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6 de abril de 2011

Errores



Contabilizo errores y no hay final. Contabilizo aciertos; pero éstos se pierden un océano de fracasos.
Es como buscar la polla en el coño de una ballena. Por la magnitud de ese coño cetáceo que es el error. Por lo micróscopico de mi polla ahí dentro: vendría a ser el único acierto.
Cuando el fracaso es todo, no importa la educación ni los buenos modos.
Estoy demasiado dolido de tanto cagarla. No importa si mis expresiones o metáforas desagradan. O degradan.
A mí nome gusta tener la polla tan pequeña y me jodo.
No sé, no me apetece leer un libro de auto-ayuda. No me gustan las supercherías. No me gustan los charlatanes del buen rollo.
Creo que la llaga que me ha salido en el glande es un error que quiere destruir mi único acierto. Aunque el error lo haya cometido a conciencia. Por lo tanto puede que sea un acierto.
A veces puedo ser tan complejo que me siento orgulloso de mi neurona.
La puta no me cobró en exceso y yo me la follé a pesar de que olía a orina, mierda y sangre podrida.
Su coño era pequeño; pero tenía toda la pus que una ballena pudiera almacenar en el suyo.
A veces meo sangre y mis calzones se manchan de un líquido amarillo espeso.
Anda algo mal en mi polla, mi único acierto.
Llega un momento en la vida en el que los errores dan risa.
Me miro la polla y sudo mierda de miedo.
En la Edad Media, una polla así como la mía, era abierta en cuatro partes en toda su longitud como un rábano para sanarla. Se me encogen las pelotas de sólo pensarlo. Yo me muero con ella podrida; pero entera.
Por eso eyaculo con una sonrisa idiota mi semen purulento en las blancas sábanas de mi vecino desde la ventana de mi habitación. Da risa pensar que en la Edad Media no se corría un mal vecino en las sábanas de un buen vecino. ¡Qué tontos!
A veces mi leche lleva gotas de sangre y le da color a la blancura inmaculada de la tela.
La puta infecciosa me cobró intereses como los usureros que se han cruzado en mi vida. Ser un hombre-error no debiera tener cargas fiscales. Solo que esos intereses los elegí yo.
A la puta le daba igual y se dejó follar. Sus tetas estaban llenas de pinchazos porque las venas de sus brazos estaban destruídas y no aceptaban más jacos de heroína. No dejaban de sangrar con cada movimiento.
No me puedo quitar de la nariz el olor de su cuerpo corrupto, de la misma forma que no me puedo sacar los errores del pensamiento.
No sé si es buen augurio, aunque me la pela porque no soy supersticioso; pero cuando descargué mi semen en su coño, ya estaba fría.
Seca como la mojama.
Se murió sin sentir placer alguno, yo creo que sentía incluso asco de que alguien como yo la usara. No es una muerte feliz cuando mueres haciendo de puta. De puta que agoniza con la sangre blanca de tanta heroína.
No fue un error mi infección: me negué a usar un condón con la puta y agónica drogadicta.
No puedo bajar el prepucio para descubrir mi glande sin morderme el labio de dolor. La costra de pus y sangre es un serio handicap para la higiene íntima.
La última vez que se descubrió mi glande, fue cuando la puta con los dientes podridos me la mamó para ponérmela dura. No me dolió, sólo me dio asco. Aún así, empujé en su boca apestosa.
Sería un ser humano, pero ésa estaba podrida de errores e intenté inyectarle los míos.
Los dos estábamos acabados, pero yo era más fuerte, o al menos mi sangre no era horchata de caballo.
Ella lo sabía tan bien como yo sabía que firmaba mi lenta muerte. Todos sabemos que cuanto peor estás, peor te trata la vida. Y así hasta que tu coño o picha se pudre y se cae a pedazos.
Así quedó mi hermana, muerta en un asiento de coche abandonado en un descampado para drogadictos.
Un error... A veces pienso que mientras se la metía, su dopado cerebro tenía breves ataques de claridad y reconocía a su hermano.
Uno de esos errores que ahora me dan risa. Ella necesitaba ayuda, ella pidió que la alojara en casa. Yo le dije que no metía a ninguna colgada en mi morada. Fuera hermana o madre.
No soy un mártir, cuando no tenía ni para tabaco, no me daban ni la colillla.
Cuando fracasé en los estudios, no me dieron un puto trabajo digno.
Cuando mi mujer me puso los cuernos, me pidieron que diera lo poco que ganaba para un hijo que no me quería ni que yo quería.
Errores...
Mierda.
Me tiré a mi hermana para purgarme de ellos. Ella era más desgraciada. Le metía mis errores con cada embestida, apretando las llagas de sus brazos llenos de pinchazos. Golpeando mi vientre contra su pelvis huesuda, sólo cubierta de piel. Ella me inoculaba sin voluntad su inmundicia directamente en la polla.
-¿De verdad no vas a usar condón?
-No... -estuve a punto de llamarla hermanita.
Le mordí un pezón y se lamentó con fuerza, en mis labios quedó el sabor a óxido de la sangre.
No me enteré en que momento murió, aún estaba caliente su seco coño cuando me salía de madre.
Ahora mi sangre es veneno puro, ahora mi polla es una inyección mortal.
He violado a mi ex-mujer con ella. En unos días su fluido vaginal apestará.
No le he dado por culo a mi hijo porque no estaba en casa.
Ha tenido suerte, más que yo.
Ha cometido menos errores que yo a su edad.
Que no se fie.
Y ahora voy a intentar suicidarme en el depósito de agua potable que abastece la ciudad, al fin y al cabo trabajo allí.
Os vais a beber todos mis putos errores.
Y cuando vuestra propia sangre os mate, cuando la infección os haga delirar; reíros de vuestros fallos, porque eso le da a la vida una alegría que antes no conocíamos.
No todos habéis tenido la suerte de follaros a vuestra hermana puta y enferma, pero si podéis, no dejéis de hacerlo.
Libera más presión que un psicólogo idiota.


La imagen es idea y diseño de Aragggón, me quiere demasiado, injustamente.




Iconoclasta

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