Iconoclasta, provocación y otras utilidades para escapar del negro abismo del agobio.
7 de octubre de 2010
El caleidoscopio
Alguien me mueve, me gira hacia la dolorosa luz, me rota y a veces me agita.
Estoy a su puta merced. Me fragmento, me rompo.
Soy estrella y después ameba. Mi mente se deshace en mil estallidos de color.
Sin dolor.
Sólo es asombro. Dios está juguetón. Dios me rompe y me rehace.
Dios es un psicópata.
Me transforma como una absurda energía que no tiene utilidad alguna.
Hay colores que se descomponen y en esos momentos la oscuridad reina.
Es desolador verse sometido así.
Descorazonador.
Estoy abandonado.
Podrido.
Iconoclasta
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