Iconoclasta, provocación y otras utilidades para escapar del negro abismo del agobio.
5 de abril de 2010
La piel del alma
Qué manía más fea tengo.
A veces tiro de las pieles muertas y resulta que no lo están. Siempre me mato antes de tiempo. Me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere...
Me deshojo a mí mismo como si de una oronda y fea margarita se tratara.
Yo con una margarita... No jodas.
Margaritas a los cerdos.
¡Jodeeeer...! La piel estaba aún bien cogida. Duele un huevo.
Sólo estaba seca. No soy precisamente un dechado de sensibilidad, cualquier otro se hubiera dado cuenta de que la escama que colgaba aún prendía fuerte de la piel fresca e hidratada en el extremo. Una viruta de mí mismo se ha rizado entre la pinza de mis dedos, ante mis ojos vidriosos de falta de sueño. De falta de ella.
Vi una piel hace ya un par de segundos y tiré de ella, es feo ir con pielecitas colgando como escamas.
Soy coqueto.
Dolió horrores, mucho más que cualquier miembro gangrenado.
Era una piel del alma.
La soriasis del alma es una afección un tanto molesta, por decir poco, por decir lo mínimo.
Dolió tanto como un abrazo incorpóreo, de esos que se dan en el aire, allá donde desearíamos que estuviera la persona que más amamos en nuestra vida.
Los tendones se tensan en vacío y se muestran insatisfechos.
¿Es posible que el alma padezca tendinitis?
Los caballos tienen suerte cuando se rompen una pata: los matan.
Otros dicen que los sacrifican. Pero un sacrificio también es echar margaritas a los cerdos. Le da demasiada importancia al sacrificador.
Es un simple asesinato por misericordia.
Yo necesito misericordia.
También tienen suerte los equinos de no poder tirar de las pieles secas: no tienen dedos
No hay analgésicos para combatir el dolor de la piel arrancada del alma.
Ni ansiolíticos para combatir la incongruencia, la incoherencia de un pensamiento ávido de salir de este tiempo.
Del horror del alma pelada.
Desnuda y desamparada.
La hemorragia está servida, no hay apósitos que la contenga. Uno se cubre los ojos para no ver lo profundo de la herida esperando en vano así, no sentir.
Puta mierda...
Hay de todo: miedos, alegrías (0,5 %), tristezas y errores.
Tengo ganas de fumar, aunque sea a través de un filtro manchado de cianuro.
Pero me tendré que conformar con un filtro manchado de un moho gris.
Hay un color más neutro que el hastío en mi alma; hubo algún fallo en la impresión de color. Tintes que en algún momento no consiguieron colorear ninguna emoción.
Y a medida que mi alma sangra, la percepción de lo vivido adquiere un patético matiz aproximadamente incoloro.
Como las lágrimas de dolor.
Si alguien viera esta sangre desleída del alma, se preguntaría porque insisto en seguir viviendo. Hay demasiado porcentaje desabrido, sin emoción alguna.
Tiene razón...
No me extraña que el alma se haga jirones de piel seca.
Se muere de pena. Yo.
¿Se puede morir por una hemorragia del alma?
A ver: ¿cómo cojones le hago yo un torniquete al alma?
No es por no morir, es que me da asco ver todo eso que mana.
Algunas cosas no; pero es tanto lo que no quiero recordar...
Porque preferiría morir. Ya que estoy pudriéndome de dolor y frustración, no sería mucho más doloroso un buen tajo en la carótida. Aunque podría recurrir a alguna dosis extra de psicotrópicos.
¿Y si tengo un mal viaje durante la agonía? Morir alucinando mediocridades tampoco es algo como para sentirse heroico.
Ni orgulloso.
Hay pitidos de burla desde el anfiteatro.
Los del gallinero, un respeto a un tío que está hecho mierda, por favor. No duraré mucho, lo juro.
Aunque no creo que nada pueda ser peor que ver la propia alma y concluir que estás más vacío que la propia soledad.
Me voy a arrancar la piel del pene, seguro que duele menos.
Bueno, mejor en otro momento. No puedo pasarme toda la vida tirando de pieles secas.
¡Ooopss...! Por ahí va un muerto, dos, tres... Incluso yo mismo.
¿El alma nunca se sacia? ¿Tiene síndrome de Diógenes? No necesito tanta basura.
Es un gigantesco muladar
¿Es posible que el alma se sienta irritada por el tirón de la piel y me haya matado en justa venganza? Como al caballo; pero sin misericordia.
No estoy muerto. Todo duele, coño.
¿Alguna vez os arrancado una uña con unas alicates? A mí sí. Y ese dolor cuasi psicodélico y estrambótico, ahora mismo está saliendo por la herida del alma. Es sólo anecdótico, una muestra de lo que tengo acumulado.
No jodas que la muerte va a ser una prórroga eterna del dolor.
Lo mío no es la suerte. Por eso, en lugar de jugar a la lotería, tiro el dinero directamente a la basura.
Es un acto de rebeldía inmaduro, lo sé. No conduce a nada.
Tampoco hay adonde conducir.
¿Se puede quemar o de alguna manera destruir el alma y que no quede absolutamente nada de mí?
Mana ahora un color violáceo que provoca una tristeza desasosegante: son días sin ella. Pero está bien, me siento orgulloso. Al menos hay color de amor.
Ahí va otro borbotón de alma incolora. Joder... Son años de no sentir, menuda temporada. Los dinosaurios tuvieron tiempo de evolucionar a pájaros por lo larga que fue aquella era de mi vida.
Y escuece mucho. La vida (¿no era piel? me confundo por momentos) muerta es un ácido corrosivo.
Maldita la hora que se me ocurrió tirar de esta piel...
Anda, ahora sale un color turquesa hermoso.
Hay un hijo que nació y una bella criatura que está por nacer, una princesita. Hay una hermosa mujer que amo más que a mi puta alma, pero es rojo como la sangre oxigenada en las alturas. Es mi bella.
Sus piernas están tan abiertas y su sexo tan húmedo, que a pesar de esta hemorragia, aferro mi pene y le doy consuelo con un buen masaje. Golpes furiosos y espaciados estrangulándolo con el puño. Me masturbo con violencia, con la violencia con la que la amo. El glande tiene tanta sangre presionando y está tan cubierto de fluido resbaladizo que lanza destellos de barniz. Y se me doblan las piernas de un placer que no consigue imponerse del todo al dolor de la piel arrancada. Del ansia de ella.
Será casualidad, pero parece que mi polla es lo único que tiene color. No es por machismo, es porque es así.
Sólo por lo último vale la pena vivir.
Pero uno pasa cuentas, y el promedio es de lo más deprimente. La mediocridad supera con creces lo intenso. No es un buen negocio seguir invirtiendo tiempo en vivir.
Pero ese rojo y ese turquesa...
¿No va a parar nunca de sangrar el alma? Yo creo que hay más alma que sangre. Con razón me siento tan cansado: el peso.
Hay otra piel, tira de ella a ver si consigues vaciarte de una vez por todas y podemos escapar de aquí. Me digo yo mismo sin reconocerme.
Esto no es dolor, ya se ha superado la fase física, ahora es una angustia que se escapa de mi boca como un pequeño jadeo histérico.
La náusea se encuentra en algún lugar de mi cuerpo que bien podría ser el corazón. El cerebro también, porque me duele la cabeza... Alguien diría con cierto sarcasmo, que en mi sexo, que soy muy carnal y simple. No me avergüenzo.
Lo que me avergüenza es esta hemorragia toda gris.
Sacrificaría mis mejores momentos por tener amnesia de todo lo malo.
No te rindas, coge los mejores y muérete ahogado en ellos.
Ojalá fuera tan valiente y pudiera acabar con todo lo gris; pero el rojo y el turquesa obligan a mis células a seguir viviendo. No obedecen a mi voluntad de morir.
Posiblemente sólo sea cobardía, y esté montando este triste espectáculo para ocultar lo miserable que soy.
Tal vez, esos colores vivos sean los clavos al rojo a los que me aferro a la vida.
Hasta la metáfora deja mucho que desear. El olor a cerdo quemado no es nada agradable.
¿Es que no hay salida? ¿No podría simplemente taponarse la herida por si misma y dejar de mostrarme lo que sé de hace ya milenios? Es que odio la redundancia cuando no tiene efectos literarios.
¿Y si vaciara el alma de lo bueno y lo malo para poder seguir viviendo ya más relajado lo poco que me queda de vida?
Esto es una estupidez, el alma sólo sangra y duele, no se vacía de nada. Podría estar derramando tristeza toda la vida sin sentir el más mínimo alivio a la presión.
Alguien que muere descansa completamente. Es un dato a tener en cuenta.
Estoy en un buen problema: sin sus palabras de amor, me muero. Es así de simple.
Todo lo demás es pesadilla.
Si una piel duele, sopeso lo que puede ser cortarse una arteria o vena. No tengo a nadie que me amordace para evitar que lance a la humanidad mi grito de dolor si el tendón se cortara retrayéndose entre mis carnes. Como un cable de acero que se parte por dentro y corta músculo y alguna entraña.
¿La carne se seca como la piel? Soy un tronco hueco, podrido.
Una vez se me rompió un hueso y cuando cierro los ojos sin poder evitar rememorar aquello, aprieto el puño con fuerza para sacarlo de mi pensamiento.
Algo me cortaba la carne desde dentro con cada intento por mover el hueso. Hubiera deseado que me hubieran pegado un tiro en la cabeza como a un caballo.
¿Cómo puedo amarla tanto y no sonreír?
Bueno, hay momentos en los que inevitablemente te quedas solo. Desprotegido sin sus palabras de amor, sin sus caricias y sin sus besos. Y la sonrisa, simplemente se pudre.
Ella conjura la iniquidad.
Es cuando no está que los monstruos vienen a por mí. Y están furiosos.
Y tiro de pieles muertas que son cicatrices de sus desgarros.
Es un círculo vicioso y pobre de aquel que tire de una piel que no está del todo muerta. Le pasaría como a mí.
No es un buen asunto. Insisto.
No quiero morir con un grito. Quiero morir solito, como he vivido.
Me da vergüenza morir delante de nadie. ¿Y si alguien coge mi cadáver y hace un número de ventriloquía metiéndome una mano en el culo y sujetando mi fría mano muerta?
Quiero morir arrastrándome a algún agujero cavado en el suelo y enterrarme como un huevo de tortuga.
Esto va a peor... Cada vez me hundo más.
No debería profundizar más allá de la epidermis.
El color rojo del friegasuelos es cautivador.
A lo mejor tiño el alma con algo más de color.
Brindo por mi alma gris salpicada con algún lunar de color (0,5 %).
Creo que no ha sido una buena idea: me está abrasando por dentro, como si me hubiera arrancado una piel del paladar.
Pero no pienso vomitar, soy tenaz.
Me da mucha pena el caballo muerto con su pata rota.
Con su piel del alma aún prendida en sus cascos.
Da pena no recibir un tiro, es patético morir envenenado de friegasuelos.
Yo no uso esas cosas.
Ahí os quedáis, yo me voy.
Salud y muerte (son compatibles, creedme).
Iconoclasta
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