Sigue siendo tan sórdida como fascinante la extrema y paranoica necesidad que padece la chusma pobre o trabajadora, de continuas fiestas y celebraciones de cualquier tema por ajeno y extraño que le sea.
Fiestas orquestadas por el estado/dios para que no piense en su vida esclava, estabulada indignamente en las ciudades-granja.
Y ante todo, para que no alce la mirada esa chusma hacia sus amos, el estado/dios, que viven con todos los lujos imaginables, con libertad, inmunidad e impunidad. Sin trabajar ni un solo segundo al día.
Una forma de vida paradisíaca que esa chusma eufórica y neurótica, embriagada por la celebración de cualquier mierda decretada, paga con su vida, libertad, ruina e indignidad. Soportando y aplaudiendo las miserias que decretan para ella los césares del estado/dios.
Es como ver ciencia ficción distópica en vivo.
Desde los putos carnavales 2025, corto y cierro.
Iconoclasta
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