Hay algo de locura cuando se ríe en la oscuridad.
En la oscuridad se llora, se cierran los ojos para no verla.
La oscuridad emite mensajes primitivos y primigenios de muerte y predación.
¿Por qué sonreímos algunos en la oscuridad?:
¿Una lesión en un lóbulo temporal?
¿Y si es mucho más sencillo?
Tiene que ser más sencillo, menos químico.
Es un problema de párpados, son muy finos. Demasiado pálidos también.
Somos albinos anímicos que no se sienten cómodos con toda esa luz.
Es así de sencillo porque no se puede estar loco y entenderlo todo con esa claridad hiriente.
Es una tara física, aún cerrando los ojos se filtra la luz.
Demasiados sutiles los párpados; no nos dejan escapar de la claridad.
Y dormir con antifaz…
Sería hortera, poco elegante.
Demasiado amanerado como para mantener la dignidad.
Es más digno aceptar la tara genética.
La tara que nos hizo fuertes al disponer de claridad cuando cerrábamos los ojos.
Pero aquellos eran otros tiempos, ahora estamos fuera de lugar.
Es excesiva esta luz en estos tiempos.
Por eso sonreímos en la oscuridad con los ojos muy abiertos. Relajados al poder descansar de esa luz insistente y casi siempre monótona. Hiriente en demasiadas ocasiones.
La oscuridad es fresca, una sala de cine donde nuestras más apasionadas escenas pasan sin que nos dañen los malditos rayos UV del sol.
No son necesarios los colirios.
Por ello sonreímos en cada fotograma aunque sea triste y doloroso.
Eso sí, sonreímos con el matiz requerido, e incluso húmedo cuando una secreción líquida se forma para calmar esa sequedad ocular.
El cuerpo humano es eficaz aunque no queramos.
La oscuridad amortigua y suaviza dolores, penas y alegrías. Nos apacigua y consuela de nosotros mismos.
Tal vez, quien disfruta de unos pesados párpados, quien no se siente torturado por la eterna claridad; jamás llegue a sonreír con valentía ante sus escenas más escabrosas.
No se consolarán jamás de su propia estupidez.
Los que no ven la claridad con los ojos cerrados, sólo lloran y se asustan ante la oscuridad.
Y los cierran fuertemente para no verla. Tienen miedo del lobo…
Y tienen razón, nos asomamos peligrosamente para martirizarlos.
Somos lobos vengativos e indiscriminados.
Vengándonos de esa injusta y eterna luz. Aterrándolos sin ser necesario.
Lobos albinos que no descansamos y despreciamos aquellos que pueden disfrutar de la luz.
Y nosotros no…
Sonreímos en la oscuridad si tenemos la suerte de hallarla.
Iconoclasta
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