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11 de abril de 2021

Fascismos y hobbits


Existen suficientes idiotas en el mundo como para contaminar todo un océano con sus cadáveres. No es gracioso, es un peligro ecológico. Preguntadle a la niña sueca de la trenza si no.

Que la peña muere de muy variadas formas y con frecuencia no tiene que espantar a nadie, a nadie que tenga un poco de madurez intelectual, claro.

Morir ocurre tan habitualmente que no me voy a encerrar por miedo en un puto piso o apartamento de mierda.

Morir no tiene ningún arte, te mueres sin ninguna y elegancia y luego no pasa nada. Los maridos se follarán a otras mujeres, las mujeres a otros maridos y los hijos crecen (si no mueren). Es el ciclo de la vida.

Hay que entender que quien no se cuida muere por cáncer o de infarto. Y quien se cuida también muere por cáncer o de infarto. Y así ocurrirá siempre.

Los seres humanos se renuevan por el viejo y atávico sistema del “unos mueren y otros nacen”.

Así que como dicen en las pelis: podrás correr; pero no esconderte.

Lo escribo porque hay mucho lelo que cree que escondiéndose como los topos se va a librar de morir.

Alguien os lo tenía que decir y no siento ser yo: moriréis todos.

Es que todo son malas noticias. Sí… ya sé (emoji de carita sonrosada por timidez).

La cuestión ya no es morir, pues. La cuestión es como gestionar la vida, si con cierta decencia, elegancia o dignidad; o ser una rata.

Pero sí, es cierto que humanos y ratas llevan ya tanto tiempo conviviendo juntos y hacinados que se confunden entre especies.

Incluso reproduciéndose (he visto una escena horrible y escalofriante de rato follando estilo misionero a rata en Dos policías rebeldes II y es muy desagradable, por mucha risa tonta que nos dé).

En fin, que esto del coronavirus es una cuestión de que mueran las ratas que deban y a seguir viviendo el resto.

Eso sí, mientras el fascismo siga estrangulando las más elementales libertades de respirar y movimiento, la vida de ratas y humanos será indigna y la muerte lo mismo.

Y es que los gobiernos que han implementado en sus países el fascismo por medio del coronavirus, sus líderes esnifan demasiada farlopa y por ello, ellos mismos se creen sus mentiras, sus estafas y sobre todo, sus mensajes mesiánicos de ser salvadores de la vida; pero a costa de arruinar a sus países y ellos enriquecerse con absoluta impunidad, libertad y apoyo de sus cobardes pueblos que se cagan por la pata abajo por una gripe.

Les saldrá mal, el que hayan tenido suerte de nacer ricos y de familias poderosas no les otorga una inteligencia superior a la de la chusma que gobiernan. Tener buena cuna y votos, al contrario, es inversamente proporcional a la cultura y la inteligencia. Los criadores de cerdos no tienen porque ser inteligentes, solo estar ahí y matar cerdos, es una subespecie humana que nació para ello, y ya. No sueltan chorros láser de inteligencia por sus ojos.

Incluso hay más maricones entre ellos que entre la gente pobre.

Los nuevos caudillos, caciques, ministros y otras bestias de los fascismos o nuevas falsas democracias morirán muchos de ellos, porque harán las cosas mal (las están haciendo mal) y una regla de oro es no acorralar una presa que acosas porque te atacará aunque tenga que morir.

Insisto, son tan ricos y ambiciosos, es tanta la cocaína que esnifan y son tan estúpidos; que esa narcosis les lleva a creerse inmortales. Deberían leer a Maquiavelo, en el 1513 ya hablaba de que príncipes y ministros podían ser tan estúpidos y tarados como cualquiera; pero sobre todo (y es su consejo al príncipe) debían ser unos grandísimos hijos de  la gran puta. Y el bueno de Nicolás se permitió la osadía de dirigir su tratado a un príncipe, qué cojones tenía…. Ahí está la gracia del gran diplomático, filósofo y escritor que creó las bases de la política moderna.

Como he dicho, ser político no es una cuestión de inteligencia, es solo arribismo, oratoria de predicador barato y haber nacido con demasiado dinero.

Y por ello condenan a la ruina a millones de cabestros humanos. Y a sí mismos; que no se engañen, son idiotas y lo harán todo lo mal que puedan.

Al menos, no son inmortales, ni mucho menos. ¡Vaya, parece que no todo son malas noticias!

Bueno, ya somos mayorcitos para llorar como niños!

Un poco de dignidad, plis…

Por último, hay algo que me jode mucho, o más bien me incomoda muchísimo. Me hace sentir realmente mal: ¿Por qué los hobbits tienen los pies tan gordos, grandes; pero sobre todo, tan repugnantemente peludos? Es que da grima, es asqueroso.

Tolkien ya no puede pedir disculpas por eso tan desagradable; pero los directores de cine deberían colocar a esos bichos unas buenas botas; incluso remasterizar las películas realizadas cubriéndoles esas pezuñas monstruosas y peludas. Es que no puedes comer ningún snack con tranquilidad mientras hay hobbits de por medio, los acabas escupiendo.

¡Bye!





Iconoclasta

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