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28 de marzo de 2021

Amarre nocturno


Ya no me queda más que ser tu nocturnidad.

La luz no me permite ser la piel que te cubre.

No me queda más remedio que ser un aire que te ama cuando el mundo cierra los ojos, cuando cierras tus ojos.

Deambulo por los campos oscuros conjurándome a mí mismo. Elaborando un amarre nocturno con flores lilas que he recogido con los últimos rayos del sol en una esquina del horizonte y ramas de zarzamoras erizadas de púas para protegerlas de la maldad del día que me condena a vivir sin  ti. No es perfecto, porque algunos pétalos se han manchado de sangre; pero les da un aire de hermosa tragedia.

A mí no me duele y a ellas tampoco, no hay ningún mal en ello. Nadie me puede llamar vampiro por unas gotas caídas al azar de la desesperación.

Seré un siseo sensual y nocturno en tus labios, en tu oído; un frescor en tus muslos.

Lo que la luz me quita, se lo robaré en la oscuridad.

Tengo mis recursos amatorios.

No será fácil que alguien o algo evite que llegue a ti.

No será tan fácil, amor.

En la oscuridad de todas las noches, me convierto en una sombra más, en un invisible que una noche por fin, el amarre desesperado convertirá en aliento nocturno en tu boca.

Dicen que los encantamientos no existen, si ese es el caso, deberán llamarlos de alguna forma que permita su existencia; porque no conseguirán encontrar mi cadáver, ni en los días ni en las noches, cuando mi conjuro me lleve a ti y me deslice siendo niebla por tus pechos, como oscuramente camino frente a las negras montañas nocturnas con el universo negando la posibilidad de cualquier magia.

Cuando ocurra, no me confundas con un murciélago ¿eh?

Si no te arranco una sonrisa es que soy un mierda, cielo.





Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.