Yo no viajo; pero ellas vienen a mí en
peregrinación desde muchos países. Soy como la Virgen de Lourdes; pero con polla.
Es el precio de la fama de un probador de
condones.
Y os digo una cosa: si queréis una buena
mamada explosiva, rápida y con verdaderas ganas, viajad.
Las provincianas nativas del país que visitéis
(siempre y cuando vuestra piel tenga un tono más claro que el del resto de
aborígenes del país), os la comerán como nunca antes habíais conocido.
Nada parecido a la de vuestras putas
habituales o santas (esposas), que las hacen largas, desganadas, con la boca
seca y un chicle entre las muelas y las mejillas.
Las mamadas de las provincianas o palurdas que
visitáis, son de una potencia y rapidez que jamás hayáis conocido. Y sin
romance previo ni pérdida de tiempo que es lo bueno. Esas mamadas ni siquiera
se piden, te las regalan hasta que se te arruga el pijo. Y pasas de una boca a
otra con una facilidad que luego, pasada la euforia, es repugnante.
Y piensas con asco en que no deberías haberles
besado la boca.
Las hay que pagarán para haceros esa potente
mamada, solo es cuestión de que no os dé el sol durante unos días antes de
viajar.
Recordad, nadie es profeta en su tierra y
siempre es un orgullo llevarse las orejas y el rabo del cornudo de su palurdo
marido a vuestro país de residencia como souvenir.
Yo sí soy profeta, pero soy un caso singular.
Siempre abundante: El Probador de Condones.
Iconoclasta
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