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20 de septiembre de 2005

Que se muera

¿Qué me has hecho, preciosa? Me has sumido en un nefasto mar de amor. Me he bañado en tu boca, me he deshecho en ella y ahora no te tengo...
Y me dejas así, tirado sin ti.
Te alejas con él y me dejas con los pies hundidos en hormigón.
Qué carencia has creado ¿y pretendes que agonice así hasta morir?
Durante años... lo que me quede de vida.
De puta vida.
Y no tengo salvación, no me puedes liberar de este ansia porque tú eres mi respiración.
No es justo, no hay justicia en el amor sin respuesta. En el pensamiento unidireccional.
No es justo que haya alguien mejor que yo.
Debería morir al que ahora sonríes.
No soy un buen perdedor.
Que muera, que muera, que muera, que muera...
No estás conmigo, y me engaño.
Puedo sentir los labios, la lengua, tu cuerpo con el pensamiento.
Es mentira, mi vida; no te puedo sentir sin tocarte.
Si consigo ver tu rostro hermoso, se deshace como cera caliente cuando tus ojos le sonríen apartándose de los míos.
Te evoco y me desespero abrazando el aire.
¿Sabes que mis dedos intentan tocarte? Y tocan aire aunque yo me masturbe pensando que es tu cuerpo.
No me engaño, mi vida, sólo es un mal consuelo.
Y es un consuelo árido, que apenas dura lo que el semen tarda en enfriarse entre mis dedos.
Un desesperado consuelo y sonreír a la mierda que el destino me tira a la cara.
Al cabrón que es mejor que yo.
Mi sonrisa es un odio insano y letal; lo mataría.
Escondo mi dolor como un augusto; me he pintado una negra sonrisa; si me cortara sangraría lágrimas.
Mi mano es la desesperanza, mi mano es tu mano.
Pero no me engaño, soy viejo y sé de espejismos.
Sé de mi condena.
Sé que moriré sacando la lengua creyendo que nado en tu boca.
Y sabré que estoy muriendo, es normal; los cerebros se dan cuenta de estas cosas pero; no esconderé la lengua.
Seré tenaz amándote en pleno viaje a la nada.
¡Cómo odio tu preciosa sonrisa cuando es para él!
¡Qué putada, mi vida!
Que se muera, que se muera, que se muera...
Que se te muera en brazos ese cabrón.
Iconoclasta

19 de septiembre de 2005

Una piedra (runing stone)

A veces uno camina distraídamente y le da una patada a la piedra que se encuentra en su camino.
La piedra le dice que no está bien ir dando patadas a las piedras, mientras se aleja rodando, casi irritada.
¿Qué se le puede contestar? Pues nada, se le pega otra patada y tarareamos a Dylan con su rolling stone.
Un runing stone.
Una simple asociación de ideas, no puede hacer daño. Se ha de sonreír ante la ocurrencia.
Hay días que el ingenio se apodera de nosotros de la misma forma, que la estupidez se cierne sobre el pequeño cerebro del triste conductor que mata a toda su familia al salirse de la carretera.
Así de inopinada y sorpresivamente.
Súbitamente.
Súbita como...
Se debe tomar nota de esa ocurrencia ingeniosa y jamás creer que las piedras hablan.
Sólo se quejan, no quieren ni buscan conversación.
Ojalá pudiera la piedra apartarse del camino (piensa ella); la pobre.
Ojalá pudiera usar su experiencia para salvarse de la patada.
Ser un rolling stone por voluntad propia y no por voluntad de algún caprichoso cualquiera. Sólo quiere ser eso, un runing stone; nada más, una piedra con capacidad de rodar por ella misma. Sin deseos de pensar, reír, hablar o sentir.
Un simple rodar cuando haga falta, cuando sea necesario.
Lo neceseario para no llorar súbitamente.
Súbita como...
Ser justo lo necesario para no tener ingenio y no parecerse al gracioso de la patada.
A ése que teniendo la libertad de movimiento y albedrío no puede evitar patadas de otros.
¡Maldita piedra y maldito ingenio!
Estúpidas reflexiones de una simple patada.
Hace mucho calor, hay mucha verticalidad en el sol y no es necesario gastar energías en dar otra patada. Ya se suda lo suficiente sin dar patadas.
La piedra parece esperarle en mitad de su camino, incluso parece jadear tras los metros que ha rodado.
Llega a ella y le pega otra patada que la lanza a rodar erráticamente por la ancha acera de la arbolada avenida. Esquivando otros pies.
Súbitamente la piedra, el runing stone, cambia de dirección.
Súbita como...
La piedra acaba estrellándose contra el pie de granito de un banco.
La piedra se parte en tres trozos con un quejido ¿lastimoso?
Parece haber sangrado. Como si hubiera habido muerte.
Y la sombra de la pena se dibuja en su mirada, como si un viejo amigo hubiera muerto.
Da algo de pena, tanto ingenio a cuenta de la pobre piedra.
Se ha roto de forma súbita.
Súbita como...
Hace dos meses que encontraron al pequeño Ramón muerto en su cama, un domingo.
Pálido entre las sábanas que ahora hacían de sudario. Y la boca tapada con ellas como a él le gustaba.
La mortaja.
Pálido y frío. Pálido como la cera.
La vida le pesa como una losa.
Frío como el metal, un frío que le congeló el brazo y el corazón al tocarlo, al abrazar y besar y acariciar su cabello muerto. A su mujer muerta en llanto y gritos. Ni un sólo hálito salía de la boca de Ramón, ni un poco de calor arrancó de su cuerpo muerto.
La muerte súbita.
Estaba dormido y no pudo apartarse del camino de la muerte, no pudo convertirse en un runing stone.
Y sus pulmones se olvidaron de respirar, de coger aire.
Angelito... (a veces su mujer dice esta palabra y él pierde un latido de corazón).
Ellos dormían tan tranquilos al otro lado del tabique mientras Ramón se apagaba. Se moría.
Una súbita muerte de la muerte súbita. De una piedra, de un runing stone que no era necesario ser sacrificado.
Cuatro años de vida, de amor por el pequeño Ramón... Y ahora ha de dedicar el resto de su vida, todos sus años al dolor, a la ausencia de su hijo. A olvidar su voz y sus risas. Y los llantos que a veces le partían el corazón.
Su hijo murió con la misma facilidad y sorpresa que la piedra.
Ahora él es una piedra, y no tiene ganas de correr, de rodar.
Y la vida se afianza en sus hombros dejándose caer en ellos con todo su peso; se nota en su espalda encorvada.
Detiene sus piernas ante la valla que le separa de una profunda sima, de los cimientos de una obra en construcción 25 metros abajo.
Los hierros retorcidos del forjado de los pilares parecen querer subir. Son como nervios rasgados que afloran de un muñón seco y encostrado.
No quiere ser piedra (runing stone), apenas una sonrisa interior aflora ante el ingenio.
¡Ja!
Quiere ser ángel, como su hijo, está cansado de patadas.
De un rodar errático y doloroso.
Y sorteando la valla se sitúa en el borde del abismo. Otro acceso de ingenio que le hace sonreír.
Ahora ha de hacer el salto del ángel.
Una simple asociación de ideas.
Extiende los brazos en cruz, junta las piernas y las mantiene rectas. Su pecho se ensancha tomando aire y con un elegante impulso se lanza al vacío, siente en el vuelo como todo el peso de la vida desaparece de sus hombros al mismo tiempo que las negras terminaciones nerviosas de los muñones evitan que toque suelo.
Iconoclasta

18 de septiembre de 2005

666: Poliedros


Poliedros imperfectos y repugnantes en sus múltiples facetas. Así se podría definir también a la mayor parte de los primates.
Dios los crea en bruto, sus querubines y ministros intentan pulir toda esa miseria.Es una mierda de trabajo, están aburridos de intentar pulir toda esa carne estúpida.

Me gusta acariciar el pubis reluciente de mi Dama Oscura cuando pienso. Cuando reflexiono.
A veces la consuelo de todo este deseo que la provoco acariciando los labios de su vulva, apresándolos entre mis dedos y presionando y aflojando mientras ella mueve sus muslos, abriéndolos y cerrándolos con mi mano firme entre sus piernas.
Se me deshace.
La obsequio penetrando mis dedos en su coño profundamente. Algo previo a empalarla.

Me gusta coger un poliedro y reventar todas sus facetas, reventar al primate y quitarle a ese dios maricón su creación hortera e imperfecta.
Mortal y perenne.
Son poliedros efímeros que se corrompen como los pétalos de una flor entre mis dedos.

Hace una eternidad para vosotros, decidí crear un diamante a partir de un primate. Tallarlo y facetarlo, o al menos encontrar las facetas de ese poliedro cárnico irregular y amorfo en su geometría.Como el puto Dios intenta hacer.
Y fue un fracaso.

El primate al que quise pulir fue elegido al azar de entre la multitud. En una avenida y entre una riada de primates, planté mi cuchillo en los riñones a una hembra bien vestida, con un maletín de piel en una mano y con un teléfono pegado en su oreja.

-No se te ocurra abrir la boca, mona. –le dije al oído clavando la punta del cuchillo en sus riñones, lo justo para que atravesara la ropa y sintiera el frío acero en su riñón derecho.-Y cierra el teléfono. De ésta no sales.

Cuando a un primate se le hace esta afirmación se apodera de él un miedo inconsolable. Porque sé decir estas cosas, sé imprimir la puta sinceridad que nadie usa. Y se sabe muerta ya. Lo noto, es un miedo que se transmite desde la punta del cuchillo hasta mi corazón podrido.

Ahora la ejecutiva se hace mil preguntas sobre el cómo y por qué le ha tocado a ella esta lotería.
Pensó en sus hijos que estaban en casa, seguramente jugando con el ordenador; con su mestiza empleada preparando la merienda y en su marido que seguramente pensaba en tirarse a la mestiza en el cuarto trastero.Y la incité a imaginar; y entre todo ese miedo, imaginó a su marido agachado ante el apestoso coño moreno de la criada, lamiendo su vulva oscura. Masturbándose mientras la mestiza se acariciaba los pechos por encima de su ropa.

-Si te separas un solo centímetro del cuchillo, te abro el cuello aquí mismo.

Da una tremenda sensación de poder inmovilizar a un primate, ser tan violento y agresivo que se sienta incapaz de reaccionar ante el acero que se hunde en sus entrañas y lo destripa.Tal vez, lo peor que experimentan es la sensación de que es inevitable, real; de que nadie los salvará de morir. De que no les queda esperanza alguna. Y la tristeza de la muerte se mete hasta en su riego sanguíneo.
Y a mí se me pone dura.

Y recordando agarro por el cabello a mi Dama Oscura y la arrastro hasta el altar de piedra.Y la apoyo con sus pechos aplastados en la fría piedra.
Y hundo con un grito que espanta a los condenados mi pene en su ano oscuro.Con un golpe brutal.
Se rasga, y la sangre resbala por sus hermosos muslos morenos mientras se debate en un dolor y un placer inconsolables. Sus uñas arañan la piedra y me dice que la rasgue más. Que soy su amo.
Y mi polla se entierra en ella mientras mis dedos se clavan en sus caderas y mis uñas violan su piel…Su deseada piel.

Dirigí a la ejecutiva hacia las escaleras de un parking subterráneo.
La cuarta y última planta subterránea estaba vacía.

-¿Eres un diamante en bruto, mona?

Y su ejecutiva agresividad se hizo mierda junto con su voluntad de vivir.
Era un poliedro temblón y lloroso.
Se lo susurré al oído en esa penumbra de lejanos y sucios apliques fluorescentes.
Y rasgué su chaqueta con el cuchillo para que sintiera el peligro del filo. Lo que pasaría dentro de un tiempo con su piel, con su carne. La obligué a deshacerse de los zapatos porque no me gustaba el ruido de los tacones, el eco que se extendía por todo el subterráneo con cada paso que daba.
La llevé hacia una plaza de auto arrinconada en una zona especialmente oscura. Una pequeña valla delimitadora de obras nos resguardaba de la vista de alguien que llegara a este lugar vacío.

-Por favor, no me haga daño, no me haga daño…

-Quítate el trapo roto.

Y obediente dejó caer su chaqueta rasgada por la espalda. Bajo ella había una blusa semitransparente y se adivinaba una lencería blanca donde resaltaba el encaje de las copas.Y corté el hilo de un botón para deslizar el cuchillo por dentro de la copa.
Sus pechos se movían con un llanto de miedo incontenible.
Guardé el cuchillo en la cinturilla del pantalón y metí la mano dentro de su blusa, en el interior del sujetador, y pellizqué el pezón blando hasta que lanzó un gemido de dolor que se sobrepuso a los balbuceos de su continuo llanto.
Lágrimas de rimel se deslizaban por sus pómulos.

-Déjeme ir…Me suplicaba.

Y yo pensé en poliedros, en las múltiples facetas, en los mil aspectos de un primate, esos aspectos tan aclamados por dios.Y allí, en esta primate, había un miedo profundo. No veía faceta alguna más.
Empujé su mente, me metí en ella y mandé en su cuerpo manteniendo despejada su conciencia.
Y provoqué que su coño se mojara. Entre lágrimas y gimoteos su coño se hacía agua.
Corté su pantalón y sus bragas, dejé que resbalaran por sus piernas.
Y aferré su coño fuertemente, deslizando dos dedos dentro de su vulva, penetrándola con fuerza.
Y ella abrió su boca de placer y de sus ojos bajaba un torrente de lágrimas.

Mi Dama oscura, sangra y se desengancha de mí para lamer mi pene, para limpiarlo de sangre. Se ha arrodillado y me lame. Me acaricia los testículos jugando con ellos. Clava sus largas uñas entre el pelo rizado de mi pubis y me arranca la piel. Yo lanzo un grito contra las rocas que reverbera mil veces. Y hundo mi pene en su boca hasta que le es imposible respirar por ella.
Y de su nariz se escapa la saliva que no encuentra otro sitio por donde salir, y ésta corre a lo largo de mi pene para empaparme los cojones.
Desde su nuca la presiono contra mí hasta que sus dientes se clavan en mi pubis ensangrentado.

La ejecutiva ha abierto sus piernas y me arrodillo ante ella oliendo su chocho, su coño está perfumado. Se tira a su compañero de departamento. Su compañero la folla a veces con un grueso cirio que tiene en el cajón del despacho y cuando se quedan solos, se lo mete en el coño haciendo que la mitad de su cuerpo y las piernas abiertas se apoyen en el respaldo del sofá, y la enciende.

Y deja que la cera que se deshace llegue hasta los labios de la vagina.Y se masturba con la excitación de ella; se masturba con su dolor.
He descubierto su faceta de placer dolor y la tallo en su pecho. Practico un profundo corte vertical en su teta derecha, por encima de la copa del sostén, cortando el pezón por la mitad.
No grita por que no la dejo, pero siente el dolor inhumano que la recorre entera.
Las uñas de los dedos de sus pies rascan el cemento granulado en una contracción de dolor espantosa, tan fuerte que me cuesta mantener su control.
Y la sangre mana manchando el sostén, se desliza cansina por su vientre, por su pierna.
Y mi lengua lamió el sangriento río.

Mi boca bebió de su pezón partido y metió la lengua en él, saboreándolo. Sintiendo su dolor directamente en la punta de mi lengua.

Mi Dama Oscura sigue acariciándome su pijo con la campanilla, y yo sigo apretando su cabeza.
Hasta que la separo de mis cojones y la subo al altar con las piernas colgando, su coño está justo en el borde, ella abre la vulva con los dedos, descarada; sus labios hinchados parecen balancearse en su vagina por la excitación. La penetro sin preámbulos y lleva las manos de su coño a los muslos para mantenerlos separados, entre gemidos que contraen mis cojones.

La directiva me rogaba piedad con sus ojos, los giraba de un lado a otro buscando ayuda; huyendo de mi mirada que prometía muerte.

-¿Qué es lo más maravilloso de ti? -es más una pregunta introspectiva hacia a mí, que hacia ella.

Le separé las piernas y la obligué a sujetarse a una gruesa tubería del sistema contra-incendios. De su pecho seguía manando sangre y su coño estaba empapado por mi voluntad, la alcé desde los muslos y la penetré con facilidad, sentí sus jugos cálidos empapando mi glande.
Y dejé que su voz gimiera y llorara, porque esas cosas me ponen.

-¿Fue tan maravilloso ser madre?-y me corrí rápido en su coño, empujando con mi mente; y cuando el semen manó, la obligué a suspirar, la obligué a sentir un orgasmo profundo que contrajo su coño dando presión a mi pijo enrojecido.

Y con el puñal abrí su vientre, sabía lo que encontraría pero; quise que dios viera como yo también sabía tallar a primates como si fueran diamantes.Poliedros de carne de múltiples facetas.
No tan múltiples como dios el melífluo se cree.
Y mientras su vientre se agitaba en un profundo orgasmo, una marea de sangre subía del corte de sus entrañas para derramarse por su cintura, para gotear por sus lumbares. La sangre llega hasta mi pubis presionado contra su coño. Con mi pene escupiendo las últimas gotas de leche.
Mis zapatos resbalaban en la sangre derramada.

-¿Y ese gran corazón lleno de coraje, amor, odio...? ¿Dios te lo talló?

Y la tiré al suelo, y ella cerró los ojos ante el puñal que bajaba hacia su pecho izquierdo; ante el final de la vida.
Aún pudo ver como la punta se hundía.
Profundicé y abrí un gran hueco en su pecho mientras sus talones aún repicaban en el suelo. Y le arranqué el corazón, corté pedazos de él hasta que se asemejó a un poliedro de cinco lados, la caricatura de un pentágono. Sólo había sangre y las únicas tallas visibles eran las que yo acababa de hacer.
No bajó ni un ángel a dar consuelo a aquel poliedro ensangrentado.
Supuestamente tallado y forjado en el cielo.
Y lo tiré al suelo para que se lo comieran las ratas que acobardadas por mi presencia chillaban en algún punto de aquel penumbroso parking.
Salí a la superficie un poco más tranquilo. Y no me importaron todos aquellos primates que me rozaban en su caminar, contaminándome. Me sentía satisfecho. Feliz de saber que no eran diamantes, sino meros poliedros que dios jamás se entretuvo en tallar.

Estoy a punto de correrme en el coño de mi Dama Oscura, ella también; lo noto en las contracciones de su vientre, en su vagina sabia comprimiendo mi pene clavado en ella.
Cuando la primera gota de mi semen sale, le arranco la polla de su coño y eyaculo entre sus manos que aguantan los morenos muslos separados. Me corro encima de su pubis y clavo con fuerza mi dedo índice en su clítoris, aplastándolo mojado de semen, rotándolo hasta que de su boca se escapa un gemido contenido y largo, profundo; al que me uno con un grito ronco y gutural. Como el de un agónico placer.
A la mierda con los poliedros y la geometría.
Ya os contaré más cosas.
Siempre sangriento: 666
Iconoclasta

16 de septiembre de 2005

Hijos del agobio

HIJOS

DEL

AGOBIO


Yo ya había terminado mi jornada laboral
y encontrábame más a gusto que dios si existiera derrumbado sin elegancia alguna
en mi butaca.


Justo en el momento en que me estaba untando el pene con crema hidratante entró mi hijo en casa acompañado por un nuevo amiguito.
Se acercó y me dio un cálido beso en mi sonrosada mejilla mientras le decía:


-Cuidado con la polla que la tengo pringada de crema, no te vayas a manchar
¿Cómo ha ido el día? ¿Muchos deberes?
-No muchos. Papa… ¿me has traído una caja de condones de sabor a cola?
-Sí, y si quieres le puedes dar una a tu amigo. He traído 15 cajas.

-Se llama Viriato y es nuevo en el cole.
-Hola Viriato.-el niño se me quedó mirando atónito mientras yo masajeaba mi pene.



No estoy acostumbrado a las visitas y como tengo todo el día la polla al aire en el control de calidad de la fábrica de condones; pues no consigo habituarme a esconder el rabo ante las visitas.

-Es que mi papa trabaja probando condones y cuando llega a casa se pone crema en la polla.- le explicó Iconito para calmar la angustia interior que se apoderó de Viri al ver mi rabo reluciente.

Viriato nos miraba un poco descolocado, cosa que me extrañaba en un niño de una edad tan avanzada, a los 11 años una polla no debería espantar a un chaval. O les enseñas los secretos de la vida pronto o te comen el tarro con preguntas estúpidas y cuando se la pelan crean en sí mismos un gran complejo de culpabilidad . Y los psiquiatras cobran una pasta.

La Maríah Carey estaba bailando al son de una estúpida canción que no valía una mierda pero; era imposible no despegar los ojos de la pantalla cuando el vestido volaba queriendo descubrir sus grandes tetas.

A veces creo que mi

destino va íntimimante ligado a un hedonismo

exacerbado, hiper-realista,

neobarroco y existencial. Creo que mi semen ha

engordado más ratas en la

alcantarilla que el de ningún otro ser (a veces la

vena filósofa se apodera de

mi mente en vez de hacerlo del pene).

Aparte de esta mierda de la MTV, soy un asiduo de Discovery Chanel, que la cultura la cuido mucho.

-¿Dónde están los condones?
-Los he dejado en el cajón de mi mesilla.- le respondí a mi hijo sin separar la vista de las tetorras de la Carey.
-Vamos Viri.-le dijo a su amigo, y los oí salir del comedor.

Cuando acabó la actuación de la Carey se me fue la mano con el masaje y acabé eyaculando en la tapicería así que blasfemé un rato y limpié el semen con el faldón de la camisa. Total, nunca lo llevo por fuera del pantalón.

Me fumé unos cigarros y me quedé medio dormido.

Pasó casi una hora hasta que me despertaron las risas de mi hijo y su amigo que llegaban desde la habitación de Iconito.

Me llamó la atención la risa aguda de Viriato, estridente y de un ritmo cuasi lujurioso ; tan repelente como sus dorados rizos matemáticamente formados y dispuestos en su cuero cabelludo.

Parecía realmente un noble romano, un patricio de la Roma Clásica.
Un poco maricón para mi gusto.

Pero yo estaba tranquilo por la naturalidad y sencillez de mi hijo, el jamás se haría esos rizos, ni se teñiría y ni mucho menos se reiría con ese tono agudo y estridente.
En el Canal Pus daba comienzo la emisión de la película Black Hawk derribado y me quedé allí enganchado como una polilla a la pantalla. Y justo cuando le estaban intentando pinzar la femoral al marine en medio de unos gritos de espanto, oigo a mi hijo reír con una voz aguda, muy parecida a la de Viriato.

Me dirigí al cuarto y espié por la rendija de la puerta:

Mi hijo estaba intentando penetrarle el culo y del pene le colgaba un condón.

-No tío, sino aprietas fuerte no entra.-decía Viriato mientras se separaba las nalgas con las dos manos.
-Es que se me dobla la polla.-respondía mi hijo presionando con su pene fláccido en el ojete de Viriato.

Yo sonreí como buen padre comprensivo y entré en la habitación.

-¿Se puede saber qué coño estáis haciendo, hijoputas?

Se quedaron paralizados al verme; el condón de mi hijo resbaló al suelo. No abrían la boca.

-Estoy esperando…
-Le estaba enseñando a Iconito cómo se folla. Jugando a papás y papás.
-Querrás decir a papás y mamás. Por cierto, que no a todas las mamás les gusta que les den por culo. -acabé reflexionando; pensando en los berridos de mi mujer la última vez que se la endiñé a traición...
-Yo tengo dos papás, uno con barba y otro de pelo largo.

Es un hijo de maricones… Coño, pues vaya amistades se busca mi hijo.

-Bien, pues os vestís y tú te vas a casa de tus maricones padres a darles por culo a ellos. Iconito, tú te vas a duchar ahora mismo y te quedas sin cónsoloa durante un par de meses.
-Pero no hemos hecho nada malo, sus padres lo hacen, como tú y mamá.
-No es lo mismo, tu madre no tiene barba y su culo no rasca.
-A mí me gustan las tías, lo que pasa es que ellas no me enseñan como se folla y en cambio Viriato sí. -se defenció Iconito .
-Sí, yo lo sé porque mis padres me lo han explicado. Y me han dicho que tengo mucha suerte de haber sido adoptado por ellos porque podría haber caído en una mala familia. Los homosexuales son todos buenas personas. Y no como los heterosexuales que son violentos y maltratan a sus hijos. Que son todos unos incultos.

Yo medité y llegué a la conclusión de que no soy un insensible, porque si mi hijo se me hace maricón le parto la cara. Yo soy un padre con inquietudes.

Así, que no me lo pensé dos veces y le solté al proyecto de marica una colleja en el cogote que escupió el condón que estaba masticando a modo de chicle.

-Venga Viriato, vete a casa y límpiate el culo. -le dije con muy poca paciencia.

Antes de salir por la puerta de la habitación se giró y me preguntó:

-¿Dejará venir a Iconito conmigo para participar en el desfile del orgullo gay? Mis papás nos llevarán disfrazados de mujeres con tacones muy altos y tetas postizas. Y con pelucas largas. Incluso subiremos a una carroza que conduce mi tío con un pasamontañas de piel y cremallera en la boca.Yo ya me sé de memoria la canción Macho Man para cantarla en el karaoke.
-¿Qué dices , tío? Yo no voy a esa fiesta de maricas.-le contestó mi hijo, evidentemente asustado. Es clavado a mí, angelito...
-Vale, chachi, pero si te lo piensas mejor, me llamas. Yo iré con vestido azul de púrpura, como mis papis. ¡Anda… !Si ya debería estar en casa probándome el liguero…¡Adiós, Iconito. Adiós Sr. Iconoclasta!

Con los maricas siempre ocurre lo mismo, siempre van con prisas y ocupados en mil y una actividades, son tan activos y sociales. Siempre tan agobiadísimos...
Son tan "guays"...


Y el pequeño maricón se marchó al trote hacia su casa.

-Papa, es que tenía ganas de saber lo que es follar…
-Pues habérmelo dicho y ya te hubiera dejado un DVD porno, de follar. Y también tengo una conocida del trabajo que ya te enseñará, ya... Pero no me vuelvas a hacer una mariconada de estas.

Y lo dejé solo en su cuarto y ni puto caso me hizo de la prohibición de jugar con la cónsola.
Y en Black Hawk derribado ya estaban bombardeando los puestos avanzados de las milicias mafiosas…
Joder, es que nunca puedo ver tranquilo una película.
Pero me sentí orgulloso de ver como mi hijo crecía en un ambiente de tolerancia, donde convivía entre maricas y gente normal. Menos mal que mi genética es fuerte y esa adolescente ocurrencia es producto de las ganas de follar… De las hormonas.

Yo sí que me la cascaba con ganas...

Niños… Es que siempre te sorprenden.
Pero el Viriato ese, no entra más en esta casa.
Cambié de canal y conecté el Playboy TV; es que no entiendo nada, ¿cómo hay seres que no se excitan con esas tetas… esos culos… los chochos tan bien recortados…?
Vaya mierda de mundo.

Al final acabé haciéndome una paja reflexionando profundamente sobre el porqué de la existencia de los maricas y su desmesurada sensibilidad, esa afición que tienen a lucir los pelos del culo con pantalones sin nalgas. Vestidos de drags queen y riendo como idiotas...En sus selectas bodas tan maravillosas y bien organizadas...

Y me corrí con los dedos de los pies contraídos…
Buen sexo.

Iconoclasta, 16-9-05

Te partiré en dos

Soy fuerte y tenaz como la puta madre que me parió.
Te joderé por dentro y por fuera; penetraré en ti con mi polla en el cerebro y en el cuerpo.

Aunque estés un millón de coños más allá de mi alcance.

Deseándote como el agonizante desea otra bocanada más de aire.

Duro como el hueso fosilizado de un dinosaurio, seré inmisericorde poseyéndote, amándote.
Convirtiéndome en tu mundo, cegándote a todo.
Ciega... Sólo verás mis labios, mi maldita polla buscándote. Mi puño aferrando el pene hasta el colapso sanguíneo.

A mí no hay dios quien me frene.
Soy un rayo entre tus piernas.
Te partiré en dos.
La polla que rasga...

El ansia que babea desde mi boca a tus pechos. Como un infecto ser que desea joderte, embarazarte de placer y amor.
De una pasión enfermiza que me vuelve loco.
Mi polla loca...

Desgraciado y fuerte y tenaz.
Embistiéndote. Grita y gime:
"¡Soy tu puta!"
Te partiré en dos.
Iconoclasta

15 de septiembre de 2005

El diario de Germán

El diario de Germán (un regalo de mis papás)

Mis cosas

- Mis papás me miman.

- Mi papá se llama Ricardo, mi papá se llama Miguel.

- A veces mi papá Ricardo se enfada y hace llorar a mi papá Miguel.

- Otras veces se besan y se abrazan.

- A veces se duchan juntos y se tocan la pilila.

- También me besan entre los dos cuando me voy a dormir, me quieren mucho y sus caras me pican.

- ¿Por qué no hay papás suaves como las mamás de otros niños?

- Mis papás tienen una voz muy fuerte y a veces me asustan cuando hablan de noche ¿Por qué no hay papás de voz suave como las de las mamás de otros niños?

- Me gustan las mamás porque son suaves y guapas.

- No he podido hacer en el colegio el regalo del día de la madre porque me ha tocado clase de informática.

- Mis papás dicen que es lo mismo un padre que una madre. Es mentira.

- Cuando mis papás me recogen en el colegio no me dejan jugar en el parque con los amigos porque siempre tienen prisa.

- Las mamás siempre se quedan en el parque y llevan bocadillos. Yo como en casa con mis papás.

- Soy el único niño de la clase que en el regalo que hacemos para el día del padre he de escribir en la tarjeta: Para mis papás.

- A veces mis papás roncan tan fuerte que me dan miedo.

- No me gustan mis papás desnudos porque son peludos.

- Sus manos siempre son duras; las manos de la señorita Clara son suaves.

- Hay niños que cuando salen de clase se abrazan a sus mamás. A mí me da vergüenza abrazarme a mis papás.

Arreglando y limpiando mi habitación he descubierto el estúpido regalo que me hicieron mis "padres", el diario que escribía de pequeño. Ahora soy mayor.

- Mis padres son maricones y me he peleado con Axel porque me ha llamado maricón. Le he partido la nariz y él a mí me ha hinchado un ojo.

- Yo no soy maricón como mis padres: le he dado un beso en los labios a Marga y le he tocado las tetas. Se me ha puesto la polla dura.


- Esta noche he oído a mis padres darse por culo y me ha dado asco sus voces.

- Me río con mis compañeros de mis padres maricones. Cuando salimos de marcha, les damos caña a los maricas porque yo no soy maricón.

- Mis padres nunca han querido decirme quien es mi madre porque no me hacía falta.

- Ellos crecieron con una madre, yo no.

- Si recuerdo mi infancia, me parece repugnante.

- A la mierda con este puto diario.

Iconoclasta

14 de septiembre de 2005

Derrotado

No quiero ser fuerte.
No puedo, mi vida; siento un deseo inenarrable de ser mecido, abrazado.
Protegido.
Necesito un consuelo como mis pulmones el aire.

No siento pasión, mi vida; sólo siento que muero.
Y no puedo pedirte tu consuelo, tu abrazo.
Temo hacerte sufrir más que mi propia destruccion.
Y sin embargo, tengo miedo a morir sin que tus brazos estrechen mi cuerpo cansado y derrotado.Que tus palabras deshagan esta negra angustia y hagan luz en mi mente.
No quiero pasión.
La pasión me ha desgastado y minado.
Hoy me llevas tú de la mano. Siempre he conducido, me has dejado ser hombre al dejarte llevar entusiasmada por mi fuerza, por mi ímpetu. Casi siempre he sido el que grita y hace. El ejecutor de mi propia voluntad.

Pero mi amor, hoy no sé que me ocurre.Estoy reventado.Tan cansado…
No sé de donde salen estas lágrimas que me cuestan las pocas fuerzas que me quedan en ocultarlas.

Es una desidia que ha cubierto mi voluntad como el liquen cubre a la roca.
Te ofrezco mi mano para que tires de mí. Si supieras cómo lo necesito. Te quiero, mi amor. Pero no te doy la mano por cariño; es que temo no poder seguir. Temo caer en el camino y no poder levantarme ya.
Me llevas por una senda poco transitado, sé que es una senda porque tú la marcas.

-Ya llegamos, cariño. Sigue mis pasos, no te separes demasiado, es un lugar que sólo yo conozco; lo he encontrado para nosotros.

Y yo en un susurro prometo no separarme.

Pero las palabras no salen de mis labios y sé que mi pensamiento es tan débil que mi boca no lo ha oído y por lo tanto el susurro se ha convertido en un gemido.
La senda de los elefantes…, allá donde se dirigen a morir.

Y yo en la senda del hombre, allá donde se desintegra minuto a minuto.
¿De dónde ha salido todo este abatimiento?¿Tal vez de mi voluntad de jamás vivir sin emociones? Tal vez me he cansado antes de la vejez y mi alma exige un sacrificio para no vivir a ralentí.
Por alguna razón las emociones se me han gastado y el alma se me ha desteñido como el agua lo hace con la sangre.
Soy un Mefistófeles víctima de si mismo.

Morir intensamente y apagarse en un segundo.
No me arrepiento… Pero no quiero morir; ahora tengo miedo, mi vida. Y no tengo valor para decírtelo.
Me dejas la mano colgando en el vacío cuando correteas hacia el claro del bosque que me has prometido.
No he podido seguirte de cerca, mi vida.
Nunca te diría que me estoy consumiendo segundo a segundo.
Te diría que me he sentado en esta roca para poder admirarte desde lejos, entre el bosque. Estás radiante y preciosa.

-¿Los oyes, cariño? Son jilgueros, no tienen miedo; nunca dejan de cantar aunque esté aquí con ellos. Es un claro precioso que creo que sólo nosotros conocemos.

Claro que los oigo mi vida; oigo los jilgueros como te cantan su saludo. Como cantan al ritmo de tu saltarín caminar por la desdibujada senda.

Cierro los ojos dejando que los trinos y la voz de mi amor, consuelen toda esta pena, todo este miedo.
Sin que lo sepan.
Aspirando el humo ardiente de un eterno cigarro que siempre me ha mostrado un mundo menos vulgar a través de la neblina de su humo.

-Quiero que un día escribas de este claro y de nosotros, cariño.

Ya no tengo tiempo, mi vida.


-Lo haré, preciosa.- y con el esfuerzo de elevar la voz siento que mis pulmones van a reventar.


Está tan bella y llena de vida…Los árboles parecen agitarse cuando pasa frente a ellos. Los árboles la aman, han visto en ella lo que yo vi hace eones. Y le brindan un saludo de hojas y brisa.

-¿Serás vago? No te pares, si ya hemos llegado.- me grita desde una distancia enorme, de la cual me llega su voz clara y cercana.

-Sino fumaras tanto, no sudarías esa barbaridad.

No estoy sudando, mi amor. Son estas lágrimas que ya ni fuerzas tengo para frenar.
Me incorporo lentamente y me dirijo hacia el claro; ya ciego de lágrimas, su sonrisa y sus palabras me guían. No sigo senda alguna sólo mi escasa voluntad mueve los pies a través del bosque tupido y plagado de claroscuros.Hasta que me noto hundir en un barro húmedo del cual no puedo sacar los pies.

En el cual me hundo lentamente.

-Venga tonto, ven de una vez.

Y alzo un brazo saludándola. Sonriendo por lo bella que está a la sombra de esos dos robles que la protegen y aman. Ella me devuelve el saludo entusiasmada.
Sonrío como un triste augusto.

Yo quisiera ahora que sus brazos me acompañaran en el momento de morir. Quisiera morir con un beso de ella.
Pero su tristeza y su dolor me acompañarían durante mi viaje a la nada. Y no quiero que sufra.
Y yo… Esta pena tan profunda, este dolor que no sé como calmar.
Ni siquiera el miedo que siento cuando mis piernas han desaparecido en esta trampa de barro, es capaz de ocultar la profunda tristeza y agotamiento con el que he despertado.
Ella tiene ahora los ojos cerrados dejándose llevar por los sonidos del bosque. Como le gusta hacer siempre al recostarse en el tronco de un árbol. Ella no puede ver mi cabeza a ras de suelo, disimulada entre las altas hierbas. Soy un mirón de mi propia amada.

Sus hermosos ojos se cierran y en sus labios se forma una sonrisa.
Es todo un espectáculo.
Mi barbilla ha tocado ya el barro. Y me cuesta respirar.

De hecho, no me cuesta apenas esfuerzo ahogarme. Es como un merecido descanso.
Estaba tan cansado, mi vida.
Me ahogo sintiendo su voz.

-Cariño ¿dónde estás? No me des un susto que siempre haces lo mismo.

-¡Cariño…! No me asustes… Ven conmigo, mi poderoso guerrero.

Iconoclasta

13 de septiembre de 2005

Romanticismo VS. Sexo

La quiero, se lo pienso decir. Le explicaré que algo se me deshace por dentro cuando estoy frente a ella. Cuando veo sus labios moverse. Es como si mis entrañas se convirtieran en un caldo caliente y espeso que se me derrama por dentro. Noto toda esa masa cálida y a veces temo convertirme en gelatina.

La besaré con mi lengua demasiado húmeda; más allá de lo correcto para un hombre. Cogeré su culo con mis manos tensas y la apretaré fuerte contra mí; abriendo sus nalgas, clavándole en ellos mis dedos. Que se entere de que a pesar de su liviana ropa, puedo mover su sexo y excitarla para follarla.

Le acariciaré su preciosa cara para captar toda esa sensualidad, saboreando su sonrisa limpia y líquida. Tal vez la roce con mis labios. Tal vez me atreva a coger su mano con un atávico temor a que ella me la niegue.

Cuando la esté besando le haré notar mi polla dura, le haré notar en su sexo el roce de un miembro duro y excitado, moveré mi cintura rozándome contra ella como un animal en celo. Y con una mano le apresaré un pecho hasta notar su pezón duro en la palma de la mano. La obligaré a desear que se lo coja, que me ofrezca sus pechos plenos. Que se abandone, para follarla.

Le explicaré que la amo a contracorriente, como es ilógico amar. Que a pesar de no haber razón en ello, me lanzaré al vacio por ella. Le explicaré que con ella las cosas tienen otro matiz diferente y novedoso.

Le bajaré el pantaloncito mientras le rompo la braguita y dejo su sexo indefenso ante mí, y moviendo mi mano, masajeando su vagina húmeda le diré que sin ella soy un mierda. Mantendré mi mano en su espalda aguantándola firme para cuando ella se abandone. Le diré con crudeza que le voy a meter mi pene como si se tratara de mi propio cuerpo; para estar dentro de ella y ser parte de ella. Abriré su sexo para que sienta el aire fresco y unos dedos que se introducen por donde les apetece; mientras ella se balancea en un hedonista columpio. Preparando una penetración no apta para seres mediocres.

Podría rozar sus labios y oler su pelo, su piel. Podría explorar su boca con la mía si ella me dejara, si ella me quisiera. No podría soportar una negativa de ella. Le pido ayuda a la vida para que ella me permita que la acompañe durante el tiempo que ella crea conveniente. Para toda la vida si puede ser.

La tumbaré en cualquier lado para abrir sus piernas largas y preciosas. Mordisqueando la cara interna de sus muslos. Que sepa lo que le va a pasar. Piernas ahora molestas para que yo pueda lamer su sexo, las abro como un bibliófilo abriría un códice. No le pido nada, sólo se lo hago. Mientras ella se humedece los labios yo aspiro su clítoris que empieza a endurecerse. Me daré la vuelta y dejaré que ella cabalgue encima mío con mi pene dentro, sujetándola mientras la elevo arriba para dejarla caer y que mi pene la llene.

Y ahora sinceramente no sé qué coño hacer, podría hacerme una paja o bien mantener una sonrisa de enamorado idiota. Es todo tan sencillo y yo tan capullo...

Es que me lo paso bomba joder.
Bueno, pues que alguien tenga buen sexo; lo de la paja no está mal, casi que...


Iconoclasta

10 de septiembre de 2005

Mi nómina o un descenso directo a los infiernos

Trabajo en una empresa que fabrica condones y yo soy el control de calidad, una vez fabricados me los pruebo y si no pierden ni tienen agujeros los vuelvo a meter en su bolsa y la sello. No es debido a que mi pene sea grande, todo lo contrario, es tan normal, tirando a miserable que soy el patrón de medida normal para todos los varones del mundo.

Y estaba yo tan ricamente enfrascado en mi faena cuando vi que se acercaban las dos tías buenas de recursos humanos con las nóminas y algo más en las manos. Se trataba de una calculadora de doble pantalla que convierte los euros a pesetas y al revés; porque no se fían que nuestro cerebro sea capaz de llevar a cabo semejante operación. Sirva de avance el hecho de que mi calculadora, comparada con las de los otros colaboradores tenía 3 dígitos menos y la risa sarcástica de las tías buenas no me hizo más que pensar un segundo debido a lo concentrado que me hallaba haciendo mi trabajo.


Fue cuando acabé mi jornada laboral y dirigiéndome al metro cuando, se me ocurrió ver la nómina. Nunca lo hago porque es algo que tengo asumido (lo que cobro). Cuando vi la primera cifra de 4 dígitos y dos decimales; entré en bucle cerrado y no paré de decir: "joder", mi mundo se hizo pequeño de golpe; creía estar dentro de una pesadilla y no conseguía despertar.


Toda mi vida desfiló delante de mis ojos en unos segundos. Me fue imposible despertar de nuevo y comenzar un nuevo día sin que al final de la jornada mirara la nómina en euros; era asquerosamente real.
Lloré y blasfemé. Insulté a mi mujer, a mis hermanos, primos/as y a mi madre. Grité de dolor y clavé mis rodillas en el suelo con el sentimiento del que ha sido violado y se siente sucio por dentro.
Elevé mis brazos al cielo y grité: "me cago en dios, la madre que los parió".


Un hombre se me acercó, su pelo era castaño, con barba castaña y túnica no castaña, si no blanca; sus ojos eran la bondad personificada y de un color verde intenso casi tan guapos como los míos; apoyó su mano en mi cabeza como si fuera su discípulo y díjome: "Tranquilo, todo se arreglará, busca la paz en tu interior.
Yo alcé mis ojos hacia él y díjele: "Encima no me toques los huevos, coño. Vafanculo*". Me sentía desgarrado.
Y esto me ha pasado hoy.
Suerte que he tenido una conversación erótica con una mujer sensual y tremendamente excitante, una auténtica bomba. Esto ha conseguido que el día no acabara en tragedia, aunque me haya salido un poco caro en teléfono.


*expresión italiana, pronúnciese como está escrita, es algo de culo.

Iconoclasta

Piernas

Va caminando y se le cae al suelo la pierna; la mira con extrañeza al tiempo que chorrea sangre de su muñón. Mantiene el equilibrio dando pequeños saltos con la pierna que le queda.
Hay quien pasa al lado de la pierna tirada y lo mira molesto, él mantiene la mirada y en sus labios se lee la palabra “cerdo”.
Sonríe mientras muere, mientras se desangra.
Está pálido pero; se mantiene firme.
Me mira a los ojos y en un gesto de resignación señala con el pulgar hacia el suelo. Un césar condenándose a si mismo.
Es valiente…
Eleva los hombros: “Que le vamos a hacer”.


Parece una buena persona.
¿Por qué a las buenas personas se les caen las piernas?


Hace frío y se elevan hilos de vapor de entre la sangre y el caliente muñón; la pierna caída está fría parece de cera.
Y pesa como si fuera de plomo. Se la pego al muñón y me invita a fumar.
Espero a que la sangre coagulada cree una costra que la deje enganchada y mientras tanto, la sangre rebosa como un jarabe por entre la cárnica junta; discurre por mis dedos enfriándose.
Siento horror de que se me muera entre las manos.
Suelto una mano de su pierna para coger el cigarro al que me invita y la sangre que ha manchado el papel crepita y huele mal cuando aspiro una bocanada y la brasa avanza. Y él tose y se le escapa la vida.
Le queda poca sangre porque apenas gotea el muñón, sólo pequeños borbotones manan al ritmo del corazón desde una arteria deshilachada.
Parece que la pierna se mantiene en su sitio.
Pero él deja caer el cigarro, su mano es un cadáver, ya no llega sangre allí. Ni a sus labios pálidos.


Y mi ingle sangra, noto la tibieza de la sangre empapando mi pantalón.
Es molesto.
E intento devolver la sangre a la raja de la ingle, uso la mano como espátula. Pero es igual…
Se cae, se cae junto con mi pierna al suelo.Y él no está, sólo queda la pierna en pie.
Burlándose de mi pierna caída.
Las piernas caen, hay una epidemia de piernas podridas.


Mi hijo viene corriendo hacia a mí, y yo le miro con ese infinito amor desde una pena abismal.
Y se cae.
Su pierna se ha desprendido un paso más atrás.
Doy fuertes botes para vaciarme de sangre rápido, no quiero ver a mi hijo así…
Si es un sueño prefiero estar muerto.
No es justo morir con esta puta pena.


Cuando mis ojos se han apagado mis oídos aún captan el eco lejano de los gritos de mi esposa arrastrándose hacia mi hijo, dejando una pierna tras de sí.

Y dios ríe con un montón de piernas distintas entre sus brazos.

Iconoclasta

9 de septiembre de 2005

666 Presentación

Marchando con el rostro serio, cansado y con ganas de fatigarme aún más; mucha tensión acumulada. Las calaveras resecas crujen bajo mis botas y parece que se quejan: "Estamos muertos, no nos pises más". Y no les hago caso; deben padecer cefalea. Además, supongo que toda esa fragilidad se debe a que no han tomado suficiente calcio en los últimos 90 años.


Iconoclasta

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6 de septiembre de 2005

El cementerio de los deseos

Hay un agujero en el mar, en el océano profundo.
Lo asegura mi mente febril. Sólo los malditos conocemos de su existencia. Malditos somos porque sabiendo de su existencia, no lo hallamos.
Nos sentimos perdidos, olvidados.
Ajados por mil putadas, por mil errores.
Primero fue una leyenda infantil que se filtró en mi mente, luego fue un deseo romántico. De adulto se ha convertido en un hecho absoluto. En la certeza de que hay esperanza.
Tantos errores y momentos no deseados...
Es como una fatiga esta acumulación de fallos.
Hundo los dedos de los pies en la arena fresca buscando profundidad y humedad.
Una lágrima cae desde la mejilla y hiere cruelmente la arena dejando un profundo cráter. Llorando parezco un dios creador de simas de pena y ansia.
Volcanes de la frustración...
Las lágrimas densas y abrasivas se concentran en algún punto del mar asesino y creador de vida.
Ha habido tantas lágrimas que en algún punto del insondable han creado un sólido túnel apartando las aguas a su alrededor.
Cada lágrima ha destilado su deseo, su amor, su añoranza precipitando todo eso en el fondo de ese túnel.
Hay un agujero por el que meterse...
Allá, al final de ese túnel fabricado con desengaños, dolores, deseos incumplidos y encuentros prematuramente perdidos; hay un cementerio de deseos.
Maldito agujero que no veo. En los atardeceres del otoño es cuando el sol da relieve al mar. La franja anaranjada que el sol tiñe en la superficie es una llanto al rojo vivo; la pena del sol al morir de nuevo. Que se joda el sol como yo me jodo.
Estoy aquí para encontrar el agujero.
Llorando lágrimas que lo hagan más grande y sólido.
Visible.
Las lágrimas que desprendo surcan la superficie con una dirección decidida. Siempre la misma.
Tal vez son visiones mías. Tal vez el ansia de realizar mis deseos, de enmendar errores engaña a mi mente y da vida a mis líquidas frustraciones.
Pero yo sé que existe. El cementerio de los deseos existe.
Es por ello que te he escrito estas últimas palabras. Llegaré allí y desenterraré toda el ansia, todos mis deseos, mis penas. Mi afán de ti...
Cuando encuentre el agujero me precipitaré por el túnel. Y cuando haya llegado volveré a nacer muy cerca de ti. Y naceré antes que tú, para identificarte, para controlarte, para enamorarte día a día desde el principio.
No me equivocaré.
Te sonreiré aunque no me mires, me acercaré a ti para hacerme notar.
Serás mi objetivo.
¡Malditas sean tantas palabras escritas y no pronunciadas! Cada una de ellas es un error. Un error el no haber sido pronunciadas frente a ti.
Y si dios no existe, es culpa mía, entonces.
Es mi error, el de mis padres, el tuyo.
¿Por qué me dejaste escribir unas primeras palabras? La hemorragia no ha cesado desde entonces.
Y ahora debo encontrar ese agujero.
Y no me esperes, mi vida. No te escribiré más. No leerás nada de mí. No más palabras escritas.
Cuando me precipite por ese agujero, cuando los deseos llorados me acojan, el mundo entero cambiará. Unos seres no nacerán y otros nuevos, tal vez ocupen su lugar.
Cambiaré el mundo por ti.
No quiero llorar más, no es justa esta medida de desconsuelo. Es tan eterna como lejana tu presencia.
Cuando seamos niños nos sonreiremos sin saber porque.
Cuando seamos hombre y mujer nos diremos que nos hemos encontrado de nuevo. Será una broma de enamorados; un guiño que nos haga pensar en aquel agujero que nos llevó en otra vida al cementerio de los deseos.
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El hombre se zambulló en la fría agua de la playa, y nadando seguía el reflejo del sol. Una sombra viviente en la superficie del mar. Y cuando se perdió en el horizonte, un agujero de fluido sólido lo atrapó hundiéndolo, anegando sus pulmones con un líquido tibio que confortó su cuerpo frío.

Pequeños seres como gotas de lágrimas lo empujaban a la profundidad y él se dejó llevar. Se relajó con una sonrisa muriendo entre sus deseos. En otra lejana playa, una mujer vio como el sol se apagó y se sintió arrancada del mundo.
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El pequeño Raúl se acercó a la amiga de mamá.

- ¿Cómo se llama el bebé? - preguntó a la madre.
- Rosarito.
- ¿La puedo ver?
- Mírala.
Cuando la madre acercó al bebé a la altura del pequeño Raúl, éste cogió una manita y la besó.
- ¡Qué mono...! Mira, Luz, mi hija ya tiene novio. Vamos a ser consuegras dentro de nada.
Y el pequeño Raúl sonrió con ellas porque ellas reían y le contagiaron. Rosarito abría y cerraba su manita; tal vez saludando sin saberlo.
El pequeño Raúl pensó que todo estaba bien así. Y sintió ganas de crecer, de ser mayor. De reír como su madre lo hacía ahora.

Iconoclasta

4 de septiembre de 2005

Pesadilla

Es una rambla oscura porque el día es tan plomizo que se pierde la noción de la tarde o la mañana; la luz es tan mortecina que el gris se pega a la piel como una infección del espíritu. El paseo central está atiborrado de gente. Dos calzadas para el tráfico y dos aceras laterales, estrechas. Llenas de comercios.

Hay algo en todo esto que me da escalofríos, yo no debería estar aquí. El aire húmedo y pesado me agobia y camino al lado de alguien que no se quien es. Pero no me siento aliviado por su compañía.
Me esfuerzo en dominar el impulso de salir de aqui. Debo ser valiente. Es sólo un sueño.

En la calzada central relinchan unos caballos que no estaban allí hace unos segundos. Forman una reata larga, una caravana de viejos caballos sucios y enormes. Decadentes. Cuando se mueve el primero a la orden de algún hombre vestido de negro, el resto de animales levantan sus cascos para avanzar. Sus lomos se mueven indolentes, cansados.
Dan miedo. Son al menos 12.

Esto no va bien. Quiero despertar, es un sueño de esos que se quedan latentes durante el día, durante la vigilia. Rondando y anidando en el cerebro. Quitando espacio a lo trivial y sencillo. Devorando cordura y alegría.

La gente se aparta de esos animales e invaden la calzada por la que bajan los coches; algunos caballos de la larga reata bajan a la calzada también.
Uno de ellos se halla a pocos metros frente a mí y deberé pegarme a la pared para no rozarlo. No quiero tocar esos extraños caballos.
No quiero mirarlos. No quiero que mi propia mente cree cosas horribles.

Y yo estoy ahí en el sueño, en un universo feo y apático. Abandonado a mí mismo, quiero que venga mi padre y me ayude.

Cuando llego a la altura del caballo, es tarde. Ya lo he visto. Yo no debería escribir esta obscenidad. Llevo todo el día con esa imagen, llevo forzando mi cerebro a que elimine esa imagen. No quiero ver más la cabeza de hombre cosida al costado del caballo, alimentándose de su sangre y sus fluídos a través de gruesos capilares artificiales.

La cara amoratada, hinchada y llena de costras abre los ojos desmesuradamente y los músculos de la cara se mueven formando horribles muecas de una condena, de un dolor nacido de querer seguir viviendo. Miro los ojos del ¿hombre? y él me devuelve la mirada esforzándose por clavar los suyos en los míos. Yo siento un asco y un terror totales.
No es un hombre bueno, no la ha sido nunca. Puedo sentir sus pensamientos pútridos infectando los míos.

Yo me quiero ir de aquí, quiero abrir los ojos y encenderme un cigarro.
Que angustia...
Y en su mirada puedo ver su orgullo insano de estar vivo; es un monstruo egoísta y repugnante. He catado la locura de una cobardía a la muerte que va más allá de mi comprensión y se aloja en mi estómago para crear una náusea interior que me encoge las tripas.

No quería ver eso, estoy sobrado de conocimientos no quería saber de esa mirada, de esa voluntad de vivir por cualquier medio, a cualquier precio.
No puedo evitar fijar la vista hipnotizado cuando la respiración del caballo lo incomoda; cómo su breve cuello injertado en el costado del caballo parece desgarrarse y la serosidad de unas heridas húmedas que nunca sanarán dan el toque de color en todo este gris.

Sus ojos están derramados en sangre por el traumático injerto. Su boca se mueve intentado hablar, pero ni aire sale de allí. El caballo se mueve y sus ojos se cierran durante un segundo y la cabeza se agita inerte, como una garrapata enorme colgando del animal, bamboleándose con cada paso.
Sigo avanzando, el hombre que conduce la caravana sale de una pollería en la que varios dependientes posan en el mostrador, limpios y arreglados. Veo sus caras pálidas y atemorizadas, parecen contar los caballos que pasan ante ellos. Una chica con delantal blanco y remates azules se lleva las manos a la cara para no mostrar sus lágrimas y el temor a la visión.

Porque la cabeza es el dueño de esa pollería y acude a visitar su negocio, a decirles a sus empleados que aún vive.
Lo sé porque es mi puta pesadilla.

No he podido sacar de mi mente la imagen de ese rostro deforme que movía su boca incontroladamente pendiendo obscenamente del caballo.
No puedo borrar de la mente los ojos locos de ese ser repugnante y su mirada que reprocha con ferocidad mi asco.
Ni puedo dejar de sentir una pena dolorosa por esa chica que asustada se tapa los ojos para no ver ese horror de vida. Esa insania de un ser que vive a toda costa.

Me he despertado asqueado, no he podido permanecer ni un segundo más en la cama y he cerrado los ojos en el sofá intentando volver a dormir para que ese sueño fuera borrado por otro.
Y aquí lo dejo, como si el blanco fuera un atrapasueños, un conjuro contra la angustia más atroz.
Buen sexo y felices sueños.
Iconoclasta

No soy muy listo

Muy graciosa..., ahora resulta que a la señora le ha dado la vena romántica y quiere que le escriba sobre mis sentimientos hacia ella y encima que suene bien.
Coño, si tengo el cerebro del tamaño de una lenteja.
¿Cómo cojones le voy a decir que sus labios húmedos hacen que yo me los humedezca para preparar el beso?
Pues no, la señora resulta que está tremendamente sensible y me mira con unos ojos que ríen.
Será...
Con lo que la quiero y me hace esto.
Que me pida que la lleve en brazos hasta la cima de la montaña. Le he dicho que es una prueba de amor que muchos no podrían realizar. Se sentiría protegida y notaría mi pulso acelerado por el olor de su cuerpo.
Yo se que un poco me quiere, estoy seguro, cuando me mira así; no se como decirlo. Es como cuando ves que más que mirarte, te admira; que le gusta mirarme cuando no me doy cuenta. A veces la he visto así como de refilón.
Es que es muy pícara con sus miradas.
¿Se dice pícara? Me importa una mierda, yo la quiero abrazar y que no me toquen más los cojones; que me he pasado todo el puto día trabajando, coño.
Uno viene con ganas de estrecharla entre los brazos y te la encuentras guapa perdida, mirándote con unos ojos que parecen dos almendras y pidiendo que le escriba algo.
Y lo peor es que me mira y se ríe, sabe perfectamente que de mi cabeza no sale nada y que le estoy dando vueltas al bolígrafo entre los dedos sin conseguir escribir algo que la haga sentir bien. Mi amor sonríe con la cara apoyada en la mano. Mirándome divertida.
Tanto amor y tanta hostia para acabar aquí, como en una escuela haciendo una redacción de amor.
No te jode...
No sabe que me hace daño, no es que me importe que me crea un idiota; es que hoy aún no la he podido besar.
También le he propuesto acariciar su pelo durante dos días o más. Acariciar su melena rubia durante todo ese tiempo, sin tocarle las tetas. Algo que demuestre que soy sensible. Le he prometido que no le metería mano mientras me hago viejo entre su pelo. Que no intentaría acariciar el pelo de su coño.
Y se ha reído. He intentado besarla, y la muy...no me ha dejado.
Me ha dicho:
- Primero los deberes...
No se lo que me ha pasado, pero verla ahí tan puesta, tan guapa sabiendo que me quiere y no me deja besarla me ha roto alguna cosa en la cabeza.
Y de una forma que no me había pasado nunca he soltado una lágrima que ha caído en el papel, sin querer. Y mi estómago se ha encogido. Me he tapado la cara con una mano para que no me vea.
Me da vergüenza.
Me dan ganas de gemir.
Y la siguiente lágrima cae más seguida, corre ligera por mi cara.
Y ahora no puedo parar.
Y por fín suspiro para evitar un lamento, un ay triste y profundo. Un ansia extrema prendida de las fibras nerviosas de mi corazón.
Ella se da cuenta de que mis hombros se agitan de una forma extraña. Cuando miro sus ojos, no consigo enfocar, me da la impresión de estar metido en el agua.
Y le digo entre sollozos que la quiero, que no me haga esto.
Ella viene un poco alarmada hacia mí, con los brazos abiertos y sonriendo radiante.
Es un ángel.
Ella me calmará.
- Era broma mi vida...- me dice mientras me mece la cabeza entre sus brazos, consolando este llanto.
- No te lo hago más, mi amor.- continúa con una voz que es una pomada para mi corazón.
Y mis lágrimas ahora se liberan en más cantidad y siento toda mi cara mojada. Sorbo algunas lágrimas por la nariz mientras ella me acaricia y besa la cabeza para calmarme y me quedo ahí con ella hipando.
Un tío tan grande mecido por una mujer menuda... Es patético, pero estoy bien con ella, aunque llore.
Y es que no soy muy listo, pero la quiero. La quiero mucho.
Es que no sé como decirlo.
Iconoclasta

3 de septiembre de 2005

Muertes súbitas (embrión de Vidafaro)



Me gustaría que todo fuera mucho más espontáneo, más sorprendente. Si he de morir que no sea de forma dramática y teatral, yo lo que quiero es andar por la calle y que mi cuerpo se derrumbe, que mi mente deje de existir. Sin tiempo a fibrilaciones y reanimaciones. Dejar de existir sin tener tiempo a darse cuenta que uno muere.
Pasear por la calle y ver seres que se desmadejan muertos.


- ¡Mira!. Otro al que se le han acabado las pilas.

Sería entretenido los primeros días salir a la calle y encontrarse con estas sorpresas, o ser causa de la sorpresa.

¿Y qué mas da?. Apostaríamos sobre el próximo muerto, ¿quién caerá sin vida como un pelele, como un fantoche?

Un servicio de recogida de animales muertos trabajando continuamente, hombres con chaleco naranja fosforescente que igual pueden caer desmadejados. Pero le darían un poco de color a la muerte.

Estar pendiente cuando tomas un refresco en una terraza y ver sin pena ni dolor la muerte de otro ser, algo natural, algo cotidiano. A lo mejor soy yo el que se muere masticando unas patatas sentado allí.
No importa, no soy demasiado cobarde; seguramente porque no tengo una mierda. Tal vez los millonarios se preocuparían más por ello. Que se jodan.


Estar follando con la duda continúa de si llegarás al orgasmo, si tu pareja morirá en tus brazos, o al revés. Follaríamos al límite, con la pasión de los condenados a muerte con fecha no declarada.

- ¡Córrete antes de morir, mi vida!. Y quiéreme, que sepamos que nos amamos; antes de morir, mi vida.

Morir en el intento sería incluso romántico.
(Es que la mente imagina cosas a pesar del dolor y uno debe escribir, no creaís que gusta esto).

Estar abrazado a tu hijo y que se te muera en los brazos. Yo me arranco el corazón.
Creo que no sería bueno.

¿Cómo actuaríamos? Las envidias y los egoísmos caerían en picado evolucionando hacia una práctica puesta en marcha de las emociones más gratas. El amor en su forma práctica, la búsqueda de placer mientras aún se está vivo. Morir amando, morir sonriendo, o morir sin miedo.

Sería difícil pensar en cosas banales, deberíamos darnos prisa en vivir, sin pensar en joder en los demás, sin pensar en ayudar demasiado a otros porque nos moriremos en cualquier momento.

La cotidianidad de la muerte cruel y sorpresiva forjaría nuestras mentes y nos convertiría en unos guerreros sin miedo a nada; en busca de amores y sonrisas. Combativos con el dolor y la estupidez.
Sin ningún temor más que al incumplimiento de los deseos.

Y así, tras esta reflexión nació Vidafaro (un relato simple), es tan sólo una curiosidad, no es importante. Pero; ¿se trata de contar cosas, verdad?.
Buen sexo.



Iconoclasta


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