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16 de agosto de 2011

Pajas que duelen



Aunque duela, aunque me jodan los conductos seminales, YO me masturbo con furor.

Me masturbo desbocadamente, presionando hasta el dolor el glande. Quiero eyacular esperma y la rabia del deseo contenido.
Y sangre si puede ser.
No me masturbo con finura, ni con sensualidad.
Aprieto con un guante de recio esparto mi bálano. Que reviente este puto ser de llanto blanco que tengo entre mis piernas.
Consigo correrme al dejar de sentir dolor. Y es entonces cuando deseo que la boca de mi amada me limpie de sangre la polla.
No nací para ser suave y delicado. Mi piel estaba llena de sangre y grasa. Como la de todos los bebés. Algunos no son conscientes de su fealdad y su suciedad al nacer.
He visto bebés sucios como YO, no hay nada hermoso en el momento primero de la vida. Sólo al crecer y ver que ya siendo hombre expulso blanco y limpio, todo adquiere otro color más amable en mi existencia.
He visto coños llenos de blanca baba, ellas también tienen ese privilegio. No soy machista, no más de lo necesario.
No hay pecado original, solo la suciedad primera con la que nacemos que es un avance de lo que será la vida.
No es pecado, es putada.
Me masturbo y mi pijo es un bebé sucio de sangre y grasa.
Sólo que YO no lloro al nacer, de mi boca se escapa un filamento de baba animal que a veces llega al suelo tan rápido como mi semen.
No lloro; contraigo el vientre y me cago en la santa virgen de puro placer. Soy obsceno y blasfemo con lo que no existe. Existo YO, mi falo y la imagen de su cuerpo en mi mente. Penetrada, reventada, partida en dos. Con sus pechos sucios de mi moco blanco y reproductor. Con su boca estampada por la nata de la vida.
Muerdo mis labios y mi puño se entumece. Me duele la piel que sube y baja, la piel agrietada, el carnal ojo ciego de mi polla inmensa que lo ocupa todo.
Que la llena toda.
Duele correrse, tengo tanta presión que me duele el cojón derecho cuando descargo toda mi vida en mi vientre, en mi ombligo, entre mis ingles...
Otras veces dejo que el semen se vierta por mi puño, que se escurra por mis pelotas, que deje un rastro frío en la cama. Me arqueo y padezco la muerte del tétanos con cada orgasmo. Podría partirme el espinazo en cada corrida.
Y en otras ocasiones mi paja va más allá. Y deseo manchar la tierra que piso, el planeta. No deseo dar placer, solo pretendo humillar y vejar.
Y me miro al espejo, y el ciego ser de amoratada piel que intenta sobrevivir a mi puño furioso, llora una primera lágrima densa que huele a orina y al principio ácido de la vida.
Y mis ojos se enturbian y la realidad se hace triple y cambiante.
Caleidoscopio de carnes desfiguradas, de ojos que se mezclan. De pezones inmensos que se hacen uno solo al mamarlos tan cerca.
Mis piernas tiemblan, y mis nalgas entran en un maldito baile incontenible. Es antinatural, los hombres no nacen para correrse verticalmente porque los conductos se estrangulan. El paso a presión del semen es doloroso.
Y YO mantengo el pijo derecho entre mis piernas; frente al espejo se hace extraña mi imagen manteniendo toda esa erección en verticalidad. La erección obedece a la horizontalidad, a lo plano. La vida es horizontal.
YO apunto con mi pijo al infierno, aunque duela.
La verticalidad es una espada que hiere los vientres de los caídos y mi polla es Excalibur.
La mano izquierda mantiene el pene recto entre mis piernas, la mano derecha pellizca el glande en un masaje atrozmente placentero.
Y la primera riada de semen, puja en mis huevos y duele cuando se abre paso por el pene.
Aguanto dolor y espero la salida de la leche.
Y por fin, con una presión considerable, se estrella contra el suelo y mis pies resbalan en la vida y la pisan y la ensucian.
Y me duele tanto correrme así… Mis pajas no son banales. Mi leche es placer, vida y humillación.
Nunca daré vida, solo busco el placer y el tormento.
Y con ello, vuestra vergüenza y repudio.
Mis pajas son dolorosas, pero todos querrían sentir mi placer insano.
Todas desearían bañarse en mi ácido placer.
Ahogar mi dolorosa eyaculación en sus bocas de labios rojos y carnales.
Soy odiado y deseado.
Envidiado.
YO humillo aunque mis pajas duelan.



Iconoclasta

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