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20 de diciembre de 2006

Las crónicas lácteas de un probador de condones



Las crónicas lácteas de un
probador de
condones

Yo me siento muy bien cuando algún degenerado se muere. No soy una persona especialmente sensible con las desgracias del prójimo como les ocurre a otros. Soy un currante nato y sacrifico mi polla todos los días en la fábrica de condones para seguir viviendo.
Por otra parte, cumplo una importante función social al proteger a los seres más carnales y marginados de enfermedades y embarazos no deseados.
Si el condón está roto, mi pene y yo lo detectamos.
Es un trabajo duro, hay días en los que no sería capaz de echarle más de 7 polvos seguidos a mi mujer aunque sólo me la haya pelado 16 veces en la fábrica.
En esos días de cansancio, hasta mi hijo, al llegar del colegio por la tarde me saluda con un:

- ¡Uy! ¡Cómo huele a polla hoy!

Y es que el tiempo no pasa en balde, los hijos crecen, la polla decae y los testículos cuelgan lastimosamente gordos, y tan cerca del suelo que hasta me transmite su frescor.
Es por ello que no sufro depresiones por males ajenos, me sobran con los míos.
Es más, desde que tengo una discusión diaria con mis jefes porque fumo en mi puesto de trabajo, aún me interesa menos que atenten contra el cajero automático del Palacio de la Zarzuela.

Soy rencoroso como un gato castrado.

Y no me van a despedir por una tontería como fumar, ellos no tienen tanta fortaleza como yo en sus órganos genésicos. Sin mí se quedan sin el departamento de Control de Calidad y sin los derechos a reproducir mi pene en resina como premio sorpresa que puede salir en las cajas de 120 unidades de Plátano Resbaladizo de Luxe.
En fin, que a pesar de que me importa una mierda lo que ocurre más allá de un kilómetro a mi alrededor, me siento bien cuando muere un hijo puta.

Todo esto viene a cuento por un condón que se me ha roto al sacármelo, se ha rasgado el depósito y el semen ha caído en unas hojas de periódico que deja en el suelo como medio absorbente la mujer de la limpieza, dice que está harta de pasar la rasqueta por el suelo, y también me pregunta por mi dieta.

Precisamente ha caído la cuajada de mi pijo brillante, húmedo y gordo en la foto de la jeta de Pinochet; parece talmente que el viejo pervertido me ha hecho una mamada.
Que nadie se engañe, estos tiranillos idiotas han comido más pollas que el director de la tesorería de hacienda cuando era un triste inspector.

¿No es precioso saber que está muerto el viejo loco? Sí, yo también sonreía ante la posibilidad que antes de morir le petaran el culo en una prisión con los calzoncillos en los tobillos. Pero sé que la vida es así de sosa y aburrida y estas cosas quedan para la ciencia-ficción.
Bueno, a ver si hay suerte y antes del fin del 2006, le sale un tumor en la barriga a Fidel del tamaño de una embarazada de quintillizos.
Su barba reseca y crespa promete placeres insanos.

Así que mientras masajeo mi pene con el cigarrillo colgando de los belfos (adoro la riqueza de mi léxico), veo la foto de un terrorista vasco, más concretamente de ETA, con cara de enfermo. Un tal Juana Chao (hay una mancha de aceite en la hoja que no me deja leer con claridad, cosas del enorme bocata de atún que me he ventilado) o algo así.

¡Qué asco, hasta entre los terroristas hay depravados travestis! Le han atado las manos para que no se arranque una sonda; debe ser anal. Yo sonrío, si a mi me tuvieran el culo sondado también me la querría arrancar. Pero a un travesti llamado Juana, le debería gustar.
Seguro que sólo lo hace para salir en el periódico.
Además, el muy tonto se encuentra en huelga de hambre…

¡Coño!, me he distraído acariciándome y me he olvidado de ponerme el condón.

Mis huevos se contraen, mis preciosos ojos verdes se entrecierran e incluso se humedecen emocionados, contraigo el vientre, aprieto fuerte el puño en mi venoso bálano, tenso el culo y pronuncio en un susurro entrecortado:

-¡Ah! ¡Hostia puta! ¡Me cago en Dios!

Nunca me acostumbraré al placer de un orgasmo.

Y ahora me pregunto si al Juana le alimentará y dará nuevas fuerzas mi requesón que luce obsceno en su cabeza rapada, en la nariz y en los labios.
Si yo fuera más humanitario, le dejaría que mamara de mi caño proteínico hasta que se transformara en Popeye, el macho.
Lo ayudaría, lo juro.

¡Joder! Ahora va y se cae la ceniza, como esto se seque me voy a cortar al pisarlo.

El bueno de Ahmed, mi sustituto para cuando voy a mear o cagar (y ayudante cuando necesito un culo para probar la gama de condones extra-fuertes Macho to Macho Lover’s) acaba de entrar.

- ¡Kihai Iconoclasta! – no es un saludo japonés, es que no sabe decir bien “que hay”.

- Hola Ahmed, aquí haciéndome unas pajas mientras leo el periódico.

Se sienta en mi mesa después de haber limpiado las gotas de semen con la palma de las manos y éstas en sus pantalones.

- Hoy ha salido una foto de mi pueblo: Baelobus Pallha. Soy libanés.

Ahmed es un buen tipo que se pone hasta el culo de chorizo y jamón. O sea, que se pasa el corán por el forro de los huevos como todos los que están fuera de su país, sólo que él lo dice tan tranquilo.

- Mira ahí, en la foto de abajo.

En la hoja que está extendida a la izquierda de mi pie derecho y bajo el izquierdo, hay una foto en la que aparece un cartel que sirve de apoyo un soldado español, ahí en gusanillos y rayas curvas, está escrito en árabe el nombre de su pueblo.
Al fondo se vislumbran un montón de casas con agujeros hasta en los vanos de las puertas, una mujer se balancea en el vacío aferrada al tendedero de la ropa.

El soldado luce unas gafas de sol de aviador, un pendiente en la oreja derecha, lleva un trapo a cuadros rojos y blancos liado en el cuello, tiene el pelo lleno de polvo y la barba oscurecida con rimmel.
El titular del artículo dice:

"Nos sacan de Irak, para meternos en un sitio más malo y peligroso. "

El sindicato militar En Pro del Descanso del Guerrero (PDG)y la plataforma Soldados Gays Sólo para Intendencia y Logística, han denunciado a los generales Millán Astray jr. y Brunete Pollo por mobbing.
“En Irak, al menos cobrábamos dietas internacionales, aduciendo que ahora estamos “más cerquita de casa”, nos han rebajado casi 300 € de la nómina” declara a este periódico el portavoz de la plataforma SGSIL.
El ministro de defensa responde que están trabajando en un proyecto de ley para prohibir el consumo de tabaco en todo territorio en el que se encuentre una bandera española muy grande. Los bocadillos de hamburguesa XXL serán considerados como no reglamentarios y su consumo será objeto de sanción. Se añadirá al equipamiento individual, dos cajas de condones con anillo vibrador para una más placentera relación sexual en la convivencia entre camaradas.
También podrán ser utilizados para las violaciones locales tanto masculinas como femeninas.
La oposición responde “que se meta el señor ministro los condones en el culo”. El ministro sonríe travieso.
- Joder, han hecho polvo tu pueblo, Ahmed ¿estás preocupado?

- ¡Quibhá! (¡Qué va!), si las casas las hicieron así para ventilarlas. Cuando fumamos y el sol lanza los rayos del atardecer que se reflejan en los edificios, las casas parecen cachimbas de bronce, es un hermoso espejismo en un mundo absurdo y lleno de contradicciones. Es precioso.

- Me aburre la arquitectura. Menéamela un rato que tengo el túnel carpiano irritadísimo. Ponme uno del lote 123 A, por favor.

- No hombre, no lo hagas con la boca.

Tomo asiento en la silla-trona de PVC con canalización hacia el desagüe y me relajo.
Ahmed es un tío muy nervioso y no hay nada peor que alguien te transmita los nervios.
Me maneja el pene como si fuera una coctelera, siento un placer malicioso al verlo sudar y jadear.
Es que me envanezco fácilmente de mí mismo.
Mi relajación dura muy poco, en menos de un minuto ya estoy estirando las piernas todas tensas hacia delante y contrayendo los dedos de los pies mientras mascullo mordiéndome el labio inferior:
- ¡Hijo puta!

El condón aguanta la presión de mi géiser blanco y Ahmed sale ileso.

- ¿Quieres que te la limpie?

- No Ahmed, cuando me corro estoy muy sensible y no soporto que me toquen. Ni besos ni caricias.

- Pues ahora me la pelas tú. – me dice con un condón de purpurina dorada balanceándose entre los dedos. Se lo ha sacado del bolsillo de la camisa.

- Una mierda. – le digo. – Oye, tráeme una cocacola, cuando vuelvas.

- Vale, hasta luego.

Hoy es un buen día, está pasando rápida la jornada con todas estas distracciones.
Es una suerte trabajar en una empresa potente que subvenciona la prensa diaria a costa del dinero de la mujer de la limpieza. Ya os he dicho que no soy especialmente sensible a las calamidades ajenas y el que la mujer de la limpieza tenga que poner de su bolsillo el sistema de absorción, es un daño colateral contra ella misma con el que puedo vivir sin demasiados remordimientos.
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Cuando llegué a casa, apenas me dio tiempo a dormirme viendo un precioso documental de National Geographic sobre el lagarto que escupe sangre por los ojos, cuando llegó mi hijo.

- Hola papa.

- ¿Cómo ha ido eso, machote?

- Aburrido, en este insti no pasa nada.

- ¿Y qué debería pasar?

- Joder, pues no sé, que encontremos a un niño cobardica y le podamos pegar unas patadas. O que alguien se decida a pegarle al profe de tecnología que es idiota. No sé, en todos los instis pasa algo y en el mío no. Nadie se suicida.

No se lo confieso, pero me encanta la forma en que piensa mi hijo, es una máquina inhumana y carece de escrúpulos. Es casi como yo.
Un día de estos me lo llevo al curro para que vaya aprendiendo el oficio y a ver que tal se le da el Control de Calidad.

- Ni siquiera hay quien filme una pelea con el móvil. En cambio en la tele, cada día ocurre algo en algún colegio.

- Claro, eso es porque se inventan las noticias para tener cosas que decir en los programas. Esas noticias de profes y alumnos sólo se emiten los dos primeros meses de inicio de curso, cada año igual. Ahora no lo entiendes, pero así distraen a la peña del agobio de tener que pagar tanto dinero por los libros cuando se han pulido la pasta en las vacaciones.

- ¿A que la de inglés pilla cada 2 meses un resfriado y se tira una semana sin ir al cole? – proseguí inflexible y dando la nota de sabiduría que los hijos necesitan.

- Sí, ahora tenemos a la suplente.

- Pues estoy seguro de que ya le han dicho que debería dejar de correr desnuda por la casa para no resfriarse y coger tanta baja. Hay gente que se cansa de trabajar y pone la excusa de que están enfermos, sobre todo los que trabajan para el ayuntamiento o el gobierno. Y como ya han estado tantas veces enfermos de todo tipo de males, tienen que inventar excusas nuevas. Ahora los profes se hacen videos en los que un chaval les pega y así tienen motivos para hacer huelga y no trabajar. También quieren que les suban el sueldo convenciendo a la gente que la docencia es peligrosa y casi quieren ser policías de niños.

- ¿Qué es la docencia?

- Pues fíjate, si hubiera una buena docencia, esto no me lo preguntarías. Resumiendo, la docencia es la actividad que consiste en educar a la gente sobre los temas que necesitan para vivir, trabajar y entender lo que ocurre en nuestra sociedad.

- ¿Y a ti quién te enseñó lo que haces? No hay profes de pajas.

- Bueno, cada persona nace con unas cualidades determinadas, y con el tiempo y a medida que te haces mayor, te dedicas a lo que se te da mejor. Y a mí las pajas siempre se me han dado bien. El colegio me sirvió para aprender a decir en público lo que es correcto y en casa lo que es real. Y es por esta ignorancia de lo que son los estudios y su falta de capacidad de síntesis por la que los universitarios que no son muy inteligentes, se congregan en rebaño para beber frente a una gasolinera. No saben aún de qué va la cosa y así se distraen un poco de su propia idiotez; se convencen de que entienden algo con porros y licor de garrafa. Luego se mean encima como es lógico; tú nunca hagas eso o te pego una paliza, cabrón.

Lo que en verdad quería decir es que el colegio me enseñó a leer y escribir para así entender de lo que va el rollo y no hacer ningún caso ni dar crédito a lo que me enseñaron.

Hay algunos ensayos del movimiento nihilista-kirkerganiano que apoyan mi orientación intelectual al respecto de que la filosofía y la metafísica tiene distintos fundamentos semántico-fonéticos partiendo de la razón del salario bruto anual del filósofo.

Hace poco leí un libro de un tal Péndulo Focault que hablaba más o menos así de incomprensible.

Estaba bostezando ostentosamente, pero mi hijo no se daba por aludido.
- ¿No tienes deberes? estaba impaciente porque el documental se estaba acabando y me encanta dormir arrullado por esas voces relajantes.
- Me voy a jugar con la cónsola. - lo dijo con un aburrimiento que no intentó disimular de ningún modo.

A mí me da igual.
- Vale pero no dejes los deberes para última hora que siempre los acabas después de cenar y no quiero que me toques los huevos cuando empieza la peli. - el Steven Segal hace el ridículo a su edad y su gordura en las películas, pero siempre distrae la violencia.

Soy un padre que está muy pendiente de su pequeño.
De golpe me sobresalté.

- Oye, ni se te ocurra decirle a nadie lo que te he explicado, que igual tengo que ir a partirle la cara si se pone borde. Lo que se dice en casa queda en casa.

Ya me imagino a mi hijo cotilleando como un hombrecito que la profe va desnuda por su casa para ponerse mala y no ir a trabajar. No tengo ganas de tirármela en su despacho cuando me cite y luego me desee, dado el morbo que suscita mi trabajo. No es bueno interferir en la educación de mi hijo; además, seguro que pillaría un resfriado de verdad por los sudores que le provocaría.
Y luego está lo insoportable que están los capullos de los políticos y progres queriendo meter baza hasta en la forma en que me he de tocar el capullo, al final conseguirán que se la meta en la boca para que se callen.
Serían capaces de denunciarme, torturarme y matarme de un tiro en la nuca. O de inocularme anisakis, que no es anís del mono turco sino el gusano del pescado crudo.
Me soplé las uñas orgulloso de mí mismo.

Y viendo como el lagarto escupía sangre por el ojo a un pájaro negro que ni siquiera se inmutaba; yo pensaba en la cantidad de veces que me la había tenido que cascar en la fábrica con 38 de fiebre, moqueando y fumando con una tos de perro.
Me puse la mano en los cojones y me quedé dormido sin que me diera tiempo a sacudirme la ceniza que me había caído en el pijama; ya lo haría mi mujer.
Se me puso dura enseguida.

Buen sexo, amigos, no os creáis todo lo que dicen.

Iconoclasta, 23-12-06

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