He cargado la pluma con tinta violeta. Dicen que es un púrpura azulado, un azul rojizo. Ambigüedadades cromáticas, imprecisiones que hoy, no importan. Es un color sereno.
Una serena pasión. Lánguida y perezosa, persistente y cálida.
Sonrío sin más, porque estás, porque te siento. Hoy tengo bastante con ello, no deseo devorarte como si viviera mi último día. Busco tu risa feliz.
Y no es por cansancio, es que me apetece dejar la espada y el escudo. Bañarme por los invisibles violetas del sol y que se caliente la piel. Que arda el sol lejano y me irradie de serenidad lumínica. Me he propuesto estar en paz con La Tierra.
Estar en paz en ti.
Rayos invisibles como el color de tu alma clara; violetas serenos como tus ojos observando mi vida con un parpadeo lento, íntimo.
Que se temple el espíritu y la vida se sature de un azul púrpura. Que la sangre corra tranquila por las venas como dulce es la vida cuando me guías.
Cuando ciego llego a ti.
Tinta violeta que he sacado de mis ojos, de mis lágrimas hoy raras, y serenas y felices. Te ungiré con ellas como un sacerdote pagano a la mujer desnuda. Escribiré de la paz y del amor en tu vientre.
Y evocaré tempestades en tu piel como recuerdos, como futuros.
Certezas de que te amaré por siempre.
Son descansos líquidos que gotean de mis labios a tu vientre trémulo.
Premios de la vida a un exceso de lucha, de pasión.
Borrones como violetas sobre tu piel.
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