Iconoclasta, provocación y otras utilidades para escapar del negro abismo del agobio.
13 de noviembre de 2017
La aberración de un dios
La idea de un dios es un concepto aberrante para la razón y la ética; pero consuela la pusilanimidad y el oscurantismo de la ignorancia ingenua. También ayuda a los que conocen absolutamente la vida en toda su magnitud (los menos), con una sabiduría cuasi “einsteniana”.
Ante todo, consuela del miedo a la muerte. Porque si te mueres no mueres, sea en el infierno o en el cielo, seguirás existiendo.
A pesar de que los que han muerto no aparecen jamás, es aceptado el hecho de que morir es comenzar a vivir en otro “plano”.
Es un temible acto de fe que requiere de toda la ingenuidad que el cerebro puede crear.
No hay misterio alguno en el mito de un dios, no hay mensajes ocultos.
Tan solo hay delirios en los creyentes y sus sacerdotes o santones.
Y sin embargo, siento admiración por esa ingenuidad pueril de la que hacen gala las personas cultas capaces de desarrollar lógicas y conceptos tangibles, medidos, calculados y probados; porque han elegido la fe escrupulosamente. Con toda su significación, aceptando el sarcasmo de la existencia de un todopoderoso y omnipresente a pesar de todo lo que ocurre y lo que no. Es una extraña disciplina que se han impuesto. Tal vez un intento de aplacar una vida llena de banalidades e imperfecciones que no les llena y los conduce vertiginosamente a la nada.
Porque al final, mejor vivir con optimismo que como yo.
Si existiera alguna deidad todopoderosa, sería un ser absolutamente degenerado, enfermo mental e imbécil.
Porque dios ayuda al violador, le proporciona el momento y a la niña o mujer que ha de violar. Luego, si hay suerte castigará al violador. Sin embargo, con toda probabilidad, dejará herida o incluso muerta a la víctima.
Dios proporciona personas a las que decapitar y a las que llenar de oro sin ningún criterio, insultando a la justicia.
Dios ayuda al ladrón y hunde en la miseria a la víctima.
Dios ayudó a los alemanes a extinguir a millones de judíos.
Cuando hay un dios de por medio, es así en toda situación, en todo momento: las víctimas piden por su salvación, pero los dioses han escuchado primero a los asesinos.
Te pudre una pierna y hay que darle gracias porque te ha salvado luego la vida.
—Gracias a dios lo has podido contar —dijo ella con voz conmovida cuando desperté de la anestesia.
—Dios me ha querido matar durante un año entero y no ha podido. No doy gracias por ello a nadie —le contesté harto de tonterías con la boca seca y la molestia de una sonda metida en la polla.
—Tú ya me entiendes —afirmó mirando a la ventana ignorando la blasfemia.
—Claro que te entiendo. Eres tú la que no comprende nada. Ese cobarde servilismo religioso me pudre más que la gangrena y el cáncer. Estoy vivo por mis cojones.
Y lloró. A mí me importó una mierda y encendí un cigarro en la cama del hospital.
El conflicto ético, el insulto a la inteligencia lo resuelven por medio de la inescrutabilidad divina.
Dios premia con muerte a las víctimas y al asesino “condena” a una longeva y rica vida. Quien crea en Dios, debe aceptar con resignación que todo es obra suya ¿no?
Precioso…
¿De verdad nadie se da cuenta de la manipulación?
La indignidad del miedo a morir es espantosa. Hace mierda la vida.
Si dios es un delirio enfermizo que ofende la ética, la justicia y el buen humor; los ignorantes crédulos son auténticos fetichistas de penes y vaginas hambrientas y temerosos. Flojera espiritual…
Es la naturaleza de la gran mayoría de la humanidad no tiene demasiado sentido reflexionar porque acabas con dolor de cabeza. Ha pasado demasiado tiempo y la estulticia se ha hecho gen en el ADN humano. Por ello, no se debería reprochar, insultar o menospreciar a la serpiente, al gusano, o al cerdo porque se arrastren o se revuelquen en sus excrementos. Nacieron así, como el ser humano.
Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.
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