Hay repentinas ternuras que estremecen las emociones y te hacen perder un par de latidos del corazón.
Con las que ya no puedes teorizar sobre la existencia de los sentimientos en los animales no humanos.
Y eso me lleva a pensar en la angustiosa y peligrosa inocencia que los desprotege tanto de los animales humanos. La inocencia es lo que realmente los define como no humanos.
¿Cómo no contagiarse de ellos repentinamente?
¿Cómo no sentirme de pronto un cabrón?
Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.