisface el paladar y el pensamiento.
Es tal la necesidad que provoca, que antes de comerla la acaricias y te llevas los dedos sucios de amor a la boca para decir cosas incomprensibles que la carne necesita pronunciar cuando está en sintonía con otra carne.
Carne mística. Es fina, se corta con el tenedor. Como si tuviera la consistencia de una idea, de un aire que generan unos labios. Es hermosa, se deshace en la boca generando una melancolía. No desprende jugo, como si se resistiera a ser lo que es: carne. Me lleva a preguntarme si es posible que exista algo tan magnífico o es un espejismo de mi mente sometida a tantas ideas sugerentes y hermosas. Las carnes místicas tienen un doble filo: su profundidad pone de manifiesto mi superficialidad, y cuando he acabado un filete, siento que he quedado incompleto, que a la carne le falta carne entre tanto pensamiento y palabras. Es una carne preciosa, pero deja hambriento. Tiene demasiada añoranza irreal entre sus fibras.
Carne de los hijos. Es una carne que se devora sin pensar; sin observar si es demasiado seca, si está dura o mal cocinada. La carne de los hijos se come y sabe siempre a un cariño y lealtad incondicional. Si la carne estuviera podrida, la comería sin pensarlo. Si estuviera envenenada, sonreiría eructando un olor a almendras amargas.
Carne mentirosa. Es una carne llena de nervios y tendones, con la apariencia de un jugoso bistec. Sabe bien al principio, en los primeros segundos que se mastica; pero en cuanto el paladar se ha colmado de su sabor, se convierte en algo sucio que es demasiado tarde para escupir.
Va revestida de una capa de milésimas de grosor de amor y otra de metafísica de soledad y emociones supremas. Estas capas envuelven una carne puta y densa; infinitamente repugnante cuando pasa por el esófago. Cuando la carne puta queda desnuda, intenta enmascararse con la grasa que tiene un ligero aroma de carne de los hijos, una maternidad o paternidad devotamente paranoica; pero acaba manifestándose el sabor de la carne puta a cada instante. Y es esa mezcla la que provoca un vómito. La carne mentirosa es carne de un día, pero su repugnante sabor dura semanas en el paladar.
Tiene el sabor de una res mil veces montada, o una res mal castrada antes de descuartizarla; la suciedad entre las fibras es evidente. Una res a la que le han robado cualquier sustancia que le pudiera dar un buen sabor. Sus consumidores son básicamente los borrachos, los retrasados mentales, los ignorantes y los endogámicos. Porque esa carne misma pertenece a esos círculos.
Es fácil llevarse un bocado a la boca por su naturaleza mentirosa, por ese revestimiento de amor que desaparece apenas la dentadura se hunde en ella. Solo los sucios pueden tragarse el filete entero portador de infecciones del pensamiento y la carne.
Porque la única verdad de esa carne, es que ha sido una fértil madre o ha fertilizado sin control y sin placer. Tal vez no sea res, tal vez sea carne de hiena ante lo corrupto de su sabor.
Nunca se debería moler, porque penetraría más fácil y rápidamente en el organismo llevando a un vómito rápido y doloroso. Hay que huir de los puestos de hamburguesas que hay frente a los antros o discotecas, frente a las salas de baile o los bares nocturnos.
Carne triste. Esa carne se mastica con pasión por su textura consistente y agradable; pero aunque se la sazone bien, no consigue desplegar todo su sabor en el paladar. Es carne que desconfía de sí misma y de los demás. Lleva la amargura impregnada en su fibras sabrosas. Te tragas el bocado con la sensación de que eres vulgar comparado con su triste y vanidoso sabor en el que todo es ella. Como si la saliva no pudiera ablandarla lo suficiente.
Intento masticarla bien, con ternura, pero la tristeza no se puede combatir. Te lleva a un lugar en el que no eres nada, en el que todo es el dolor de esa proteína. Es una carne echada a perder por su propia voluntad.
Carne alegre. Es una carne de sabor fulgurante que te hace decir: "Joder, qué buena y que tierna"; pero sus nervios te hacen sacar de la boca el trozo para dejarlo en la orilla del plato. Como si fuera de plástico, artificial. Tal vez fuera mejor molerla para hacer hamburguesas, en las que se mezclan tantas salsas e ingredientes que pasa desapercibida toda esa superficialidad en su sabor.
Y es que con la carne, pasa igual que con los humanos, quien está siempre alegre, es porque tiene una lesión cerebral y no capta la vida en toda su intensidad, pierde muchos matices su cerebro poco eficaz y jocoso.
Es una carne barata, fácil de comprar y cocinar.

Tal vez, en lo que me queda de vida, encuentre alguna carne más que catalogar, sea buena o mala; aunque lo dudo, cuando has probado todas estas, acabas pensando que poco o nada te puede sorprender.
La más importante: la carne de amor, porque de alguna forma extraña recuerda el mar, como si llevara impregnada la sal de la vida entre sus fibras. Y evoca reminiscencias de alta montaña que nos llevan al romanticismo de un paraje aislado y remoto para amarla.
La carne de amor no necesita sazón, ni siquiera fuego. Se puede comer cruda como un carpaccio con la pasión de un instinto primario.
Las demás son solo accidentes, algunos evitables y otros que por su mínimo riesgo, no vale la pena dar un rodeo y perder tiempo.
Y si hay hambre, desgraciadamente, el organismo pide comida. Quieras o no.










Iconoclasta

11 de noviembre de 2014

Un aviso a los peques


No sé ningún cuento, y por otra parte, os contarán muchos en el futuro, pequeños.
Yo pretendo dejaros unas palabras, unas verdades para variar de tanto cuento bueno y malo.
Primero os engañarán para haceros felices y protegeros de la verdad cruda, pura y dura. 
Como si la verdad fuera un escorpión venenoso.
Luego, cuando ya hayáis crecido un poco más, os mentirán para que seáis como otros quieren. Os mentirán sobre el sexo; cuando el sexo lo ha practicado la humanidad desde que arrastraban por la tierra el dorso de las manos al caminar.
Ya adultos, las mentiras son más abundantes; pero crecer lleva consigo el aprendizaje y el conocimiento de los humanos. Detectaréis la mentira para sortearla o evitar daños prolongados.
Os mentirán para que trabajéis más por menos dinero, para robaros, para sentirse más inteligentes que vosotros, os engañará quien amáis por vanidad, y porque el universo es cambiante y la humanidad amoral.
Los humanos son religiosos cuando tienen miedo.
La humanidad, incluidos vosotros, es cobarde y envidiosa a grandes rasgos. Los pequeños rasgos, son tan pocos, que es probable que en vuestra vida,  jamás encontréis uno.
No mintáis por cultura, por envidia o por vanidad.
A ser posible por favor... Esforzaos, hay tanto embuste que alguien debe hacer algo para frenar tanta basura.
Detectad al embustero, no os convirtáis en esos seres vulgares de vida mediocre y gris que usan la mentira en todos sus diferentes horarios a lo largo del día y de su triste vida.
Porque llegará el momento en el que seréis conscientes que todo lo que tenéis es embuste o producto de ello. La mentira es volátil y lloraréis de vergüenza y fracaso sin saber bien porque. Construiréis otra mentira para tapar otra.
Y os creeréis toda esa basura.
Sabed pequeños, que a Pinocho solo le crecía la nariz al mentir.
En la vida real es peor: los hipócritas naufragan y malviven entre mentira y mentira. Necesitan gente nueva que no les conozca cuando quedan solos y abandonados con sus embustes.
Y ahora viene lo difícil de entender y realizar, pequeños: no digáis nunca la verdad, u os quedaréis indefensos ante los embusteros.
Hay un método: escuchar... Escuchar muy bien y analizar. Con el tiempo podréis hablar o actuar según convenga. No es fácil ni cuando te haces adulto.
No hay ningún consejo más que valga la pena daros.
La vida es así, como os digo. Es culpa de la humanidad.
Os diré una verdad: no tengo fe en vosotros, en vuestra ética futura; porque es difícil no ser como mamá y papá.
Así que siento una profunda decepción y escepticismo por vuestro futuro.
Si tenéis inquietudes y aptitudes, intentarán someteros para que no sobresalgáis, porque la mentira es hija de la envidia. Debéis ser tenaces, fuertes y fríos. Si caéis en la mentira, seréis un fracaso de mediocridad como mamá y papa.
¡Ánimo, pequeños! Los reyes magos y papa noel existen ahora; pero como toda mentira, morirán.
Morirán en el momento justo que empecéis a comprender por vosotros mismos, cuanto antes mejor, amiguitos.
No es preocupéis, no es tan malo. Entre mentira y mentira hay momentos hermosos por los que vale la pena sonreír.
No os fiéis, no bajéis la guardia.
Y moriréis, que nadie os diga lo contrario, porque alimentará la cobardía.
Fuerza y resolución, mis pequeños amigos que jamás conoceré.
Es que os llevo demasiados años de ventaja viviendo, y os repito, que morimos todos. No es malo, simplemente es así, pequeños humanos.
Sed buenos, pero no tontos.









Iconoclasta