Cometer pequeños actos de rebeldía contra el evangelio del medio ambiente como no tirar (también conocido como “depositar” porque “tirar” suena muy duro para los oídos de una sociedad blandita y beata) las baterías en putos de recogida específicos, no hace daño al planeta y calma esa comezón anal que se hace tan irritante al no haber descanso día tras día de las homilías que predican lo urgente que es que te arruines y vendas a tus hijos desnudos por internet, para dar todo el dinero que puedas al estado y que salve el clima del planeta.
Pequeñas rebeldías inocuas que no molestan a nadie y sin embargo, te hacen sentir más humano y menos res de pastoreo y luego matadero. Pequeñas rebeldías que restauran tu nivel de dignidad; algo muy importante, tal vez lo más importante en el cómputo de satisfacciones que te pueda dar la vida.
Hay que cuidar la dignidad propia.
Los jerarcas y burócratas que gobiernan usan aviones para ir de putas o a la playa. ¿Qué son un par de pilas AAA y cuatro alcalinas AA tiradas en la papelera o la bolsa de la basura, comparadas con las toneladas de combustible que queman miles de aviones cada día en viajes oficiales de miles de burócratas y jerarcas, militares y turistas dejando esas preciosas estelas que duran densas en el cielo, incluso horas?
Por no hablar de los residuos químicos y nucleares, medidos en metros cúbicos de los que se despreocupan con una autorización aburrida sin sentirse especialmente delincuentes de nada?
No pierdas ni malgastes energía caminando hacia un punto de recogida, hace calor y te puede dar un golpe. Y por otra parte suelen estar lejos y te miran mal si entras y no compras. Tíralas allá donde te sea más cómodo. No pierdas un tiempo de vida que es más valioso que la de quienes forman el estado, el gobierno. Tú vivirás poco y mal y ellos mucho y exquisitamente, sin tener que bajar del avión con las pilas en el bolsillo para dejarlas en un punto de recogida. Por ello, porque tu vida es escasa, como ocurre con las cosas pocas, es también muy valiosa.
Y dejémonos de monsergas, tu vida es la más valiosa del mundo porque sencillamente es tuya, qué cojones.
No la gastes en gestiones de basuras, que además ya pagas por ellas con impuestos que son auténticos delitos de usura y extorsión. Impuestos que te roban el esfuerzo y la salud.
Que recojan mierda ellos con la boca si tanto les gusta, los jerarcas y burócratas.
Son ellos quienes lo estropean y ensucian todo, incluso tu vida.
Te creen imbécil, es inevitable; pero no te lo creas tú ni actúes como tal, pringao.
Y además, sabes muy bien que millones de obedientes y buenos ciudadanos, orgullosos y fervorosos creyentes de ese evangelio que los hace mortificados pecadores y culpables del cambio climático, se dedican a clasificar sus inmundicias laboriosamente y casi con primor se dirigen con sus mini bolsitas a los distintos contenedores de basura, jugando a hacer parejas con colores, o bien pareciera que archivan documentos importantes que depositan con cuidado.
Ergo el planeta está a salvo porque otros con fervor religioso, lo cuidan. Tómate un descanso con las putas pilas.
No emplees un tiempo de la poca y valiosa vida que tienes mientras el estado lo usa en meterse largas rayas y limpiarse por frotamiento los piños con los restos de farlopa.
(Como poseo un estilo literario fastuoso, fascinante, sabio, sarcástico, cómico, trágico, académico y realista que podría llevar a pensar que narro hechos reales o bien apologizo sobre cosas feas, he de decir que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia y no puedo parar de reír por una alergia casual que volaba por aquí.
Iconoclasta, el hombre definitivo)
Iconoclasta
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