Pues no.
A pesar de la sectaria publicidad catalana, incluso en prime video, del día del orgullo homosexual, no consigo sentirme feliz. Ni un poco emocionado siquiera.
En definitiva, me la pela, y mucho, semejante festejo étnico-sexual.
Me importa lo mismo que el rabo sucio de la vaca lo que cada cual se introduzca en el recto o en la boca.
Y me pasa lo mismo con los constantes avisos de alerta por temperatura ¡extremadamente alta! Y triangulito amarillo de peligro como liturgia.
No consigo sentirme aterrorizado ni motivado a auto confinarme en mi madriguera.
Debo padecer una ataraxia selectiva hacia estas dos festividades.
No sé…
Lo cierto es que no me preocupa, es simple literatura de ocio, puramente anecdótica. Sin más fin que sosegar el aburrimiento de más de lo mismo viviendo sin vivir en mí y toda esa monserga existencialista de gurú de podcasts nocturnos y charlatanes de blog.
Algo así como las homilías embusteras del fascismo estalinista sanchizta español que no dicen nada, sólo es exposición y catálogo de mentiras; pero que son largas y cansinas.
Pero YO tengo gracia e ingenio y no le jodo la libertad y el dinero a nadie.
Iconoclasta
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