(Historias covídicas o del coronavirus)
Estoy empíricamente convencido de que al inicio del cuento de la epidemia del coronavirus o “la covid 19”, los millones de cosas descerebradas que votaban en democracias y más adelante aplaudieron hasta romperse las manos; compraron ingentes cantidades de papel de limpiarse el culo para hacer tapones que meterse en los agujeros de la nariz con la ingenua e infantil idea de evitar el contagio.
Y es que los protege bragas (con su cómodo adhesivo) son caros. Así que, papel del culo bien prieto en cada fosa nasal y a respirar como los idiotas con la boca abierta y babeando.
Luego, al cabo de unos meses a los que sus amos los condenaron a prisión para salvar sus míseras e innecesarias vidas del catarro; y ya con unas horas más de libertad, el régimen fascista decidió educar a sus estúpidos votantes sobre la existencia de unos trapos con elásticos para las orejas a modo de bozales, que se conocen como mascarillas. Y eran además más baratas que los protege bragas, aunque un poco más caras que el papel del culo; pero más dignas y duraderas. Más efectivas para nada, pero les daría una apariencia más sanitaria. Como les explicó una vez su Caudillo: “La desescalada será progresiva. ¿Qué quiere decir progresiva? Que se irá haciendo poco a poco”. Ser un Caudillo elegido “democráticamente” no es garantía de cultura y mucho menos de un alarde de retórica. Lo único que por aquel entonces podía articular con claridad el Caudillo y su ganado entender, era la palabra “decreto”.
Bien, pues ante aquel descubrimiento, la chusma que lo votaba y adoraba, le aplaudió más, hasta lesionarse las palmas; se hincaban incluso ante los genitales de los caciques y otros cómplices del fascismo del coronavirus. Algunos se quitaron inmediatamente los tapones de papel de la nariz (que ya les sangraban las fosas) y otros (los más pudientes), no se fiaban y seguían con el protege bragas pegado en el hocico, ciñéndolo con cinta adhesiva a las mejillas. Maricones…
Y esta es la historia de la intrigante demanda y acopio de papel de limpiarse el culo al inicio del cuento de la pandemia y la posterior imposición del bozal que no ha servido nunca para nada más que los cabestros caminaran atemorizadamente cabizbajos y fueran dóciles y enfermizos. Porque los bozales no han evitado las cientos de olas de contagios que ha habido y habrá por decreto.
Deberían haber seguido con las narices llenas de papel o el protege bragas en el hocico.
Son todos, votantes y electos, una panda de idiotas.
Iconoclasta
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