La sumisión cobarde, mezquina e histérica disfrazada de teatral dolor y solidaridad de los grandes y decadentes rebaños humanos de las viejas y muertas ciudades occidentales (sobre todo del cadáver que es Europa), hacia los asesinos islámicos; es exactamente la misma que lucieron los rebaños humanos como odio contra los no vacunados de la inútil vacuna y los que no se calzaron el bozal nazi de la humillación con la “pandemia” del coronavirus o la covid 19. Incluso deseaban fervientemente la muerte de los enfermos para que se acabara el resfriado que el gobierno les decretó en sus huecas mentes; se veía en sus miradas cobardes de desconfianza, en cada gesto ajustándose el bozal o tapándose con la mano la boca, aterrorizadas las bestias.
Y ahora demuestran a los asesinos, su simpatía por sus crímenes y causa para no ser degollados como lo han sido los israelíes.
Es exactamente esa misma cobardía mezquina, ya genética en una especie humana camino de la extinción, sus últimas cobardías antes de desaparecer del planeta, o al menos de sus sucias e insanas granjas (ciudades les llaman).
En definitiva, salvo salir en la foto de la simpatía para que el asesino no los degüelle cuando el Estado le dé cobijo en su país europeo decadente o africano (en el caso de España), no se manifiestan o lloriquean hipócritamente por otra cosa.
Otra pandemia más de cobardía, servilismo y aplausos al enemigo.
Es pura indignidad y nauseabundo ver mearse a miles de reses humanas encima de gente asesinada en nombre de dios.
Iconoclasta