La luna ha finalizado su turno de noche y ahora se muestra nueva y relajada.
Templada y cálida. Satisfecha.
La puta más bella del Sistema Solar.
Una sonrisa de amante en el azul. Una sonrisa a nadie...
Coqueta se deja bañar por el sol y templa las pasiones nocturnas.
La luna es como ella, la que me esclaviza con amor y deseo, con ternura y determinación. Con pasión inmisericorde me monta con los cuatro labios húmedos y los pezones empapados de mi baba animal, de amor sin cerebro. De ansia sin control.
Debe sentirse la luna cansada de las frías noches que la desnudan en su brillo metálico ante los ojos que habitan el planeta: lunáticos, trágicos, románticos, asesinos, licántropos, vampiros, astrónomos, brujos y depresivos. De vez en cuando un solitario anodino que no piensa en sus misterios, sino en su sencillez, en su belleza sin más.
Un cojo dolorido que al admirarla, piensa que al final vale la pena vivir un poco más.
Es un movimiento planetario precioso cuando surge de día.
Cuando ella se derrumba convulsa por el placer sobre mi pecho y su cabello en mi rostro.
Inspira ternura y paz verla de día, apareciendo sin ser necesario.
Porque las noches son duras y solitarias y podría no salir.
Ojalá que nunca lo haga.
El amor nocturno es de luz gélida y sombras misteriosas. Pasión en penumbra, acechante...
De día el amor nuevo es una sonrisa, un te quiero sereno antes de separarnos para trabajar. Un beso tan cálido que borra los malos augurios e incertidumbres del día.
Te engaña tiernamente... No puede hacer daño.
Si de noche la deseas y la follas con un amor desatado, salvaje y ávido; de día le tomas la mano y paseas con ella y no quieres más que seguir escuchándola, sintiéndola táctil. Compartiendo el aire en el mismo momento.
Es como follarle el alma...
La luna es como ella. Una ternura y un amor sencillo y sereno. Y al despertar compartimos café y tabaco y unas sonrisas satisfechas, algún gruñido porque la vida es muy puta; pero lo más hermoso es ese silencio amable que no estropea los sonidos del amanecer y su mar.
Yo no soy una luna, no sé cómo un ser menor como yo ha tenido el privilegio de ser parte de sus lunas llenas y nuevas.
No puedo evitar que me preocupe que un día mi amor de lunas se dé cuenta de que no soy suficiente, de que no soy nada.
No soy nadie.
Sólo un microbio bajo la tierna presencia de la luna nueva, tan inaccesible y tan letal.
Tan presumida y provocadoramente indiferente a quién vive y muere.
Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.


