Iconoclasta, provocación y otras utilidades para escapar del negro abismo del agobio.
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13 de febrero de 2016
Naco Mex San Valentín o Prostitut Day
Oronoticias Sección ciudad
Este 14 de febrero no te quedes sin realizar tus más locas fantasías. Te presentamos la guía motelera de la ciudad de Puebla.
Redacción | 12:35 hrs. | Viernes 12 de Febrero de 2016
ORN / SHH
http://www.oronoticias.com.mx/nota/165565/El-Top-Ten-de-moteles-en-Puebla
He aquí una publi-noticia de un importante medio de comunicación mexicano. Es de reseñar, que este artículo, es de los pocos, si no el único que no miente en su redacción y mensaje.
Hay países y culturas que confunden sin ruborizarse de su ingenua ignorancia, el día de los enamorados o San Valentín con el de la prostitución, de la forma más naca o chabacana.
He aquí una relación de los 10 burdeles de decoración más horripilante (para el mexicano, moteles muy chingones) y vulgar de Puebla ciudad o capital.
Quien haya conocido el México profundo, sabrá que otro de los máximos exponentes de la cultura prostituto-amorosa, son los moteles rurales de carretera, siempre pegados a un campo de cañas de azúcar. Y continuando con la ingenuidad y la extraña e inexplicable vanidad y chovinismo mexicano, cerca de Atlixco se puede encontrar uno llamado El Salto del Tigre, que realmente para estos clientes y sus "enamoradas" debería llamarse El Salto del Gatito sobre la Gallina.
Porque los tigres, solo los han visto en los cromos.
No mames con los chingones moteles y su selecta clientela... Y lo que les gusta lo oriental o chino... Será por los llamativos colores, son como insectos.
Y todo para treinta segundos de gloria que van a pasar en la habitación-burdel y dejar la bañera o el jacuzzi lleno de roña o "embarrado".
Lo bueno viene después: tanto los clientes (o chingones folladores de 15 segundos) como las "enamoradas" o "prostitutas de lujo por un día", arrasan con los jaboncitos lavacoños, las toallas y las mini-botellas de champú e incluso los desodorantes del cagadero de la habitación para decorar sus propios hogares y/o puestos de trabajos; una especie de naco-triunfo de que una vez estuvieron metidos en semejante ordinariez de lugar.
Eso si no se comen el pozole y las tostas con sal y crema dentro de la bañera dejando restos de lechuga flotando.
Y lo mejor de todo es que Puebla es la ciudad (y estado) más mocha (sensiblero-religiosa-carca-hipócrita-católica, ñoña como no hay otro lugar) de todo México.
Si tienes buen gusto o sentido de la elegancia, no pases el día de los enamorados en Puebla.
¡Huye! ("¡Ulle!" en mexicano, en el original)
Buen sexo (sobre todo con clase).
Iconoclasta
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Ultrajant
29 de octubre de 2013
El día de muertos y las ofrendas
Me gustan todos esos colores fuertes y vivos,
tantos detalles: fotos, figuras, dulces, panes, licores, calaveras de dulce y
flores de color naranja que forman una cruz. Cigarrillos... mejores que dos
monedas en mis ojos muertos.
El aroma que impregna la casa de papel picado,
veladoras y flores que poco a poco se marchitan, es inconfundible como el olor
a musgo fresco en la escayola de un belén de navidad.
La ofrenda es la ingenua mirada a la muerte,
un terror rayano en la histeria que lleva a personificar el fin de la vida y
darle nombre y entidad. Un infantil intento de hacerse aliado de la muerte para
que no se los lleve antes de tiempo, y si así fuera, deben tener la firme
convicción de que estarán vivos de alguna forma al final de todo.
Les hace olvidar con una también ingenua
hipocresía, que una vez despreciaron al que está muerto, y todo fue amor y
dicha.
Es adorar a un volcán para que no los entierre
bajo su lava y cenizas, cosa que se hace también.
No hay valentía en el día de muertos, solo
eso: una temerosa e inocente forma de unirse al enemigo porque no se puede
vencer.
Hay que decorar lo sórdido y disfrazar la
cobardía con supuesta alegría para no reconocer que ha llegado el fin. Que algo
o alguien ha muerto.
Las ofrendas, las hermosas y tiernas ofrendas,
son obra del miedo y del triste recuerdo.
Son preciosas, hipnóticas. Quisiera tener
siempre una en casa solo para posar la mirada en ella e invadirme de tanto color
y tantos detalles que observar, sé que los muertos no vuelven, no están en
ningún lugar, ni siquiera existen; esa certeza le da más valor e importancia a
mi gusto por las ofrendas, son bonitas en si mismas; sin acto alguno de cobarde
fe o ritual tradicional en la forma en que las aprecio. Sirven para evadirme de
tantos errores y frustraciones, y pensar que la muerte lo arregla todo, lo deja
todo en su lugar.
Como debía ser, como debió ser antes de que todos
cometieran (cometimos) aquel error.
A veces, al mirarlas, pienso que son la
esperanza de que una mala vida pueda acabar pronto.
Las ofrendas son pequeños mundos a los que no
hay que viajar en nave espacial.
Me encantan.
Gloria a dios en las alturas y a los muertos
con su rompope y cigarrillos que nunca probarán.
Buen sexo.
Iconoclasta
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