Lamo su cuerpo como el león bebe sediento en
la charca.
Arrancaría su piel con los dientes para
envolver mi inconsolable pene con ese deseo impregnado.
Succiono sus pezones como la cría de un perro
las mamas de su madre, buscando vida.
Laceraría sus pechos para beber su sangre.
Para untarme de ella y vivir también.
Más…
Hundo la lengua en su coño como ningún otro animal
lo hace, hasta que vomito y lo anego con el vértigo de mi deseo.
La penetro como no hay parangón en la naturaleza,
hasta fundirme en ella, hasta que reviento mis cojones.
Hasta sentir sus intestinos…
Me meto en ella y me apresa, me retiene, anula
mi voluntad y la percepción de mi propia vida.
Eyaculo y se me vacía el cerebro y lo que
quede de mi razón.
Solo parezco una bestia en su superficie,
cuando me hundo en ella no soy del planeta.
No soy nada conocido, ni posible.
Y ella, esa mala puta, es la creadora de mi
inhumanidad.
Mi Reina de Coños.
La odio porque la amo contra mí mismo.
La odio porque la adoro y me hace cosa, algo
que desconozco.
La amo y la jodo. Qué ironía…
Hasta aplastar mis testículos.
Hasta que salga sangre entre
mi semen.Iconoclasta
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