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31 de agosto de 2011

Delicadezas eróticas



Soy un hombre delicado y mi forma de expresarme es con un sutil erotismo.
Y la polla me arde.
Sé que debería escribir que siento una deliciosa comezón en mi miembro viril; pero la puta realidad es que tengo el pijo inundado de una baba espesa.
Es mi néctar delicioso, el fluido del amor.
Y una mierda: es una baba de olor fuerte, casi almizclado que ríete tú de la peste que echan los hurones. Es un fluido que me prepara para la penetración, para follar.
Y hacer el amor entre sábanas de satén es lo más excelso que hay.
Es que me pongo malo de pensarlo; no puedo ser tan sutil cuando pienso que la follo entre las sábanas aún húmedas de semen anterior, de su propio fluido que deja manchas.
Beberé de su cáliz…
Lo tenéis crudo, yo no bebo de ningún cáliz de mierda, no soy católico ni masón. Lo que hago es dar largas lamidas a su vagina, desde donde empieza su deliciosa raja hasta el mismísimo ano.
Y con ello consigo que se abra desesperadamente de piernas y su culo se relaje.
Ella no bebe el jugo de la vida, ella se inunda la boca de semen y cuando su pelo roza mi pecho, siento esa leche fría en mi piel. Mi semen en su cabello.
Accidentes del follar… Cosas que pasan, cosas que me la ponen dura.
Me cogería ahora mismo el pene con el puño y lo apretaría hasta estrangularlo y que mis cojones liberen toda la presión en el papel.
Tinta invisible erótica…
Quiero que pase sus labios por todas y cada una de las venas que dan relieve a la piel que cubre mi bálano que se agita en espasmos.
Cuando hundo los dedos en las entradas de ese paraíso cálido, en las grutas carnosas de un universo resbaladizo…
Coño… No es así, joder.
Sólo un cabestro habla así.
Cuando meto los dedos en su coño y en su culo siento como vibra toda ella.
Y eso me hace macho, me hace importante.
Y empujo para dilatar todo ese placer, para que se sienta zarandeada, posiblemente de puto amor; pero mi último fin es que grite, que se muerda los pezones de placer, que sus ojos se cierren y sentir como su líquido se asemeja a una eyaculación.
Eyacular… ¿O es más correcto liberar la vida en su deliciosa corola?
Otra mierda…
Erotismo… Me pone tan nervioso… Al fin y al cabo soy un animal, la jodo porque la deseo con toda mi alma y la deseo porque la amo, eso sí.
Cuando me corro, cuando suelto mi esperma en su coño es porque su santa vagina (y es santa, es lo más bendito) oprime mi capullo, y de una forma nada sutil me pide leche. Me desangro en esperma con el pijo aprisionado en su coño. Rozando su punto G que es el mío.
Porque cuando la jodo, no sé donde empieza mi pene y dónde su coño.
Está todo tan inundado…
Entiendo que nazcan bebés en el agua.
Escupiendo mi semen embisto hacia arriba sin cuidado. Se tiene que aferrar hasta al aire para poder seguir clavada a mí. Quiero joderle hasta el estómago, inundarla toda de mi semen.
Quiero que sus tetas le duelan de tanto que se agitan por mis convulsiones.
No hay pájaros de mierda a nuestro alrededor, está mi jadeo y el suyo.
Y siento que abraza mi hombría con delicadeza.
Me cago en Dios. No abraza nada, me maltrata el capullo y me obliga a correrme cuando no quiero. Hace mierda mi voluntad y control.
Luego viene una banda sonora o una música celestial.
Mentira, reposo con una respiración agitada, con ganas de escupir por el esfuerzo al que he sometido mis pulmones.
No escucho nada, sólo a ella respirar.
Erotismo… Menuda mierda.
Siempre huelen los sexos a orina y cuanto más te acercas al culo, más huele también.
Y eso es lo que me gusta, eso es lo que me hace babear.
Ya soy demasiado mayor, ya sé demasiadas cosas de la vida como para que nadie me enseñe erotismo.
Coño… El suyo el que lamo…
El que parece a veces eyacular…
A la mierda.
Adoro follarla. Y odio los pájaros.



Iconoclasta

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