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21 de agosto de 2006

De amor no muero

A lo mejor te has pensado que eres capaz de hacer que muera de amor por ti.

No puede ser, es una vana ilusión; una ilusión mía.

Ojalá muriera en este instante, desangrándome con cada letra, con la pasión que te amo.

Es imposible morir, soy una puta maldición. Soy el Conde de Montecristo encerrado en tu alma y en tu coño.
Desearía que las venas se hincharan hasta reventar y manchar de rojo el papel escribiendo y describiendo que te amo hasta morir.

Pero no...
Tú me fibrilas.
Doscientos, trescientos... ¡Ya!

Y vuelvo a ti.
Me duele tanto pensarte... Es un dolor que creía no soportar; pasa el tiempo, ha pasado. Y cada día me siento más fuerte. Y más fuerte el dolor. Y más fuerte mi ansia y mi pasión que no da tregua a la cordura.


¡Todo eres tú, coño!

Te respiro, me impregnas, me penetras, me ahogas y me das aire con tu boca.

¡Maldigo tu existencia, mala puta!

Pensar en ti acelera mi corazón cuando parece agotado; mi pecho estalla y mis puños se aferran al aire como si fueran tus muñecas tirando de ti, atrayéndote a mí.
Si muerdo mis labios y sangran, es porque son los tuyos. Es mi beso urgente, es tu dulzura innata de la que no eres consciente.

Estoy tan cansado de amarte, de vivir...
Mi corazón se para, parece agotado.
Tus pechos erizados, tus muslos hambrientos, trémulos.

Doscientos, trescientos... ¡Ya!


Y me arrancas de la muerte; otra vez vivo debatiéndome.
Siento ganas de llorar. El mundo fluía tranquilo, antes de que te diera mi alma.
Mi propia vida servida a tu voluntad. No supe ver a la diosa que jugaría con el hombre, que lo trataría como a un igual.
Tu amor es letal en su inocencia.
Es tan puro como la heroína que mata antes del viaje.

Dame un respiro, o quítamelo.
No sé ya que pedirte.
No aguantaré otra descarga, no aguantaré con cordura toda esa presión que de ti viene.
Yo soy un hombre, mi vida, mi diosa.
Y duele toneladas tu amor, tu presencia. Y en la noche cada estrella pulsa con el brillo de tus ojos y en el día es imposible mantener los ojos abiertos, vivo soñándote.
No tengo protección, no tengo fuerza.

Doscientos, trescientos... ¡Ya!
Me fibrilas y como un niño lloro que no quiero volver.
Ten piedad, no te dejes amar. No me ames.
No me arranques de la muerte, no puedo más.

¡Jajajajajaja, jajajajaja!...
Vivir duele, la vida es puro dolor. Amar es puro terror, y ya no puedo más.
Adiós cordura si un día la hubo.

¡Jajajajajaaaa jajajaaaaa, que no pare la fiesta!
¡Boum! Las postas han desparramado mis sesos contra la pared.
Doscientos, trescientos... ¡Ya!
Y tú me fibrilas.

Y otra vez, ¡jajajajajajajaja, jajajajajajaja!
Cómo te amo mi diosa, mis puños aferran el aire y mis labios sangran...
No sabes cuanto te quiero, que precioso es este amor loco y divino.
Inmortal...

Iconoclasta

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