Hay momentos en los que siento que me falta algo. Y me niego a pensar de que se trata.
Tener plena conciencia de lo que se carece es echar leña al fuego de la frustración. Esa certeza provocará un nudo en la garganta que imposibilitará respirar decentemente.
Si a una determinada edad te falta algo, tienes ya la certeza de que morirás sin ello. No es necesario darle más vueltas y es mejor que la ignorancia lo suavice.
Así que busco en Amazon algún producto inservible en oferta flash y distraigo toda esa tristeza de una forma banal e incruenta para acto seguido, convencerme de que no eres tú quien me falta, que no me falta nadie.
Es un pequeño conato de paz durante unos minutos, hasta que llega la sensación de que he tirado el dinero. Entre que me pregunto como puedo ser tan imbécil y de que me puede servir la cosa que he comprado, no pienso en ti. Lo juro.
Porque la otra opción sería sopesar largarse de aquí, de este lugar, de este momento, de este planeta; y creo que sería excesivo.
La desesperación es mala consejera.
Mejor confiar en Amazon y sus baratas frustraciones en oferta.
Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.
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