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16 de agosto de 2022

Creo en la violencia, en la selección natural y las catástrofes planetarias

Creo en la violencia como solución a un problema de libertad y de superpoblación de mamíferos rumiantes humanos.

Si nadie mata o se alimenta de una especie, ésta se convierte en plaga.

Y se devora a sí misma.

Con hambre y ferocidad insectil.

Paranoicamente.

Es tal la degeneración humana alcanzada, que nacen especímenes con la terrible enfermedad de nacer con un sexo erróneo. Y se mutilan el cuerpo para convertirse en algo indefinido y vivir malamente.

Monstruosamente hasta morir.

Otros lloran sin saber por qué. Otros nacen con una cobardía patológica. Otros absolutamente inmóviles y se dejan agredir. Otros se alimentan de otros como parásitos para evitar un cansancio. Otros con una debilidad indigna. Otros con un cerebro infantil en plena madurez orgánica…

No existen médicos que puedan tratar esta profunda degeneración mental y física; enfermedades o malformaciones producto de una endogamia planetaria. De la colosal e irreversible decadencia humana, del fin de la especie.

Ningún intelectual hubiera pensado jamás que el fin de la humanidad pudiera ser tan indigno y con una agonía tan larga.

A seres no aptos para la reproducción los fertilizan artificial y tramposamente. Con lo que surgen generaciones que no deberían haber nacido por imperativo natural.

No solo no existe la selección natural en la especie humana, sino que se ha pervertido incluso la reproducción.

Y es imposible que pueda surgir nada bueno de ello.

Se reproducirán exponencialmente como decadentes organismos fallidos si una tormenta solar de gran magnitud no arrasa la vida en La Tierra.

Es terrible…



Iconoclasta


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