Iconoclasta, provocación y otras utilidades para escapar del negro abismo del agobio.
14 de diciembre de 2016
El peso de su vanidad
Después de escuchar atentamente al paciente que lo miraba ansioso por conocer su opinión, abrió su bloc de recetas.
- ¿Cuánto pesa tu vanidad? -le preguntó el psicólogo observando con cierta hostilidad su cuidado rostro, su milimétrico rasurado que hacía una sombra perfecta de barba.
No te molestes, yo te lo digo: el 100 % de tu masa corporal.
Y lo peor de todo no es esa repulsiva vanidad; si no que no está justificada, nada respalda toda ese porcentaje de mierda.
No hay solución.
Prueba con el suicidio, es la única forma con la que podrás eliminar el colesterol malo.
Y con una sonrisa, le recetó medio kilo de diazepán para tomar en las próximas ocho horas.
- Mi secretaria te extenderá un recibo de ciento cincuenta euros por la visita.
Y la secretaria salió diligente de debajo de la mesa del psicólogo, limpiándose la comisura de los labios con lascivia.
Iconoclasta
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