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8 de mayo de 2019

La visita de Tristeza


- Hola Tristeza, hacía tiempo que no nos veíamos, ¿eh?
- Sí. Estoy un poco celosa porque amas a Ira más que a mí.
- Cómo te lo diría… No deberías sentirte orgullosa de lo que eres. La ira da más satisfacciones aunque no sea tan íntima, que también lo es.
- Sí, tal vez; pero mi origen nace sobre todo en las cosas amadas, las cosas bellas que se perdieron y no pudieron ser; los queridos muertos… Dulces melancolías. Soy producto de amor y amistad en muchos casos. Soy bellos recuerdos dolientes.
- Ya sabes, de amor con sesenta euros me arreglo cuando me conviene. Y la amistad, mejor solo. Ya he tenido asaz compañía en mi vida.
- Sabes que no es amor lo que compras y la soledad un día será una losa en tu ánimo.
- No es real el amor, ni la amistad, ni la simpatía. Todo obedece a intereses y cuando no, se trata de algo hormonal y se tornan efímeras. Pompas de jabón tontas como mariposas.
- ¿Y qué interés crees que tengo yo en filtrarme en tu ánimo? ¿Crees que te voy a pedir o quitar algo?
- No, qué va. Tú eres sincera de mierda. Como el dolor.
- ¿La alegría te gusta más?
- No jodas…. La alegría cabalga a lomos del espejismo, de la candidez y la frustración. Es un acto de histeria ante la imposibilidad de resolver un problema y demostrar con pretendido humor que nada te roba una sonrisa piojosa. La alegría es un mal bicho que raramente es buena (admito alguna posibilidad), salvo para los narcotizados que, es síntoma de imbecilidad.
- Quieres que me vaya, por eso eres tan duro conmigo. Te molesto ¿verdad?
- Sí.
- Adiós.
- Puta.





Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.