Nadie tiene derecho a ser libre, todo ser humano nacido en sociedad nace, por tanto, en rigurosa cautividad.
Y el tiempo en el que se sacrifica la infancia y la juventud de toda cría humana en la doma y amaestramiento (educación, escuela, universidad) tiene por objeto que jamás pueda ser libre por mucho que lo desee.
Como todo animal nacido en cautiverio, su libertad sería su muerte segura.
Los amos de las montañas, llanuras y costas son los silenciosos y malignos señores de la esclavitud. Básicamente los sicarios del Estado y aristocracia encubierta.
Ellos vallan la libertad y coartan, denuncian o disparan contra cualquier acto de libertad.
Sin ellos, la aberración humana de nacer en cautividad, no hubiera sido posible.
Iconoclasta
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