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22 de septiembre de 2008

El crepúsculo


Cada día miro al cielo con la salvaje expectación que me provoca la lucha y la sangre.
Es la lucha a muerte entre la luz y la oscuridad.
La muerte...
En el crepúsculo combaten el día y la noche tiñendo el cielo de una pasión roja.
El cosmos apuesta fuerte una infinita fortuna por la noche, por la luna. Es su puta.
Creo escuchar los gritos del sol a medida que la sangre se extiende hasta el límite de la oscuridad. Y la noche devora esa marea agonizante que vomita ese dios asqueroso que es el sol. Inmisericordia.
Cuando muere el día siento un placer obsceno, una retribución justa a la monotonía a la que me somete la vida. Otro día más de mierda, otro día muerto.
Mi noche es mi vengadora.
Es el único momento del día en el que me permito soñar esperanzadoramente.
El crepúsculo es sangriento porque se niega a morir; la luz es soberbia como los humanos. Y sangra como ellos.
Que se joda el sol, que se joda el día.
Que se joda la humanidad y se ahogue en sangre como su Dios Sol tan adorado.
Miserables.
Ruge el sol como una bestia agonizante dando zarpazos ciegos a la oscuridad. Sufre, sufre, sufre... Sangra.
Como a mí me haces en cada amanecer, en cada día que me obligas a vivir como una condena. Igual a ayer, igual al otro y al otro y al otro y al otro día.
El día muere luchando y no tiene un buen perder, yo tampoco.
Que se joda.
Si tuviera ojos, se los arrancaría.
La noche lo ahoga en su propia sangre, el cielo anaranjado se extiende hasta el límite de lo oscuro y grita y se revuelve como un animal destripado. Y mis lágrimas no son rojas por la pena. Me sangran los ojos impresionado por la belleza de un ocaso hemoglobínico.
Muere día de mierda, muere y púdrete en una tumba abierta donde todos los animales te arranquen las entrañas, sol de mierda.
Que la belleza láctea de la luna nos cubra y haga oscuros los colores que radian adulando al sol.
Que la sangre del sol, se extienda como la de la ballena muerta por las hélices de un barco en el mar.
Un día y otro y otro igual.
Eres el mismo cabrón de siempre.
Un día, la hermosa y fresca noche, acabará contigo para siempre y no habrá más luz cegadora. Sólo una luz fría que hará nuestras pieles pálidas. Que resaltará el azul de las venas. Que arrinconará a los cobardes en sus madrigueras para que no ocupen mi espacio.
No quiero llorar cada día ante la serena muerte de la noche. Ella sí que tiene elegancia, sabe morir sin miedo, sin histeria.
A pesar de tus rayos de mierda iluminando el horizonte, hay en el alba una franja de un azul oscuro y opaco que se retira lentamente, sin sangre. Sin cobardía.
Sus negros ojos miran tus rayos sin pestañear. Sin sangrar como tú, perro.
Cuando la noche muere, lanzo un beso al cielo y le digo que la espero.

Quisiera ser tan alto como la luna ¡Ay, ay!

Para darle un beso de despedida, y decirle que si muero bajo el sol abrasador, que cubra mi cadáver con su manto negro. Que amortaje mi cuerpo y lo enfríe pronto. Que me salve del sol. Misericordia...
No quiero que mis tripas estallen frente a ese repugnante y caliente astro.
Asesina del sol: si estoy muerto cuando el día se desangre, hazme estrella, hazme punto en el firmamento.

Dame vida para luchar contigo
contra el sol cada día.

Quiero manchar mis manos de crepúsculo, quiero ser el matarife del cielo. Lo teñiré tan rojo, que la humanidad temerá que llueva sangre.
El sol es un bastardo que nos señala, que revela secretos, que nos desnuda a ojos de otros. Despierto cada mañana contando los minutos, observando su movimiento. Mirando al oeste con la esperanza de que cada vez se encuentre más cerca de él.
Que se ahogue en sangre el hijo de puta.
Tú eres mi diosa, Noche. Tú eres la que me das un momento para el amor, la que baja el volumen del ruido de la vida. Los cobardes te temen, saben de tu poder, saben que cada día matas al sol. Y los hombres, tristes y cobardes, temen que les pueda ocurrir lo mismo.
Como si tuvieran importancia alguna para ti; lerdos ignorantes.
La luna se deja mirar blanca y deseable, provocando locuras y mareas. La luna se deja mirar como una puta hermosa prendida del brazo del cosmos.
Te doy un millón de euros por una felación, luna hermosa y asesina. Te doy mi propia vida si así lo quieres.
Pero mátalos, mata todos y cada uno de los días que me hunden en un tiempo y en un lugar inamovible y sin salida.
El tiempo es un barro sucio, la tierra un pozo negro ya colmado.
Misericordia...
Blanca luna, negra noche, mátalo; por mi vida. Mátalo de nuevo y que sufra el día.
Que sangre.
Que se joda.



Iconoclasta

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