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28 de abril de 2022

El departamento planetario del cariño


Nadie sabe nada de nadie. Y por suerte es innecesario ese saber.

Habitualmente, cuanto más sabes menos te gusta.

Mejor no preguntar.

Mejor aún, callar.

Callar está bien, es relajante, te libera de presiones, te hace indiferente a todo. Y el pensamiento se inquieta menos.

Y por eso ocurre que, cuando una simple brisa me acaricia la piel, los brazos, el rostro sudoroso, la espalda al filtrarse el aire fresco juguetonamente por entre la tela; de una forma instintiva pienso que es un consuelo.

El planeta, su departamento del cariño, me dice que ya está, que todo fluye en la dirección adecuada, que me abandone a ella. Que descanse.

Y es tan agradable y sensual la caricia, que se me pierde un latido cuando demasiado relajo incluso el corazón.

Has de hacer las cosas bien, el follar o el matar, el trabajo o el reposo.

Por eso me quedo en equilibrio al filo de la muerte y la vida cuando la brisa susurra ternuras en mi carne.

Sería el mejor momento de mi vida para morir. Tranquilo, sereno, satisfecho, incluso feliz. Sin cansancio, solo porque ya está todo hecho; o dulcemente vivir. Así…

Cierro los ojos para ver la luz dentro de mí. Siempre almacenamos un poco de sol aunque no queramos. Cualquiera que ha vivido momentos de hermosa soledad e intimidad lo sabe.

Imagino que esa luz sirve para no perdernos dentro de nosotros. Saber que aún estamos vivos cuando desparecemos tan plácidamente la faz de la tierra al meternos dentro de nos. Tan plácidamente como yo escribo esto, sin ser consciente si estoy dentro o fuera de mí.

Si acaso, solo el movimiento de los vellos de mis brazos, me indica que mi cuerpo está allá fuera. Que aún siente la caricia del departamento planetario del cariño.

Puedo seguir un rato tranquilo, si le ocurre algo malo a mi piel lo sabré.

Que me quede dentro de mí, si me place; me dice la brisa.

Tranquilo, pasará lo que deba, susurra con un cariño.

Y me quedo.


Siempre solo y con placer: un servidor (no sé quién soy, mejor no preguntes).


P.S.: No tardo, cielo, sabes que no puedo estar mucho tiempo sin ti.




Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.