La dictadura de la ignorancia, la pereza, el arribismo, la indolencia, la vanidad (injustificada), la de los monstruos sexuales, el de las mujeres-hombres, la de los temerosos, los mansos cabizbajos, los adultos infantilizados.
La dictadura de los decretos del estado de extorsiones, acosos y ruina avalados por la “justicia”.
La dictadura de la policía que acosa a la población con saña y entra en casas a patadas.
La dictadura de los delatores del fascismo penitenciario, chivatos aplaudidores por una caricia en las orejas.
La dictadura sectaria que pervierte y envenena el conocimiento, la razón y la historia.
La dictadura que decreta que los hijos se han de educar por el estado, son del estado. Y aparta a los progenitores como mierda apestosa, lo intenta con toda pasión.
La dictadura que decreta y adoctrina comidas y placeres. La que pervierte sexual e intelectualmente a la infancia y la procreación, la básica y única reproducción.
La dictadura que acosa y restringe la biología humana y sus instintos.
La dictadura que debilita y enferma.
La dictadura que segrega, extorsiona, encarcela e inyecta cosas en el cuerpo de los españoles.
La dictadura que estafa, la narco dictadura…
La dictadura de otra nueva ruina económica, eterna en la profunda y endogámica España de políticos sucios e inoperantes. De próceres de rancio abolengo fascista.
La dictadura de la prensa prostituida al estado penitenciario español vendiendo sus mentiras y dogmas putos en todo teléfono móvil de todo español.
La dictadura que entró con el coronavirus un catorce de marzo del dos mil veinte y lo propagó.
La asfixiante dictadura del insano y fetichista símbolo neonazi: el bozal.
El Nuevo y Normal Estado Penitenciario Fascista Español del coronavirus, la guerra ruso-ucraniana y el crack económico de la clase baja o trabajadora por los impuestos delictivos por el cambio climático; ha sido preciso y omnipresente llevando su dictadura a todos los ámbitos de la población española, robando las más mínimas libertades y pensamientos incluso. Pero sobre todo, creando miseria.
Habrá de verse pronto donde se quedan todas las liturgias, doctrinas y catecismos del Caudillo Penitenciario Español y sus secuaces ministros y Caciques Autonómicos; cuando estalle la guerra civil en forma de “revuelta social”. Porque mejor morir a tiros que de hambre e indignidad.
Tan solo cuarenta y siete años han podido vivir los españoles sin un caudillo dictador.
Y ante tanta indignidad, asfixia y religiosidad penitenciaria/fascista-comunista, mejor la guerra y su libertad salvaje.
Además, es necesario destruir para crear algo nuevo, está todo tan podrido que nada vale ya. Y eso incluye morir a quien le toque, lo que realmente es la guerra (lo digo por el extendido infantilismo).
Iconoclasta