Iconoclasta, provocación y otras utilidades para escapar del negro abismo del agobio.
23 de junio de 2015
Sin paraísos, sin sueños
No puedo prometerte amor eterno, cielo.
Moriré antes que tú, y luego no habrá nada.
Solo puedo prometerte una muerte de amor, como si eso pudiera existir.
No puedo ceder ya a los sueños, son cosas que duelen. Crearíamos una maldición entre nosotros mismos.
Y llegaría la frustración.
No existe la eternidad, ni otros tiempos ni lugares.
Nos parieron entre hormigón, entre distancias y sepulturas que ascienden verticales humillando a los muertos.
¿Te das cuenta de lo mucho que te amo? Eres toda mi magia, todo mi sueño.
Te amo en la sordidez de este mundo, te abrazo y me hago serpiente en tu cuerpo a pesar de todo y de todos.
No te amo en un paraíso.
Fuera de ti no existe nada. Incluso lo que escribo se deshace como una gelatina en el cristal de una ventana. Cualquier cosa que no sea tu piel es rechazada.
Solo me queda eso, mi amor, morir amándote.
Es algo que podré hacer. No habrá problema con ello, porque de hecho, no hay otra opción.
Lo siento de verdad, ojalá pudiera decirte que te buscaré, que nos encontraremos. Dedicarte más vida; pero el amor desgasta, acelera tiempos.
Te amaré con mi último latido, eso es todo.
Puta pena...
Si tuviera alma, si quedara una emoción que me hiciera humano, te juraría amor eterno.
No reconozco humanidad en mí, no tengo alma.
He vivido lo suficiente para saber que nadie tiene alma.
La gente tiene miedo de morir y yo siento curiosidad, algo pasó en mi concepción.
Así que juro amarte hasta que muera.
Porque no hay eternidad, no hay posibilidad de encuentros en tiempos o espacios.
Ir más allá de la muerte duele demasiado, es un engaño que nos hará mantener una esperanza que hará más angustiosa la muerte.
No puedo banalizar este amor que siento construyendo una leyenda.
Solo puedo jurar que moriré triste por dejarte. Sé que los seres mueren solos, perdidamente solos ante la angustia de no poder aspirar una bocanada más de aire.
Perdona la realidad, perdona la verdad suprema de todo. Es mejor que nos amemos ahora con todas las fuerzas de los sueños muertos, que nos fundamos el uno en el otro con una agonía anticipada sabiendo que se aproxima el gran puto drama, mi amor.
Esto pinta mal, y me duelen algunas partes del cuerpo, cada día cuesta más caminar y cada día te abrazo con más fuerza porque llega lo inevitable.
Sé valiente, mi amor, siéntete amada.
Guarda estas letras, no dejes que las emborrone una lluvia. Mantenlas como testimonio, como un hallazgo de amor que haga historia entre la humanidad. Que cuando gente de siglos adelante lo descubra, sepan que el amor que un día sentimos fue absolutamente puro.
Y no necesitamos paraísos, ni esperanzas legendarias.
Solo eso, mi amor. Sonríe, porque aún quedan unos días.
Vamos a cenar mi amor, estamos cansados.
Y luego al cine, ¿te parece?
La vida aún está aquí.
Iconoclasta
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