Arden, son hogueras rojas.
No pueden evitarlo, su propio amor los condena, los cuerpos se retuercen en un magma que funde las almas e incinera todo lo que les es ajeno.
Quisieran morir en ese instante y eternizar el momento, ser supernovas en el espacio devorando la oscuridad, rasgando el manto negro con vanidad, iluminando todo lo oscuro y lanzando susurros de amor al infinito. Seres de fuego en una debacle autodestructiva.
Dos soles colisionando... No puedes mirarlos sin sentirte miserable.
Sin sentirte desgraciado. Poco afortunado.
Pues no son para tanto, esto es una mierda.
Fumas un cigarro y miras a otro lado, lejos de estas letras: esos seres no existen. Es paranoia pura. Antes se ponían hasta el culo de láudano los poetas; ahora aspiran tóxicos cristales que le dan otro decorado a las mismas mentiras.
Literatura cargante.
El amor es sólo una reacción fugaz; el espejismo de un sexo ávido, una sacralización banal y facilona de la cópula.
Todos quieren darse importancia, meterla en caliente con elegancia y exclusividad.
Estoy harto de tonterías.
La tengo dura, nada más.
Toda otra consideración es un delirium tremens de un alcohólico que vomita negro; el hígado podrido.
Nadie ama así, no se puede. No hay cerebros preparados para ese grado de entrega. Ni siquiera hay amor.
No existen los ángeles, somos bestias, y cuando la follo salvajemente no la amo. No la jodo con palabras de ternura. Me clavo a ella queriendo arrancar hasta su último aliento embistiendo su coño divino, bañando su piel con mi saliva espesa. Un peligroso animal.
El amor no es divino aunque los tontos se lo crean; sólo lo que tiene entre sus piernas es lo bendito.
Soy un homínido escribiendo de amor-ficción.
Todo es tan cándido y yo tan asesino...
Me pregunto qué cojones hago en este mundo, en este lugar aséptico donde hasta los aromas son artificiales. Donde se llama amor a la penetración, a las felaciones y a un vientre que se contrae impúdico.
Para joder no necesito palabras bellas, sólo mi rabo duro.
Estoy cansado de tantas flores y fuegos y mares y luces y oscuridad.
Y plumas que se hacen llamas al acercarse al sol.
Y cometas...
Un segundo más mi bella, un instante para ser hombre.
Soy un accidente en medio de todo este planeta plagado de amor.
No adoro a nada ni a nadie.
No hay una música suave acunando mis pensamientos. Es un rugido de tambores de guerra, una voz que clama y no cesa, que escupe gotas de sangre en el micrófono.
Yo no me mezo en una suave melodía, lanzo los puños al aire, y muestro obsceno mi vello púbico acariciándome ante los enamorados ardientes. Pateo el suelo aplastando vida.
Escribiré las crónicas de lo aberrante, de pieles arañadas.
Salmo del no amor nº 5: Lamo su coño de arriba abajo, de izquierda a derecha.
Soy la brutalidad.
Una música atronadora que canta del sexo de las drogas, de adorar al diablo y escupir a dios. Soy las guitarras que hieren los oídos de los melifluos. Soy la voz rasgada de un vocalista borracho.
He clavado la pluma en la pared con cierta ira. Un ira venenosa...
Estrangulo mi pene. Miradlo gangrenarse.
El morado del glande colapsado de sangre es el mismo que el de mi pensamiento. Un oscuro púrpura de fluidos sin retorno.
Todo es polla, todo es coño.
Y todo en mi boca.
El mundo es su vagina desflorada ante mí por sus propios dedos. Obscena, vesánicamente sensual.
Entre sus piernas separadas tiene clavado un cosmos profundo.
Soy un astronauta furioso, ingrávido entre el semen que se me escapa por el puño. Que se congela en el espacio
Me masturbo en las más sórdidos galaxias, regalando vida a planetas muertos. Sin amarlos, sin amar a nada ni a nadie.
Eso soy, una bestia de semen y carne. De deseos pornográficos. Sin un solo ápice de sensibilidad.
Miro tu coño escupiendo a un lado.
No te puedo amar, no entiendo las frecuencias del amor, mi oído es demasiado básico. Primitivo.
No soy nada, sólo un animal.
Lo excelso es una mentira lírica redactada con gracia.
Pero no me río.
¡Si sólo quiero joderte! Metértela hasta que te sientas reventar, que abraces tu vientre en un placer que no puedes retener.
¿Quién quiere el puto amor? ¡Coño!
¡No....!
Por favor...
La tinta hierve.
Piedad...
La pluma se deshace, se derrite clavada aún en la pared. Explota el aire.
Mi bella... Dame un respiro deja que viva como hombre.
Sólo una vez, un instante para recordar lo que una vez fui.
Ya no recuerdo cuanto hace que fui hombre, cuánto tiempo vago buscándote.
Ahora que estás, que esplendes, estoy cansado, necesito ser lo simple.
Ha sido tan largo, tan estéril creer en ti y no encontrarte.
No tires de mí aún.
El papel se retuerce carbonizado entre mis dedos.
Mi bella, sólo intento, quiero ser un hombre vulgar.
Quiero vivir el último vestigio que quedaba de mí, mi pequeño cerebro de reptil. Es lo único que me has dejado.
Mi piel... El amor hace cenizas de ella.
No quiero toda esa profundidad, dame un segundo más antes de ser tuyo, un instante de locura humana antes de que seas yo.
Ya no... No hay brutalidad, mi bella, mi supernova.
Sólo quería ser...
Ya no... No sé, mi amor.
Todo arde a mi alrededor y soy fuego. Tu tremendo fulgor es un canto de sirena en lo silencioso y oscuro.
Voy a ti, sin pensar.
Sólo he de impactar en mi bella; nací con ese fin.
Lo que fue hombre arrastra ahora una cola de polvo y gases extraños, vapores de vidas incineradas. De mundos que fueron.
Un espermatozoide estelar en busca del óvulo de la luz...
Cometas nos llaman.
Malditos poetas...
Vuelo a ti, sucumbiré en ti y ya no habrá más hombre, ni más mujer.
Seremos eternos, viajaremos a través de la eternidad.
Crearemos la eternidad.
Siento lástima de aquel bruto, de su corta vida. De su desespero de amarte en un cuerpo insignificante. Arde como el papel y su sangre hierve como la tinta.
Soy vapor y soy polvo. Y soy una masa de eones cristalizados dirección a ti.
No soy nada ya, soy tú. Soy vida en ti y mi carne ya no es.
Somos cuánticos, inexpresables, incalculables.
Hagamos la eternidad, mi bella.
“Revista Cosmos Ciencia.
El telescopio sonda Nexus KL, ha descubierto recientemente el choque de un cometa contra una enana blanca en el espacio profundo de la galaxia en espiral Desideral.
Se estima que la colisión ocurrió hace veinticinco millones de años.
Su luz barre periódicamente los diversos sistemas de asteroides. Y las Flechas de la ira (una zona de grandes agujas de amoníaco congelado). El colosal impacto creó una estrella de una magnitud quince veces superior a la del sol.
Posiblemente es uno de los descubrimientos más lejanos del cosmos.
La eternidad es el único recurso que tiene el cosmos para crearse a si mismo.”
Y para destruirme antes de nacer en ella.
Como un reflejo en sus ojos oscuros.
Abismales.
Iconoclasta
No pueden evitarlo, su propio amor los condena, los cuerpos se retuercen en un magma que funde las almas e incinera todo lo que les es ajeno.
Quisieran morir en ese instante y eternizar el momento, ser supernovas en el espacio devorando la oscuridad, rasgando el manto negro con vanidad, iluminando todo lo oscuro y lanzando susurros de amor al infinito. Seres de fuego en una debacle autodestructiva.
Dos soles colisionando... No puedes mirarlos sin sentirte miserable.
Sin sentirte desgraciado. Poco afortunado.
Pues no son para tanto, esto es una mierda.
Fumas un cigarro y miras a otro lado, lejos de estas letras: esos seres no existen. Es paranoia pura. Antes se ponían hasta el culo de láudano los poetas; ahora aspiran tóxicos cristales que le dan otro decorado a las mismas mentiras.
Literatura cargante.
El amor es sólo una reacción fugaz; el espejismo de un sexo ávido, una sacralización banal y facilona de la cópula.
Todos quieren darse importancia, meterla en caliente con elegancia y exclusividad.
Estoy harto de tonterías.
La tengo dura, nada más.
Toda otra consideración es un delirium tremens de un alcohólico que vomita negro; el hígado podrido.
Nadie ama así, no se puede. No hay cerebros preparados para ese grado de entrega. Ni siquiera hay amor.
No existen los ángeles, somos bestias, y cuando la follo salvajemente no la amo. No la jodo con palabras de ternura. Me clavo a ella queriendo arrancar hasta su último aliento embistiendo su coño divino, bañando su piel con mi saliva espesa. Un peligroso animal.
El amor no es divino aunque los tontos se lo crean; sólo lo que tiene entre sus piernas es lo bendito.
Soy un homínido escribiendo de amor-ficción.
Todo es tan cándido y yo tan asesino...
Me pregunto qué cojones hago en este mundo, en este lugar aséptico donde hasta los aromas son artificiales. Donde se llama amor a la penetración, a las felaciones y a un vientre que se contrae impúdico.
Para joder no necesito palabras bellas, sólo mi rabo duro.
Estoy cansado de tantas flores y fuegos y mares y luces y oscuridad.
Y plumas que se hacen llamas al acercarse al sol.
Y cometas...
Un segundo más mi bella, un instante para ser hombre.
Soy un accidente en medio de todo este planeta plagado de amor.
No adoro a nada ni a nadie.
No hay una música suave acunando mis pensamientos. Es un rugido de tambores de guerra, una voz que clama y no cesa, que escupe gotas de sangre en el micrófono.
Yo no me mezo en una suave melodía, lanzo los puños al aire, y muestro obsceno mi vello púbico acariciándome ante los enamorados ardientes. Pateo el suelo aplastando vida.
Escribiré las crónicas de lo aberrante, de pieles arañadas.
Salmo del no amor nº 5: Lamo su coño de arriba abajo, de izquierda a derecha.
Soy la brutalidad.
Una música atronadora que canta del sexo de las drogas, de adorar al diablo y escupir a dios. Soy las guitarras que hieren los oídos de los melifluos. Soy la voz rasgada de un vocalista borracho.
He clavado la pluma en la pared con cierta ira. Un ira venenosa...
Estrangulo mi pene. Miradlo gangrenarse.
El morado del glande colapsado de sangre es el mismo que el de mi pensamiento. Un oscuro púrpura de fluidos sin retorno.
Todo es polla, todo es coño.
Y todo en mi boca.
El mundo es su vagina desflorada ante mí por sus propios dedos. Obscena, vesánicamente sensual.
Entre sus piernas separadas tiene clavado un cosmos profundo.
Soy un astronauta furioso, ingrávido entre el semen que se me escapa por el puño. Que se congela en el espacio
Me masturbo en las más sórdidos galaxias, regalando vida a planetas muertos. Sin amarlos, sin amar a nada ni a nadie.
Eso soy, una bestia de semen y carne. De deseos pornográficos. Sin un solo ápice de sensibilidad.
Miro tu coño escupiendo a un lado.
No te puedo amar, no entiendo las frecuencias del amor, mi oído es demasiado básico. Primitivo.
No soy nada, sólo un animal.
Lo excelso es una mentira lírica redactada con gracia.
Pero no me río.
¡Si sólo quiero joderte! Metértela hasta que te sientas reventar, que abraces tu vientre en un placer que no puedes retener.
¿Quién quiere el puto amor? ¡Coño!
¡No....!
Por favor...
La tinta hierve.
Piedad...
La pluma se deshace, se derrite clavada aún en la pared. Explota el aire.
Mi bella... Dame un respiro deja que viva como hombre.
Sólo una vez, un instante para recordar lo que una vez fui.
Ya no recuerdo cuanto hace que fui hombre, cuánto tiempo vago buscándote.
Ahora que estás, que esplendes, estoy cansado, necesito ser lo simple.
Ha sido tan largo, tan estéril creer en ti y no encontrarte.
No tires de mí aún.
El papel se retuerce carbonizado entre mis dedos.
Mi bella, sólo intento, quiero ser un hombre vulgar.
Quiero vivir el último vestigio que quedaba de mí, mi pequeño cerebro de reptil. Es lo único que me has dejado.
Mi piel... El amor hace cenizas de ella.
No quiero toda esa profundidad, dame un segundo más antes de ser tuyo, un instante de locura humana antes de que seas yo.
Ya no... No hay brutalidad, mi bella, mi supernova.
Sólo quería ser...
Ya no... No sé, mi amor.
Todo arde a mi alrededor y soy fuego. Tu tremendo fulgor es un canto de sirena en lo silencioso y oscuro.
Voy a ti, sin pensar.
Sólo he de impactar en mi bella; nací con ese fin.
Lo que fue hombre arrastra ahora una cola de polvo y gases extraños, vapores de vidas incineradas. De mundos que fueron.
Un espermatozoide estelar en busca del óvulo de la luz...
Cometas nos llaman.
Malditos poetas...
Vuelo a ti, sucumbiré en ti y ya no habrá más hombre, ni más mujer.
Seremos eternos, viajaremos a través de la eternidad.
Crearemos la eternidad.
Siento lástima de aquel bruto, de su corta vida. De su desespero de amarte en un cuerpo insignificante. Arde como el papel y su sangre hierve como la tinta.
Soy vapor y soy polvo. Y soy una masa de eones cristalizados dirección a ti.
No soy nada ya, soy tú. Soy vida en ti y mi carne ya no es.
Somos cuánticos, inexpresables, incalculables.
Hagamos la eternidad, mi bella.
“Revista Cosmos Ciencia.
El telescopio sonda Nexus KL, ha descubierto recientemente el choque de un cometa contra una enana blanca en el espacio profundo de la galaxia en espiral Desideral.
Se estima que la colisión ocurrió hace veinticinco millones de años.
Su luz barre periódicamente los diversos sistemas de asteroides. Y las Flechas de la ira (una zona de grandes agujas de amoníaco congelado). El colosal impacto creó una estrella de una magnitud quince veces superior a la del sol.
Posiblemente es uno de los descubrimientos más lejanos del cosmos.
La eternidad es el único recurso que tiene el cosmos para crearse a si mismo.”
Y para destruirme antes de nacer en ella.
Como un reflejo en sus ojos oscuros.
Abismales.
Iconoclasta
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