Cuando no estás, cuando el deseo me posee
todo se torna condena, cada recuerdo y necesidad
es un castigo. Tus recuerdos me azotan
me condenan a desearte sin remisión.
Arrastrarme por la vida deseándote es condenación.
Mira mis ropas polvorientas.
Sucio y condenado.
Tardar una eternidad en abrazarte, es condenación.
Me arrancaría la piel con las uñas
de puro deseo por ti.
Ensangrentado y condenado.
No convertir sueño en realidad, es condenación.
Soñar con acariciarte, penetrarte…
Me vuelve loco.
Loco y condenado.
Loco, loco, loco, loco, loco…
Condenado, sucio, ensangrentado, loco…
Sentir tu mirada sólida es condenación,
mis ojos se cierran pesados,
derrotados por los tuyos.
Ciego y condenado.
Ahogarse en tu boca, es condenación.
Mira mis pulmones sin aire
vacíos de ti ahora.
Asfixiado y condenado.
Tu cabello en mi pecho es condenación.
Ahora hay ceniza caliente
de un cigarro que se consume
solitario en mis labios.
Mira mi pecho.
Ceniciento y condenado.
Tus susurros son condenación.
Mis oídos tapados en un mudo grito
de pasión que no te llega.
Sordo y condenado.
Ciego, ciego, ciego, ciego, ciego…
Condenado, asfixiado, ceniciento, sordo.
Ciego…
No me condenes así, dame vida.
Abrázame y redímeme, no seas mi condena.
No te separes jamás de mí.
No me des libertad alguna
porque esa libertad es mi condena.
Sálvame encadenándome, mi amor.
Amarte y no tenerte, es la condenación.
No hay piedad alguna para mí en este amor;
sólo la navaja que saja la vena
sería mi otra salvación.
Iconoclasta
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