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17 de agosto de 2011

Lágrimas y posesión



Se derrama en lágrimas sintiéndose triste y desolada. Se rinde ante el espejismo de una lucha, ante rivales fantasmas que duelen como puñaladas. El pasado suele emborronar el presente. Ocurre como un accidente, como una mala suerte.
Es inevitable.
El pasado es una cinta ectoplasmática que se extiende en el universo haciendo viajar por el infinito todo lo vivido. Los imbéciles y sus actos se hacen eternos y ella vierte sus lágrimas desconsoladas por una aberrante conexión con ese universo pútrido.
Los recuerdos son aves carroñeras que beben las lágrimas como la puta traga el semen del marrano que la paga. Una lágrima llama a otra lágrima y todas las cochinas lágrimas del mundo corren por su rostro sin que ella misma pueda entender bien por qué.
Temo que se deshidrate porque la amo.
Temo su llanto porque bebo sus lágrimas y son amargas como hiel.
Temo parecerme a sus aves carroñeras.También causo lágrimas; pero con la intención que salgan por su coño húmedo, no por sus ojos.
Con la intención de metérselas en lo más profundo empujando, violándola con mis dedos, con mi falo, con mi lengua.
Mea culpa y dios es una batidora barata de almas.
No tendría que llorar; pero los buitres-fantasmas provocan el apocalíptico llanto debilitándola hasta hacerla desfallecer.
Es tan difícil y agotador dar un consuelo que no es posible y espantar mierda y carne podrida…
Cuando llora, el mundo a nuestro alrededor es una nube de moscas de la carne brillantes, metálicas.
Gordas y de tacto irritante como la piel de los que causan sus lágrimas.
Repugnantes…
Me es tan difícil abrazarla con una total misericordia y no metérsela hasta por el culo…
Soy bestia: mas los gusanos de lo putrefacto no me gustan. Quiero su carne fresca. Y ante todo, es mía, no necesito pudrirla como la descomponen padres y hermanos, como la pudren hombres-fantasmas, hombres con el pene escaso y sin leche en los cojones.
Es mía porque así lo exijo, guste o no guste la posesión humana; son cosas que no sopeso. Si atiendo sus lágrimas, atiendo su carne entre las piernas.
Daría dinero por su posesión, la compraría…
Soy el mercader de su libertad. Debería serlo.
Soy un mierda.
Bebo sus lágrimas porque no me queda más remedio; pero no me gustan. Prefiero la sangre que mana de su coño cada mes.
Odio su llanto doloroso porque me duele a mí. Tal vez sea puro egoísmo. No importa, con egoísmo o con lascivia la amo.
Y la jodo.
La poseo.
Ya ha llorado demasiado.
La culpa de mi animalidad es solo de ella. Sus lágrimas son puro elixir afrodisíaco en mi pequeño cerebro. Y debatiéndose en pena y dolor la parto, la penetro, me hundo en ella. La quiero ahogar con mi semen.
Se nubla mi visión cuando trago sus lágrimas.
Cuando libo su coño me exalto ante dios con el pene goteando.
Me excita la convulsión triste de su cuerpo-deidad cuando llora.
Y me aferro a mí mismo como a lo más sagrado con el firme propósito de joderla. Devolverle el agua que ha perdido escupiéndola por mi falo en lo más profundo de su coño.
Así mientras llora, no es barbarie apoyar mi pene erecto en sus nalgas y presionar. No es pecado clavar mis dedos en sus pechos y herir sus pezones.
Porque duelen más los fantasmas que mi posesión, que mi deseo.
No soy un buitre, yo la devoraré entera mientras esté viva.
No dejaré carroña alguna, ningún puto humano picoteará sus ojos hasta hacerla llorar.
Porque cada lágrima, cada sonrisa, cada quejido y cada gemido, son míos.
Nadie la merece, sólo yo.
La follaré ante la mirada miserable de los buitres.
Dejaré lágrimas como mierda para los fantasmas, mierdas que vuelen por el infinito cubriendo los rostros del pasado. Un cometa putrefacto que acabará con el mundo un día u otro.
Y mostraré a la luz la penetración salvaje para que también se eternice en el universo.
Como las putas lágrimas.



Iconoclasta

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