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Concebimos y somos concebidos en el afán de la consecución de un orgasmo. De una corrida.
Recuerdo a mi madre como una buena persona, simpática, extrovertida.
Una persona agradable a primera vista.
Y le gustaba follar.
A ver, adultos: que nadie se crea que es hijo de ángeles reencarnados en sufridas madres. O que se es hijo de una curandera o sacerdotisa espiritual que da paz a tus miedos de mierda. Esos que sigues teniendo a pesar de estar cerca de los cuarenta o incluso sobrepasado.
A las abuelas, madres e hijas, les gusta follar tanto como a mí.
No os creáis esa mierda de la beatería de la maternidad. No confundáis las cosas. Las madres tienen coño y los padres polla.
Y les gusta usarlo. O les gustaría seguir haciéndolo.
He follado tanto como un mono y tengo un hijo, y soy un buen padre. Me gusto como padre y le gusto a mi hijo. Y seguiré follando hasta que se me caiga la polla.
Si fuera mujer, diría exactamente lo mismo, incluso me masturbaría maravillada ante mí misma frente al espejo.
Y las madres que ya no follan porque son demasiado viejas o por algún pudor prejuicioso, recuerdan con un cosquilleo genital cuando vuestro padre o su amante se la metía y las hacía gemir de placer.
No es un sacrificio ser madre. No es un drama.
Esta sensiblería barata e inmadura de ataque de amor filial anual, no es solo por la cuestión comercial. Es que la gran parte de los hijos son incapaces de ser independientes de sus madres y padres.
Se follan a su marido o esposa y luego corren a sus mamás a contarles sus secretos y lo mucho que las quieren.
Hay una gran cobardía. Hasta el punto de joder su vida independiente, si la tienen, por seguir siendo bendecidos por su santa madre.
No acaban los idiotas de vivir de forma independiente y siguen tocando los cojones a sus progenitores como si tuvieran diez años.
No jodas...
Cualquier animal se apresura a ser independiente de sus progenitores. Es el fallo evolutivo humano: no lo consiguen, excepto unos privilegiados.
Y ni qué decir tiene, que si sus madres o padres son unos perfectos hijos de puta; los hijos (como debe ser socialmente correcto) dirán: "lo sé; pero son mis padres". Y les besarán la mano como se le besa a un obispo cabrón.
O tal vez, la hipocresía filial siente pena porque sus madres ya no follan y las intentan consolar de esa temible carencia con días especiales. De ahí que sean gestos tan amanerados los que se ofrecen a mamá y papá. Por puta lástima.
No, no es tan astuto el género humano para elaborar esa hipocresía. Simplemente se creen de verdad que un día a mamá le saldrán unas putas alas en la espalda y en lugar de morir, ascenderá a un cielo de mierdoso algodón.
A ver si maduráis, coño.
Dicho esto, creo que el mejor regalo para mi madre sería una suscripción gratuita por seis meses a un canal porno en Super Puto HD.
Si no folla, que se masturbe a placer.
Si no estuviera muerta, claro.
Sois hijos del follar, no del amor; membrillos.
Buen sexo a las madres.
Iconoclasta
Iconoclasta, provocación y otras utilidades para escapar del negro abismo del agobio.
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6 de mayo de 2017
10 de mayo de 2013
La parábola de la tuerta
Hay una emisora de radio en México
(concretamente en Puebla), que parece una congregación de misioneros que busca
el bien por los demás. Aboga por pagar puntualmente las tarjetas de crédito,
obedecer la ley y aceptar con la cabeza gacha y resignación el escupitajo
ajeno. Y en ella hay un locutor que parece creerse la reencarnación de Cristo.
En estos tiempos, en este mismo mes y año.
Cada día el beato locutor narra con la sangre
hirviendo de emoción una edificante “reflexión del día” (en muchos casos una
parábola mal escrita y con nulo ingenio, solo apta para creyentes con muy poco
cerebro o simplemente para analfabetos) y que él mismo se cree.
Hay reflexiones en las que se dice que la
mujer no debe hacer cosas de hombre y que ella es la que ha de dar ejemplo y
doblar el cuello a su macho en nombre de la paz y la armonía en el hogar.
No me jodas.
La última reflexión me ha llamado
poderosamente la atención, es la cosa más cándida, ingenua, torpe y simplona
que he oído jamás. Más que divertirme al escucharla, me ha preocupado; creí que
estas cosas se decían hace tres o cuatro siglos. Luego pensé que la estupidez
no cambia jamás y permanece inalterable a lo largo del tiempo.
Luego concluí que la deficiencia mental es
algo de lo que nadie debería sentirse orgulloso. Parece que para esta emisora
de radio, la estulticia es motivo de vanidad. Eso y el servilismo de los
esclavos que se sienten protegidos por su amo.
La parábola en cuestión tiene un nombre
parecido a “Un solo ojo” y está pensada para hacer llorar a las madres e hijos
y para que YO vomite.
Una madre tuerta trabaja de cocinera en el
colegio de secundaria de su hijo, y a la muy buena y santa, se le ocurre ir a
ver a su retoño en la hora del recreo para preguntarle como le va el día. Pues
bien, todos los amigos le preguntan al hijo quien es esa mujer tan fea y con un
solo ojo. Cuando confiesa que es su madre, se burlan de él hasta que siente
ganas de meterse bajo la ducha y llorar abrazándose el pecho como mujer que ha
sido violada o que ha perdido el virgo.
El cabrón del niño, que tiene muchos huevos
con su madre; pero no con los amigos, le dice que la odia por haberlo
avergonzado, desea que se muera, no verla jamás.
(En este punto se me encogen los testículos
ante el dramatismo más puro. Se puede escuchar llorar al locutor y sus
intestinos estremecerse inquietos)
Con el tiempo, el hijito del alma de mierda,
abandona a su madre para dedicarse a estudiar una carrera (trabajando la madre
de cocinera y sin querer verla suena a ciencia ficción triunfalista de mierda).
Cómo no, el imbécil prospera y forma una
familia (es lo habitual, los más subnormales tienen una suerte de locos).
Con el tiempo la madre se entera donde vive y
decide ir a visitarlo. Al tocar el timbre abren la puerta sus nietecitos, los
cuales se ponen a llorar como mujerzuelas ante el horror que les inspira la
tuerta (cómo me gustaría haberla conocido).
Entonces, sale el valiente del hijo y la lleva
cogida por el codo hasta la calle y le dice que como se atreve a venir a
molestar y asustar a sus hijos.
A lo que la madre responde simplemente: Me he
equivocado de casa, perdóneme.
(Aquí ya es para meterse los dedos en la boca
y purgarse de tanta miel de mierda).
Pasa el tiempo y bla-bla-bla, el hijo recibe
una carta de su antiguo colegio para no sé que coño de reunión estúpida de
alumnos y ya que le pilla cerca, se pasa por casa de su mamá. Le dice algún
conocido que su madre ha muerto, así que entra en la casa muy feliz y tranquilo
sin tener que encontrarse al cíclope de su madre.
La parábola no dice donde, pero se encuentra
una carta de la tuerta que dirigida a él.
La beata madre le explica que de pequeño tuvo
un grave accidente que le hizo perder un ojo; ella le donó el que le faltaba y
se sentía feliz de saber que su hijo podía ver el mundo a través de uno de sus
ojos. Y que por encima de todo lo amaba.
¿Qué pretende la parábola facilona?
¿Quiere decir que las madres son santas,
mártires y beatas y que se alimentan como las hienas de la mierda que les dan
sus hijos? ¿Qué han de tragar desprecios y ofensas y amar a pesar de todo?
¿Qué cuanto más cerdo se es, mejor te trata la
vida y tu madre?
¿Que madres e hijos se lo han de perdonar todo
por muy mal que se traten y por mucho que se denigren?
Es lo más timorato, simple y vulgar que he
oído jamás, además de los milagros de Cristo.
No me jodas que una madre ha de sacrificar su
ojo y luego tragar toda la mierda del pequeño borde que parió.
Estas arengas moralistas son un insulto a mi
inteligencia, a las mujeres (que las tratan como imágenes sagradas sin coño que
ni follan, ni tienen ningún tipo de inquietud; pero que de alguna forma pueden
ser penetradas y parir) y a mi buen humor.
Joder con la tuerta. Cualquiera pensaría: pues
no es de extrañar que el hijo sea un cerdo con una madre tan retrasada mental.
Es que ni eso saben escribir, ni un patético
cuento que pueda desafiar el intelecto de alguien medianamente culto.
Y lo bueno, es que la dichosa emisora de
radio, recibe cantidad de correos electrónicos de los oyentes para recibir las
dichosas reflexiones.
Y eso sí que es preocupante, que haya tanto
lerdo en el planeta.
Aunque eso ya lo sabíamos.
¿Sabéis la parábola de la puta que daba mamadas
gratis por amor a sus clientes y que tenía un tremendo complejo de madre? Pues
murió con el coño seco, de hambre, la matriz podrida y sida.
Y si alguien quiere un ojo, ni el del culo le
presto. A mí nadie me enseña nada con idioteces.
Iconoclasta
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