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30 de agosto de 2005

Morir un rato

Es tentador a veces dejarse morir un rato.
Sólo un momento.
Sólo unas horas.
Cuerpo inerte y el cerebro muerto.
Sin conexión.
Sin dolor.
Sin cansancio.

Quiero morir unos momentos, dulce y suavemente.
Nada espectacular; que nadie se entere.
No es popular la muerte, no es popular a veces la puta vida.
Un segmento de médula espinal interrumpida y un clic que desconecta.
Un vuelo a la pegajosa oscuridad. A la refrescante nada.
Este calor en el cuerpo que molesta y
demuestra que la vida sigue.
Una muerte breve para salir del negro abismo del agobio.

No puede hacer daño.

Un lánguido pene desfallecido que se apoya muerto en el vientre, recibiendo el frescor de la muerte.
Los pulmones descansando y el corazón quieto, muy quieto.
Pobre y cansado corazón
¿No te gustaría morir un rato y así descansar?

Acariciar la aterciopelada soledad y olvidar mi negra alma.
Ser abono para plantas y formar parte de ellas.
Ser nada para ser libre.
No tener que escoger porque todo es sencillo en la muerte.
Nada que hacer.

Morir un rato...
No puede hacer daño.

Iconoclasta

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