Si creyera en Dios y además fuera devoto, recitaría una jaculatoria desgarradora al Cristo de Tu Sagrado Coño. Si creyera en algo más que en ti, todo sería más fácil. Tendría esperanzas.
Hay cirios rojos derramándose sobre mi pene, mi garganta destrozada por una oración clamada a tu Sagrado Coño. A tu Sagrado Ser.
¡Cristo de Su Sagrado Coño! Yo te canto con la pasión del amor ferviente. Llevo una corona de espinas en mi glande, y sangra como tú sangraste por nosotros.
Ahora sangro yo por ella, un sacrificio a ti. Escucha mi oración: Arrebátasela a él, al otro, al cabrón...
Dámelo a mí: Su Coño, Su Ser.
¡Cristo de Su Coño! Te lo ofrezco todo por ella: mi alma condenada.
Mi sangre derramaré en la cruz que te hizo Dios y mi semen a tus pies. Intercede por mí ante ella. Que se enamore de mí hasta sentirse morir, que me necesite para seguir viviendo como yo intento sobrevivir sin ella.
¡Cristo de Su Coño! Tú que fuiste hombre: necesito follarla cada día, tenerla. Clavarla a mí como a ti te clavó tu Padre en la Cruz.
Tu Padre te concedió el deseo, concédemelo tú a mí.
Sangramos; tú por tus estigmas y yo por mi polla. Es este un deseo tan atroz como insistente el latido en las venas de mi verga. En las arterias que corren por mis brazos.
No es esto un ruego, es un lamento ¡Oh, Cristo de Su Coño! Si nos amas, danos paz, dámelo, otórgamelo: su coño es mío.
Me la he ganado con el dolor de mi alma. Con cada siglo de espera eterna.
¡Oh Cristo de Su Coño! Si tu madre derramó lagrimas, de mi pene gotea cera hirviendo de rojas velas, de roja pasión, de roja sangre, de roja locura. Lágrimas de deseo. Las velas que te ofrendo se deshacen en mi polla: el pago a mi deseo, a mi ruego.
Redímeme de nuevo.
¡Oh Cristo de Su Coño! Súbeme a la cruz contigo y enséñame como sonreír ante el dolor. Es este un canto desgarrador; tienes que oírlo, grito tanto... Súbeme contigo a la cruz y concédeme una eternidad con ella.
Te pido tan poco… No quiero perdonar a nadie; sólo condenarme.
En nombre de mi polla despellajada, Cristo de Su Coño: Que me ame, que me quiera más que a ti, más que a nada en el mundo.
Déjame ser su Cristo verdadero.
Es este un cantar roto de deseo, no dejes que tu hijo sufra más. ¿No ves como la deseo? ¿No ves que es su coño por ti bendecido y por ti creado lo único que pido?
Es esta la saeta del hombre desgarrado. No dejes a tu hijo sin su cruz. Dame la perdición de su coño, como tu padre te concedió la de la cruz.
¡Oh Cristo de locos y enfermos! Soy tu siervo.
Dame consuelo, dámela a ella.
Dame de beber de su coño, como si fuera tu cáliz.
No es esto un cantar, es pura agonía.
Apiádate de mí, condéname al fuego eterno.
En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Su Sagrado Coño…
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