Iconoclasta, provocación y otras utilidades para escapar del negro abismo del agobio.
19 de marzo de 2020
La cuarentena y sus apestados
Muchos de los vecinos y ciudadanos de las ciudades y pueblos en cuarentena por la peste del coronavirus se convierten en los mismos miserables policías civiles voluntarios que, en otro tiempo delataban a sus paisanos amigos o no; para obtener un trato de favor, como una caricia de su amo en la cabeza, como ocurría en toda España durante el régimen franquista o cualquier otra dictadura de la historia humana elegida al azar
Gente repugnante a la que no les importa que encierren, arruinen o fusilen a inocentes que hacen y dicen lo que ellos no tienen valor.
El coronavirus es un perfecto marcador de puercos que desean recibir un hueso de su amo el presidente, el futuro presidente o el futuro dictador de turno.
La presencia de estos colaboracionistas del fascismo y el asesinato institucional, al igual que el bíblico judío errante, está siempre presente en todas las eras y sociedades.
Son junto con las ratas, lo más numeroso en todos los núcleos urbanos.
Si el coronaviurs consigue extinguir a todos estos hijos de puta colaboracionistas con complejo de ciudadano ejemplar; bienvenido sea y que siga infectando hasta que todos mueran. Hasta que no quede ni uno de esos ciudadanos ejemplares que sujetan con obscena envidia y deseos de ser felicitados, su teléfono móvil de mierda para grabar, delatar y denunciar a gente que es mucho más valiosa que ellos y sus hijos, mezquinos ciudadanos ejemplares.
Y por otra parte, me encanta follar (con mujeres. Que nadie se crea que todo lo que ve o lee hoy día, es maricón) haya o no cuarentena de mierda.
Iconoclasta
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