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3 de septiembre de 2005

Muertes súbitas (embrión de Vidafaro)



Me gustaría que todo fuera mucho más espontáneo, más sorprendente. Si he de morir que no sea de forma dramática y teatral, yo lo que quiero es andar por la calle y que mi cuerpo se derrumbe, que mi mente deje de existir. Sin tiempo a fibrilaciones y reanimaciones. Dejar de existir sin tener tiempo a darse cuenta que uno muere.
Pasear por la calle y ver seres que se desmadejan muertos.


- ¡Mira!. Otro al que se le han acabado las pilas.

Sería entretenido los primeros días salir a la calle y encontrarse con estas sorpresas, o ser causa de la sorpresa.

¿Y qué mas da?. Apostaríamos sobre el próximo muerto, ¿quién caerá sin vida como un pelele, como un fantoche?

Un servicio de recogida de animales muertos trabajando continuamente, hombres con chaleco naranja fosforescente que igual pueden caer desmadejados. Pero le darían un poco de color a la muerte.

Estar pendiente cuando tomas un refresco en una terraza y ver sin pena ni dolor la muerte de otro ser, algo natural, algo cotidiano. A lo mejor soy yo el que se muere masticando unas patatas sentado allí.
No importa, no soy demasiado cobarde; seguramente porque no tengo una mierda. Tal vez los millonarios se preocuparían más por ello. Que se jodan.


Estar follando con la duda continúa de si llegarás al orgasmo, si tu pareja morirá en tus brazos, o al revés. Follaríamos al límite, con la pasión de los condenados a muerte con fecha no declarada.

- ¡Córrete antes de morir, mi vida!. Y quiéreme, que sepamos que nos amamos; antes de morir, mi vida.

Morir en el intento sería incluso romántico.
(Es que la mente imagina cosas a pesar del dolor y uno debe escribir, no creaís que gusta esto).

Estar abrazado a tu hijo y que se te muera en los brazos. Yo me arranco el corazón.
Creo que no sería bueno.

¿Cómo actuaríamos? Las envidias y los egoísmos caerían en picado evolucionando hacia una práctica puesta en marcha de las emociones más gratas. El amor en su forma práctica, la búsqueda de placer mientras aún se está vivo. Morir amando, morir sonriendo, o morir sin miedo.

Sería difícil pensar en cosas banales, deberíamos darnos prisa en vivir, sin pensar en joder en los demás, sin pensar en ayudar demasiado a otros porque nos moriremos en cualquier momento.

La cotidianidad de la muerte cruel y sorpresiva forjaría nuestras mentes y nos convertiría en unos guerreros sin miedo a nada; en busca de amores y sonrisas. Combativos con el dolor y la estupidez.
Sin ningún temor más que al incumplimiento de los deseos.

Y así, tras esta reflexión nació Vidafaro (un relato simple), es tan sólo una curiosidad, no es importante. Pero; ¿se trata de contar cosas, verdad?.
Buen sexo.



Iconoclasta


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