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15 de noviembre de 2011

Dos palos cruzados



Dos palos cruzados…
Una marca de idiotas para idiotas.
El verdadero significado de la cruz es una simple señal de aviso entre ignorantes con deficiencia de entendimiento y lenguaje: “Aquí puedes cagar, la cruz lo indica”.
Debería haber más logopedas.
No es que quiera ofender, solo soy académico. Los hay que tienen titulación universitaria, yo lo sé todo de una forma natural, espontánea. Jocosa…
Porque… ¿Quién no ha deseado alguna vez suicidarse con la cruz metida en el ano?
Sería mi última y gran dramatización surrealista. Que giren la cara ante mi cadáver descompuesto y se rifen con palitos quien me saca la cruz del culo para cerrar el ataúd.
Tengo una virgen en mi escritorio que sostiene al niño dios por las pelotas. Y se ríe (la virgen, el niño no parece reír).
Si uno se fija bien, sus pezones están duros y se muerde la lengua. Se ríe de su virginidad como yo de la cruz.
Dos palos cruzados es una señal llamativa. Cualquier estúpido sabría que indica algo. Antiguamente nuestros hijos no tenían cagaderos, era cuestión de higiene elaborar un símbolo fácil que cualquier troglodita pudiera hacer y entender.
Aunque tampoco me inspira respeto alguno ese seboso Buda o el Confucio con sus consejos para campesinos que no acaban de saber si caerá granizo o no (es el precursor de Pseudo-filosofía for dummys,un éxito editorial de cojones).
Nada explica porque la persona más imbécil y menos apta ocupa un cargo o puesto de poder. Porque los peores artistas alcanzan la fama.
Tirad los dados y suerte. Porque si algún dios con diarrea creó el mundo, la mierda aún llueve.
Crucifica al hambriento porque le suda la polla si además le dan por culo. Cuando su cuerpo se pudra irá al cielo como premio a su desdicha y humildad. Siempre llueve sobre mojado (que diría Confucio y cualquier pastor de cabras. Incluso yo mismo).
Se me escapa la risa como a mi virgen del escritorio.
Cura: confieso que cuando veo una cruz, me pica el culo y me dan ganas de suicidar a alguien, a algún pecador sin importancia. Algo banal; pero que desahogue cierta incomodidad que me preocupa.
La blasfemia solo existe para el crédulo y el coño de la virgen está en venta en algún sucio local de Saigón, donde los jubilados follan niños al precio de tercera edad.
Los burdeles asiáticos son cruces que indican algo roñoso.
Los brujos son viejos porque aprendieron con la edad a ganarse las gallinas sin trabajar. La vejez no es sabiduría, es un cúmulo de trucos para ganar mucho trabajando poco.
La sabiduría de los ancianos está sobrevalorada, solo son ingeniosos a veces. Lo que comúnmente se conoce como listillo.
La religión es vieja y producto de la envidia: “Es pecattum ser mejor que yo, vanidosus” (diría el viejo).
La religión es vieja, ergo…
La envidia es el gen común de todos los humanos, algún mono hijoputa fue demasiado fuerte (Darwin tenía razón).
Es tan fácil la teología cuando no hay misterio alguno de un parto virginal… O de un esquizofrénico que se cree una santísima trinidad de cerebro podrido.
El hambre adquiere importancia cuando se multiplican panes y peces que nadie puede disfrutar. Y yo sigo pensando que la cruz está clavada a los pies de un rimero de mierda en el monte del Cagódromo.
Menesterosos que cagáis, limpiaos con nopal sin limpiar, os mortificará y os hará acreedores de más felicidad en el paraíso de los tontos.
Perdóneme viejo porque he follado más que usted y sin pagar. ¿Quiere que le enseñe antes de morir la verdad que su religión esconde? ¿Me quiere dar algún consejo que yo no sepa ya, aunque sea más joven que tú?
Dos palos cruzados… Mejor tiro los dados y luego me toco hasta que mi pene se haga del tamaño de la cruz del nazareno esperando que me jodan de nuevo.
Me gusta lo resbaladizo de mi glande, me disgustan las astillas de una cruz mal hecha. Prefiero el chile en el culo ajeno, sinceramente.
Soy el infecto sacerdote de los Dos Palos Cruzados.
Aunque no busco discípulos, mi religión es solo mía, no quiero que ningún iluminado la tergiverse. No quiero millones de estúpidos con el culo mirando al cielo y en el ano un crucifijo. Eso no es calvario, es adocenamiento.
Quiero que ella se confiese: como se toca, como sus piernas se separan y deja una reguero de humedad en la sábana y sus dedos descubren un clítoris duro al que le importa nada el hambre, la pobreza, la enfermedad y la santidad. Quiero que me lo confiese arrodillada ante mí, aunque no la entienda bien. De hecho, no quiero entender nada, solo eyacular en un lugar cálido y húmedo.
Ved viejos y religiosos la verdad absoluta y el premio que nadie valora: la erección por encima de todas las cosas, de todos los dolores, de todas las moralidades y éticas. Mi proteínico pene hace olvidar la desgracia y la maldad que hay en el mundo.
Al menos hace más llevadera la enfermedad. ¿A quién no le han regalado una revista pornográfica mientras se recupera en el hospital de una operación (a moi sí que se la han regalado y juro que durante tres minutos apenas he pensado en la infección que me mataba).
Dos palos cruzados…
Ahora hay más diseño gráfico, se pueden hacer cruces con todo tipo de cosas duras. Y cuando digo duras, me refiero a cosas sexuales.
También se pueden hacer con metales cortantes, con zanahorias y pepinos.
Las cruces son tan vulgares, hay tantas…
Tampoco soy demasiado exigente, no soy artista plástico. Mejor cruzaré dos palos, es sencillo y rápido. Mi religión no es complicada.
Que su boca se confiese ante mí y yo diré donde le plantaré un palo como señal de penitencia. De gozosa penitencia.
Perdóneme cura porque soy sucio… ¡Ja!
La Santa Congregación de los Dos Palos Cruzados, es benévola y propugna el placer en vida. El mío y el de ella, no se admiten más adeptos.
Buscaos vuestros palos y cruzadlos si aún tenéis imaginación.
Amén.


Iconoclasta

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