Iconoclasta, provocación y otras utilidades para escapar del negro abismo del agobio.
22 de enero de 2012
Soy onomatopeya
Soy solo una onomatopeya, en un mundo ruidoso. Algo que pasa desapercibido.
La onomatopeya del perro aplastado por un coche, la caída de un vaso. Un chasquido de rama seca. Un trago mal dado.
Una tos. Una enfermedad. Algo convulso e involuntario en un mundo que me asorda y roba mi voz y sonido.
Soy uno con la basura auditiva. Un ruido más que no destaca ni trasciende más allá de unos centímetros al filo de una oreja sorda.
Soy el ¡oh! de lo que falta, de lo que no tengo.
Soy el ¡ooooh! de un público decepcionado.
Soy un ¡ja! de lo ridículo, una burla a veces sutil. Otras burda: ¡jo!
Soy el ¡bang! de un tiro en la cabeza.
He sido el ¡chaf-chaf! de un pene penetrando una húmeda vagina; o no lo fui, tal vez fue un sueño. Tal vez no era un húmedo sexo, solo estaba acatarrado.
Y me confundí. Me engañé.
Soy el ¡crak! de mi alma rota. Soy el ¡fru-fru! de las heladas y estériles sábanas.
El ¡ras! de una tela rasgada, de los ojos deslumbrados ante un engaño. Soy el ¡plof! de mi ánimo aplastado, el ¡uf! de un cansancio.
El eco de unos rencores viejos como el mar.
Soy el atroz silencio de una noche estrellada de guiños fríos y lejanos, de imposibles distancias de entender. No llegaré a las mortíferas estrellas. Ni mi alma llegaría.
El coro de mil voces que ríe mi fracaso, mi ridículo: ¡je, je, je!
El zumbido de un video porno que no veo. El ¡aaah-aaah! sucio de esos cerdos que se tocan mirándolo. Que follan en el sucio lavabo.
Soy la onomatopeya muda de una corrida ajena.
El ¡zas! de la bofetada que te despierta a la realidad de un nuevo error.
El ¡fuuu! del aire que sale de la boca por un puñetazo en la barriga.
Unos labios sangrando, sin sonido. Son demasiado blandos y se deforman en una mueca de pena.
Soy la tranquila y aburrida palabra: ¡joder! que concluye lo que se negaba a admitir: no existe el viaje a la felicidad por mucho que lo recorra.
Soy el que escupe en toda esa mierda, con un sonoro ¡tchu!
Una ¡mierda! deprimente.
El ¡chan-chan! de una sorpresa final que nunca lo fue.
Soy el ruido de la orina en el inodoro, lo real, lo que no engaña, lo que debe ser.
Iconoclasta
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario