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17 de febrero de 2009

Al infierno

Os espero en el infierno, porque esto no es cielo, ni siquiera un purgatorio. Esto es sólo un lugar de tránsito donde escupir con rabia mi semen.
Mi semen agrio, mi semen triste, mi semen esclavo.
De la paja a la locura, de un glande sangrante a una boca sin dientes que me la mama con seguridad...
Toda esa basura se viste de amor y las rosas crecen entre mierda y fracasos.
No, no es un buen momento para sonreír. Hoy me conformo con sangrar por el pijo; aunque duela, alivia la presión.
Hoy es el día en el que me la pelo y escupo a este mediocre mundo.
Un vano intento por convertir este planeta engañosamente azul en el infierno donde nos podamos corromper amantes y tarados.
Monstruos fuera de lugar y tiempo.
Resbalar entre sexos viscosos y lamer labios obscenos.
¿Quién quiere belleza aséptica? Miguel Ángel me aburre y los mártires, cuanto más mutilados, más me excitan.
No creo en Dios, pero el dolor...
El dolor es lo real y que ni los cerdos dioses son capaces de disfrazar.
El puro dolor del sexo mordido, demasiado ansiado para ser acariciado; llega directo al vientre y estalla en locura entre dedos crispados.
Hoy con la polla en la mano y gritando a su santo coño, quiero crear el infierno y llevarla conmigo.
Pudrirse en el infierno es mejor que vivir en la mediocridad del no placer, del no dolor.
Hoy me sentía especialmente tierno.


Buen sexo.


Iconoclasta

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