Powered By Blogger
Mostrando entradas con la etiqueta tosquedad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta tosquedad. Mostrar todas las entradas

21 de noviembre de 2022

lp--Biología de amarte--ic


Porque consigues no sé de qué forma, desviar mi flujo sanguíneo que va al cerebro, hacia el pene.

Tal vez sea esa la causa del mal de amores, de la locura de estar enamorado. Yo no recuerdo haber descendido tan profundamente a la primitiva lujuria desde que conocí tu existencia.

O tal vez borraste mis recuerdos porque las cosas extraordinarias cubren las mediocridades, las abandonan en un desván enterrándose en polvo.

¿Y para qué quiero un cerebro si estás tú? Amar no requiere de intelecto.

Tú sabrás qué hacer conmigo, qué hacer de mí.

Confío en tu sabiduría como en tu piel. No quiero pensar cielo, estoy cansado de este humo que me sale de la cabeza.

Pareciera que las tostadas se han quemado.

Y los huevos hierven.

Mi corazón late, mis brazos son operativos para abrazarte, mis labios se mantienen hidratados con los tuyos… Tengo lo necesario para vivir.

Sé que amarte es duro (y debe serlo), que cuando me acerco a ti, debo hacer alarde de hombría quiera o no; pero me gusta ese sacrificio. Sobre todo cuando está en tu mano. ¿Ves? Soy un completo derroche de obscenidades.

Podría decir que mi cerebro se ha secado. Y así, no sé cuál de tus dos pares de labios he de besar primero.

Esta es la máxima inquietud intelectual que puedo desarrollar cuando iluminas mi día con tan solo una palabra.

Y ahí está el secreto, no se lo digas a nadie porque tengo que conservar mi carisma de hombre zafio y tosco (de hecho me sudan copiosamente las cejas con este derroche de palabrería): tan solo necesitaría de ti una palabra y poder así asomarme al vertiginoso acantilado de tu mente. Asomarme a tu alma.

Bueno, dejaré la metafísica para los inteligentes, estaba hablando de follarte y de la cremosidad de mi glande que fácilmente resbalará entre tus dedos sin ningún problema.

Estoy en celo.

Se podría decir que soy el resultado evolutivo de tu selección natural.

Lo hombres no hablan de almas, solo de follar.




Iconoclasta