Estaremos, seremos, viviremos lo que por derecho nos pertenece.
Somos nuestros ad eternum.
Los labios no hablarán, besaremos la piel adorada y la silenciosa calma drenará las lágrimas acumuladas.
Ya está bien, mi amor, de toda esta espera.
La cuenta atrás comenzó cuando nos reconocimos en un sudor de nuestra piel, cuando unas palabras desatadas se escaparon por entre los labios, arrolladoras: Te amo.
Y todo fue descenso hacia nosotros.
La cuenta atrás apenas tiene ya que contar, se agota.
Vamos cielo, extiende la mano a la mía. Es firme, titánica en su deseo de abarcarte.
Nada puede pararnos.
Me llora el corazón de la emoción. Está empapado de ti.
¿Te das cuenta, mi reina, de que hasta el organismo sabe de lo inevitable de los besos?
Nos someteremos a nosotros mismos.
Lo hemos logrado.
Es hora de llorar alegría.
Ab imo pectore (desde el fondo de mi corazón).
Somos nuestros ad eternum.
Los labios no hablarán, besaremos la piel adorada y la silenciosa calma drenará las lágrimas acumuladas.
Ya está bien, mi amor, de toda esta espera.
La cuenta atrás comenzó cuando nos reconocimos en un sudor de nuestra piel, cuando unas palabras desatadas se escaparon por entre los labios, arrolladoras: Te amo.
Y todo fue descenso hacia nosotros.
La cuenta atrás apenas tiene ya que contar, se agota.
Vamos cielo, extiende la mano a la mía. Es firme, titánica en su deseo de abarcarte.
Nada puede pararnos.
Me llora el corazón de la emoción. Está empapado de ti.
¿Te das cuenta, mi reina, de que hasta el organismo sabe de lo inevitable de los besos?
Nos someteremos a nosotros mismos.
Lo hemos logrado.
Es hora de llorar alegría.
Ab imo pectore (desde el fondo de mi corazón).
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