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4 de septiembre de 2008

666: Escatología

Nota del autor:
Como todos los episodios de este personaje, hay pornografía y violencia extrema. Es para adultos.
Este episodio de 666 es especialmente fuerte y repugnante. De hecho, el más repugnante que he escrito hasta la fecha. Cruel como ninguno, hay un pobre perrito...


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Me encontraba buscando material pornográfico en la videoteca de mi oscura y húmeda cueva, cuando en la estantería de parafilias, observé un dvd marcado como “Escatología”.
Seguramente se lo trajo alguno de mis crueles como botín de algunas de nuestras salidas.
Una parafilia es una desviación sexual; algo de tarados y enfermos.
La escatología es la afición por follar entre mierda, con mierda y comiendo mierda si es necesario.
Para que lo entendáis:

Escatología---> Parafilia---> Enfermos mentales---> Marginales---> Coprófagos (comedores de mierda)---> Sexualidad enfermiza---> Escarabajos peloteros---> Porno-actores tarados.

Los primates tenéis de todo en vuestra propia especie, y los aficionados a la escatología son los escarabajos peloteros de la humanidad.
Nada de lo que sentirse orgulloso, porque dejar que alguien se te cague o mee en la boca, es sucio y repugnante hasta para mí.
Hasta los perros tratan de tapar sus propios excrementos cuando han cagado.
Por otro lado, yo no estoy sujeto vuestras costumbres de tolerancia, cobardía e hipocresía y si un primate es un repugnante come-mierda, no tengo porque sentir simpatía alguna por él. Sólo asco y más odio aún. Lo hago pedazos o lo quemo, me da igual. Y la duración del tormento está en función de mi humor.
La tolerancia de la que pretendéis hacer gala, patéticos paletos, me la paso por el forro de mis malditos cojones y si mi propia naturaleza me lleva a despreciaros hasta tal punto que el acto de torturaros y asesinaros me aburre; no podéis ni llegar a imaginar el asco y el desprecio que siento por los escatologistas, coprófagos, coprófilos o como quiera que mierda se quieran llamar (valga la redundancia).

Coloqué el dvd en el reproductor, seguro de que encontraría razones para hacer una nueva visita a la humanidad y lanzar otro de mis mensajes de miedo, odio y maldad.
Cuando comenzó la película; una mujer fea, tan fea como son los hijos nacidos de la cópula entre padres e hijos o entre hermanos durante muchas generaciones (eso que llaman endogámicos y que abunda en los pueblos más ocultos y pequeños), se separó las nalgas con las manos y de su ano salió un excremento gordo y seco que me estropeó la bocanada de humo del partagás kilométrico que me estaba fumando.
Decidí apagar el televisor, si quería ver mierda, no tenía más que pasear por entre los primates y abrir en canal a cualquier espécimen elegido al azar.
En el momento en el que accionaba el pulsador del mando para apagar la televisión, apareció otro tarado en escena con una peluca de payaso en la cabeza; se arrodilló frente al culo de la cerda y con la boca cogió el cagarro que asomaba repugnante por el esfínter.
Mi Dama Oscura se encontraba masajeando mis trapecios tras el sillón de piedra.

—¿Me das permiso, mi Señor, para hacer una visita y felicitar a tan buenos actores? Mostrarles su propia inmundicia cuando aún la tienen dentro del cuerpo.

El televisor mostraba al macho y a la hembra, se habían untado la mierda en sus pieles cerdunas y ahora copulaban como dos cerdos en una charca.
Cuando abrían la boca, sus dientes estaban llenos de excrementos.
Seguramente sería chocolate, pero el efecto era pura mierda.
Mi Dama Oscura, me había dejado y volvió a los pocos minutos con una cámara de video.
Me gusta el cine, y cuando puedo, me gusta rodar mis propias películas.

Y en Suecia, aunque la luz es muy fría, y el color un poco crudo para mi gusto, se está fresquito. Y es de agradecer.
Decidí ser director de películas porno-escatológicas y hacer algún cameo durante el rodaje; mi ego es tan grande como mi capacidad de odiar. Cogí un trípode, metí los dedos en la vagina de mi Dama Oscura y la masturbé hasta que se me corrió de pie ante la mirada de todos los crueles escondidos entre las piedras. Cuando gritó de placer, lancé un rugido que provocó una lluvia de polvo desde el invisible techo de la cueva.
Llevar a la Dama Oscura conmigo me facilita el acceso a todos los lugares del planeta, ellos y ellas se la quieren follar. Imaginan su negra melena agitada por el placer que le proporcionarían. Sus piernas son tan lujuriosas que uno no piensa más que lo que tiene entre ellas, deseas lamer cada pierna hasta llegar a su coño, que sin duda alguna, se encontrará empapado de una baba de fuerte olor.
Hombres y mujeres desean tenerla cerca y lanzan sus devaneos pueriles para intentar joder con ella.
La productora Scandinavia Erotics, era la autora del dvd escatológico.
Mi Dama Oscura vestía una microfalda negra y al caminar, dejaba ver sus nalgas desnudas contoneándose como las de una verdadera puta.

—Soy Lans Hoëder y quiero una entrevista con el Sr. Sergei Lepizc, el director de Festín de Mierda 4. Esta señorita es mi representada y quisiera ofrecérsela para que participe en alguna de sus producciones. Caga como ninguna y además tiene la habilidad de lanzar la mierda lejos de si con el culo.

—Si no tienen cita, el sr. Lepzic no les recibirá. Pueden dejarme una tarjeta y...

No acabó de hablar, porque planté mi mano en su poderoso y siliconado pecho izquierdo y lo oprimí con fuerza. Y oprimí su mente.
Como mucho cerebro no tenía la secretaria del pornógrafo, su pezón se puso duro. Mi Dama levantó la falda dejando al descubierto su coño y se acercó hasta colocarse muy cerca del rostro de la secretaria. La primate comenzó a lamer su pubis con el pecho estrujado en mi mano. Sus lengüetazos eran largos y pegajosos. Estuve a punto de sacarme la polla; pero me pudo la crueldad.
No pude evitar clavarle mi puñal en el pecho y sacarle la prótesis de silicona. Yo seguía invadiendo su mente; a pesar del dolor y el terror, la secretaria siguió lamiendo el pubis de mi Dama Oscura hasta que le arranqué el corazón y lo dejé encima del teclado del ordenador.
Hice una foto de tan dramática escena.
Dejamos el cadáver allí para que se pudriera y no me preocupé de coger el alma de la tía buena, mi preocupación era filmar mi propia película. Y para ello necesitaba actores acostumbrados a la mierda.
Abrí la puerta del despacho de Sergei y mi Dama entró desnuda de cadera para abajo, se había quitado la falda y su pubis estaba ensangrentado por la sangre que le salía de la boca a la secretaria cuando le arrancaba el corazón.

—¿Quiénes son ustedes? ¿No les ha dicho mi secretaria que no recibo sin cita previa?

Debe ser un buen negocio todo lo relacionado con la mierda, porque el despacho de Sergei era un derroche de decoración vanguardista. La mesa del despacho era una losa de fino mármol, los sillones de las visitas, medios huevos de acero inoxidable con su interior mullido y forrado en piel.
Una luz color salmón salía de paneles adosados a las paredes y todo era de un blanco níveo tiznado de rosa. Demasiada luz para mi gusto. Y demasiado calor.
Sergei vestía un jersey negro de cuello alto muy ajustado y unos pantalones marrones de piel. De lo más hortera.

—Nosotros sólo queríamos saber donde se encuentran los dos actores de Festín de Mierda, me gustaría contratarlos para una fiesta particular.

Sergei no me escuchaba, se encontraba pasmado mirando el coño ensangrentado de la Dama Oscura y ésta, sin reparo alguno, se lo estaba limpiando con un pañuelito de papel, mojándolo con saliva.
Me acerqué a la mesa, apresé la mano de Sergei y metiendo la punta del cuchillo entre uña y carne, le hice saltar la uña del dedo corazón.
Aquello no mejoró su atención pero me hizo visible a sus ojos y más receptivo a mi charla.

—Quiero la dirección de esos dos marranos.

Cuando se piden las cosas con la debida seriedad y te haces valer como un hombre de palabra y peligroso, te lo dan todo.

—Están rodando otra película, aquí mismo, en una casa de las afueras, allí los encontrarán.

Tenía la esperanza de que no le matara. Y garrapateó en una lujosa carta con membrete la dirección de la casa.
Cogí la pistola que me ofrecía mi Dama y le pegué un tiro entre los dientes. Salpicó sangre por todas partes; sin duda alguna ya habéis visto en algún reportaje el efecto hidrostático que una bala tiene en una sandía, pues bien, estoy seguro de que algunas paredes de aquel despacho jamás volverán a ser de blanco níveo.
La Dama Oscura se sentó en uno de aquellos asientos-huevo y se cagó sin asomo alguno de pudor.
Será hermosa y malvada, pero cuando quiere es toda una cerda.
Y sutil no es con sus mensajes.
La amo.
La casa de campo se encontraba al norte de Estocolmo, a escasos diez minutos. Un chalet lujoso de algún millonario pervertido o un socio de la productora.
La verja principal que cerraba el camino de la carretera principal a la casa, se encontraba abierta y conduje el Aston Martin recién adquirido para la ocasión por el camino particular.
Una furgoneta y un par de autos se encontraban estacionados frente a una pequeña casa separada de la mansión principal.
Estacioné el coche frente a la casa principal y nos acercamos caminando hasta la casucha donde estaban rodando la película, seguramente Festín de Mierda 5 o Amo tu mierda.
La actriz, según Sergei, se llamaba Ana y el actor John. No tenían apellidos, seguramente se encontrarían bajo una capa de mierda.
Aparte de los dos artistas, en la casa se encontraban un cámara, el director, el ayudante de dirección, el iluminador y una maquilladora.
Y ni siquiera era la casa, era el garaje con un mal decorado. Por mucho que a un millonario le guste la mierda, le revienta que caguen en su casa.
Sois tan complejos los primates...
Mi preciosa Sig Sauer P220 del 45 acp, se encontraba pletórica de balas y el sol de la tarde se reflejaba en su superficie creando una difuminada pátina anaranjada. La belleza de la muerte no tiene parangón con ninguna otra cosa.
La Dama Oscura sujetaba en la mano una Beretta del nueve pavonada. La negrura de aquella arma hacía juego con su cabello y su piel. Había nacido humana, pero ni yo podría asegurarlo viéndola empuñar con aquella naturalidad la pistola.
No hubo saludos. No hubo tiempo para las sorpresas. Estaba todo en silencio filmando una mamada que Ana le estaba haciendo a John. Su pene era mucho más pequeño de lo que parecía en la película y a Ana se le veía la suciedad incrustada entre los pliegues de la piel.
Apoyé el arma en la nuca del director y disparé. Al ayudante lo tenía muy cerca y le acerté un tiro en la sien.
La Dama Oscura había disparado en el cuello de la maquilladora y cuando el iluminador echó a correr gritando, le acertó en la espina dorsal; cayó sin poder llegar a la furgoneta. No podía moverse y reptaba como un gusano, gimiendo, llorando. La sangre estaba empapando la abundante ropa que llevaba. Agonizó durante más de media hora.
En cuestión de segundos, el suelo se tornó resbaladizo por la enorme cantidad de sangre que dejaban ir los cuerpos.
Los actores estaban quietos en la cama, inmovilizados por el miedo.
La Dama Oscura se dirigió a nuestro coche para coger la cámara de video y el trípode. Afortunadamente, la iluminación ya estaba montada. Cuando se trata de matar, siempre salen bien las cosas.

—Vamos a filmar una película de cagones. De morir no os libráis —les decía a los actores que nos miraban fijamente alternando su atención entre nosotros dos—; pero de vosotros depende que sea interminable vuestra tortura.

La Dama Oscura tocó mi hombro y me dio la cámara y el trípode. Llevaba una bolsa negra con cadenas y esposas colgada del hombro.
Mientras preparaba la cámara y me encendía un cigarro, ordenó a los actores a colocar las manos en una tubería sujeta al techo del garaje y les esposó las manos.
Les obligó a abrir las piernas cuanto podían y les encadenó los pies con grilletes a las estanterías murales ocultas bajo el decorado.
Dejó cerca una escalera de mano abierta.
Nos llevó casi dos días el rodaje.
Mientras tanto, apareció un Saab descapotable blanco con un cincuentón de pelo blanco y una puta de lujo, a los que degollé cuando se acercaron al garaje. El primate maduro era el dueño de la casa, lo sé por las fotos. Nos instalamos en la casa durante el tiempo que duró el rodaje.
También tuve que matar al jardinero y a un par de críos (los nietos del dueño de la casa) que se acercaron con sus bicicletas. El hedor a cadáver se extendía por toda la propiedad, cosa que me hacía sentir bien.
El resultado de lo filmado es más o menos así:
Mierda letal 1 (este es el título y aparece una mierda deshaciéndose como sangre líquida para dar paso directamente a la primera escena)
La cámara muestra un sucio garaje con el suelo lleno de sangre y cadáveres, el sonido de las moscas es omnipresente y se acerca el encuadre hasta la oreja de una chica por la que asoma la cabeza de una mosca.
Un hombre y una mujer se encuentran encadenados con los brazos en alto a una tubería en el techo, ambos lloran intentando no mirar a la cámara. Sus pies están separados y encadenados a las paredes. La mujer es un celulítica treintona que aparenta tener cincuenta años, con una peluca rubia torcida tapando sus rizos morenos, sus tetas son gordas y están lacias. La cámara hace zoom en el hombre que lleva una grotesca peluca pelirroja. Está enfermizamente delgado y sus velludos y pequeños genitales penden como piel reseca entre los sucios rizos negros.
Ambos muestran sus pechos manchados de vómito.
La cámara los rodea y el encuadre muestra las nalgas de los actores. Sus glúteos están ensangrentados, se cierra más el encuadre y se puede apreciar que en cada actor, se han cosido las nalgas con un grueso cordón de cuero, cegando así los esfínteres.
Se aproxima más la cámara para mostrar el detalle de las infecciones y la pus que rezuma por los puntos de sutura. Una mano de mujer pasa seductoramente el dedo por las puntadas de cuero para acabar dando un cachete cariñoso en las nalgas. Se escucha un gemido
El enfoque vuelve hacia atrás y muestra a los dos actores en un plano alejado. Ahora se aprecia que hay una escalera de tijera tras ellos. Con una música de película muda y filmado en cámara rápida, hago mi primer cameo y corro cómicamente hacia ellos subiendo por la escalera abierta. Los actores intentan, girando la cabeza, ver lo que ocurre u ocurrirá a sus espaldas. No hay nada como el miedo para aprender a actuar.
Subo tres peldaños de la escalera para estar cómodamente tras ellos. Una broma: saco mi cuchillo de entre los omoplatos y llevo el peligroso filo al cuello de la cerda. La cámara muestra mi rostro con la lengua fuera en actitud malvada y un hilo de baba colgando de mis incisivos. He de reconocer que soy un hombre deseable.
La Dama Oscura aparece en escena, con unos zapatos negros de charol y unos tacones kilométricos, porta con cuidado un pequeño cubo de plástico rojo y un embudo grande en la otra.
Me alcanza primero el embudo y al ponerse de puntillas se puede ver en todo su esplendor la raja de su coño depilado. Arranco la cinta que tapa la boca del hombre, le obligo a tragarse la parte estrecha del embudo y mantengo su cabeza contra mi pecho obligándolo a mirar al techo. La Dama Oscura me alcanza el cubo y vuelco en el embudo el contenido: chocolate caliente mezclado con galletas.

—Si no empiezas a tragar esto, te arranco tiras de las pantorrillas hasta que te comas tu propia lengua.

Un plano muestra como el embudo se vacía a cámara rápida para luego, enfocar el rostro del encadenado y su garganta para mostrar los fuertes y rápidos movimientos de la glotis al tragarse todo aquel dulce manjar.
La Dama Oscura, se coloca frente a la cámara y llevándose los dedos a la vagina, separa los labios y los tensa, hasta que aparece su duro clítoris empapado por entre los pliegues. El dedo corazón, se posa en él y comienza a rotarlo.
Fundido en negro.
Otra vez, en una cómica y rápida velocidad, bajo la escalera y la llevo tras la mujer; hago exactamente lo mismo que con el hombre, sólo que a ella, sin querer, le he partido los incisivos al meterle el embudo en la boca.
Un reloj corre a velocidad de vértigo, han pasado cuatro horas y un encuadre muestra las barrigas ya un poco prominentes de los actores escatos.
Enfoque de sus glúteos y unos segundos mostrando las tumefacciones y el feo color de las heridas suturales de las nalgas. Un punto rezuma un líquido espeso y amarillo veteado de sangre. Entre la raja del culo se les pone a cada uno un termómetro y la pantalla digital marca los 39,8 grados centígrados.
La Dama Oscura se coloca frente a los dos actores y les toca los genitales y las tetas sin conseguir arrancarles un gemido. Sus ojos apenas reaccionan.
El director (yo) sale a escena de nuevo para darles su nueva ración de chocolate con galletas. Piden agua, pero no se les da ni una gota.
Otra vez el reloj avanzando a cámara rápida hasta que pasan cuatro horas.
Los vientres de los primates ahora están tensos y enrojecidos, empieza a notarse la presión en sus intestinos. Una mano con uñas largas y rojas y un anillo con tres seises en el pulgar, acaricia aquellas prominentes barrigas. Es hora de cebar de nuevo a los primates.
En esos dos días, cada uno de los actores, se tragó ocho kilos de chocolate con galletas.
El reloj vuelve a avanzar rápido para luego mostrar las barrigas de los primates. Parecen embarazados y los ombligos sobresalen como tumores de la tensa piel. Alguno ha vomitado, por la nariz. Sudan mucho, están pálidos y respiran con mucha dificultad.
Una toma de mi espalda, muestra como me saco el cuchillo de entre la carne de los omoplatos para ponerlo en la femenina mano de la Dama Oscura.

—Es tiempo de morir entre mierda —dice frente a la cámara con sus labios rojos como la sangre y sus negros ojos brillantes como zafiros.

Se abre el cuadro de la escena y la Dama Oscura se acerca al hombre contoneándose, empuña el cuchillo por el peligroso filo. Es fantástica.
Se dirige al primate macho. Hunde ligeramente el filo en la parte baja del esternón y practica un corte poco profundo hasta el pubis. Una sangre muy espesa se desliza perezosamente por el vientre, los genitales y las piernas.
Un perro pequeño lame la sangre a los pies del actor (apareció en las últimas horas, y llevaba un collar con cristales de Swarosky que decía: Brutus).
Con la cerda hizo lo mismo, sólo que además, le cortó ambos pezones practicando una cruz encima de ellos. Les habíamos amordazado con una tela muy fuerte, ya que sabíamos por experiencia, que cuando el dolor es intenso, la cinta aislante no sirve como mordaza, no tiene la suficiente fuerza para sujetar unas mandíbulas que claman misericordia al cielo ante la devastadora tortura.
Me excité como un perro ante los pezones sangrantes de la guarra, la Dama Oscura salió de escena y me lancé a mamar la sangre que manaba de los pezones de la actriz.
Cuando me sacié, le pegué una fuerte patada lateral a su barriga. La Dama Oscura había hecho un buen trabajo, porque la herida se abrió en su totalidad y cayó al suelo el paquete intestinal de la puta con un sonido gelatinoso. El hombre se debatía intentado liberarse de las cadenas, aterrorizado ante lo que le esperaba. Se estaba poniendo morado por momentos.
Por mucho que se moviera, no tenía forma alguna de esquivar la patada y tras pegársela, otro nuevo montón de tripas cayó al suelo.
En ningún momento les quité las mordazas; aunque estuve tentado para que se pudieran oír sus gritos; pero si vomitaban, ensuciarían las tripas que ahora parecían gordos gusanos palpitantes. Estaban tensas y prietas como longanizas.
Cogí la morcilla del hombre y la corté con el cuchillo, de tal forma que exprimiéndola con fuerza, la vacié en la cabeza de la hembra.
Consiguió chillar después de todo. La mierda comenzó a contaminarse con la sangre que manaba del tejido intestinal.
Cuando corté el intestino grueso de la mujer, no me dio tiempo a llevar el cabo a la cabeza del hombre y la mierda salió rápida y a presión. Sólo pude manchar los genitales del hombre.
Aquella casquería rellena de mierda despedía un hedor insoportable que se apoderó de todo el garaje y la pobre Dama Oscura tuvo que vomitar. Filmé sus pechos agitándose tras las náuseas, es preciosa haga lo que haga. El artista también tiene que sacrificarse en pro de su obra si quiere ser pasional y transmitir emociones al espectador.
(Estas anécdotas hicieron más largo el rodaje, aunque gracias al montaje final, la película no aumentó demasiado su duración).
A los pocos segundos, los primates dejaron de moverse y sus ojos se habían cerrado. Respiraban con dificultad cuando les arranqué los restos de intestinos para que la cámara captara la caverna que quedaba; el último plano que filmamos de ambos vivos. El final de la película es más vulgar y sólo trata del descuartizamiento de los cadáveres y una masturbación que la Dama Oscura se hizo usando la mano del primate macho.
Fundido en negro para el final, no hay títulos de crédito. Se escucha la canción de los Rolling :”Simpaty for the devil” y un plano muestra al perrito blanco llamado Brutus, mordisqueando los cadáveres en descomposición, agitando contento el rabo.
Hasta que un balazo en el costado lo lanza muerto dos metros al interior del garaje. Mi Dama Oscura tiene una puntería envidiable.

Así es como matamos dos pájaros de un tiro e hicimos una película de escatología y a la vez una snuff movie.
Me han pedido copias a cambio de su alma: tres reyes europeos, seis presidentes, siete jeques árabes y tres raperos traficantes de drogas.
La película, he de reconocerlo, no es muy comercial y no creo que se convierta en una película de culto para un consumo masivo.
Ya os contaré más historias.
Siempre sangriento: 666



Iconoclasta

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