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5 de marzo de 2021

Diosa y paraíso


No existe nada tan fervorosamente religioso como soy yo ante ti.

Y dentro de ti.

Soy monoteísta y ti me debo. Eres mi tótem, mi cruz, mi aire y el fuego donde ardo en sacrificio a tu coño bendito por los siglos de los siglos.

Ni quiero ni me apetece adorar ídolos, porque cualquier dios es una figurita amasada con mentiras e ignominias.

Soy absolutamente ajeno a los Diez Excrementos.

Ningún dios ha prometido jamás en la vida un paraíso como tú lo eres.

Diosa y paraíso…

Se podría decir que pagas por adelantado y comulgo con el miembro henchido de sangre.

No es sacrificio cruento, es cremoso y cálido. En tu cuerpo no hay un solo rincón de infierno.

Llevo la condenación, el estigma del obsceno amor a mi divinidad; mi semen brota sorpresivamente, como una meada que no se puede retener, sin tocarme. Solo con pensarte se me escapa un gemido imposible de contener y en mis calzoncillos la hirviente leche se enfriará lentamente hasta la siguiente e incontenida lefa.

Metértela es mi bucle temporal, soy un moderno y cremoso condenado eterno.

Todas estas venas palpitantes aquí abajo…

Duelen, cielo.

Mi Diosa, mi Paraíso.





Iconoclasta

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