¿Qué te parece un salto al vacío sin soltar tu
mano, sin dejar de morder tus labios? No sabemos dónde acabaremos; pero si
fuera un mal lugar no importaría.
Tampoco importaría que fuera un paraíso.
Importa que tu calor se transmita por cada una
de las terminaciones nerviosas de mi cuerpo.
Contigo no importa el lugar, mi reina.
Solo importa el tiempo que ya me corre
deprisa. Y cada día hace mi piel más negra, más escamada. Me hace más tullido.
No importa el esfuerzo, ni el hambre o la sed.
Importa solo el ahora contigo.
Coge mi mano y saltemos, mi amor. Es hora de
conquistar otros mundos, otros tiempos presentes. Porque para los futuros no
estoy seguro de tener tiempo.
Hay cocaína con vidrio molido en un estante de
la cocina para que nuestro salto sea sangriento: héroes que vuelan dejando una
hemoglobínica estela en un cielo azul de mierda.
Podemos extender nuestros brazos de venas
marchitas…
Clávame la jeringuilla con la esperanzadora
heroína en la vena gorda que desaparece al llegar al glande.
Yo la clavaré en la arteria que surca tu pecho
en una curva sinuosa que parece desaparecer bajo tu pezón.
Es urgente que saltemos en el ahora . Tú y yo,
y los recuerdos deshechos.
Esperar es morir.
Es hora de conquistar otros mundos, otros
ahora.
Pegaso correrá por nuestras venas creando
universos fractales, caleidoscopios de tus pechos goteando mi baba.
No habrá dolor, ni soledad, ni muerte.
Solo descubrimiento. Y estaremos aferrados de
las manos. No puede ocurrir nada malo.
Una gota de sangre que cae de tu nariz a mi
pubis y se enreda entre el vello. Llévate mi polla a la boca. Salta, mi amor…
Este ahora lo conocemos, ya está todo
descubierto. Es un marco demasiado vulgar para nosotros.
Un decorado raído.
Lo difícil pasó. El mundo se ha hecho pequeño.
Tú haces lo que me rodea minúsculo y las
catedrales tornas en horizontales casas de muñecas. En tumbas sin nombre…
Tu ausencia era lo que hacía infranqueables
las distancias.
Hay una pipa con cristales azules para prender
y que devaste los pulmones entre sueños craquelados. No importa el color.
Importa tu calor, tu presencia.
No dudes un segundo, no sueltes mi mano cuando
salte al vacío y sígueme. No caeremos, estaremos, continuaremos. Seguiremos
siendo.
Y por muy asolado que esté el paraje,
crearemos vida que manará de tu sexo derramando mi semen.
Y ahora, soberana de mi vida, es hora de caer
arriba o abajo, a izquierda o derecha.
La muerte y el dolor quedaron atrás en
nuestras soledades.
Un émbolo nos lanzará al vacío, una sangre
correrá venenosa y narcótica creando mundos que no es posible conocer sin el
Gran Salto.
Solo es un paso y comenzaremos la vasta tarea
de colonización y polinización de nuevos mundos.
Nuestra biblia es mi pene tatuado con un
código de barras que dice “eres mi puta”. Tu clítoris dilatado por mi boca
infame, insaciable… Tu coño ungido y pleno de mí… Somos pornógrafos
evangelizadores. Apóstatas de la sociedad que nos pudre de monotonía y
tradición.
Somos invencibles, lo hemos demostrado.
Solo queda romperse juntos y así unirnos más,
fundirnos, mezclarnos. Ser caos entre piel, saliva y semen.
Una raya blanca directa al cerebro, como un
rayo de esperma en tu monte de Venus…
Y tampoco sería doloroso. Vencimos el tormento
de kilómetros de mar y tierra. Y no nos mató, nos hicimos dioses.
Vencimos.
Es hora de saltar, cielo.
Con todo el valor, con toda la pasión.
Con todo el veneno necesario para destruir
toda esta puta y jodida realidad que nos han metido como una cochina puñalada.
Esnifa en mi polla la raya que nos lanzará al
universo y yo clavaré en mis ojos toda la heroína necesaria para deshacer todo
lo que nos rodea.
Salta al vacío conmigo, aquí no hay nada para
nosotros.
Iconoclasta
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