(Un puto drama)
Nunca entenderé el sentimiento de esos muchos palurdos que se sienten ofendidos cuando se les llama hijos de puta.
Se ponen histéricos porque padecen la demencia de que su madre es la más put... ¡pura! del planeta.
No entiendo cómo algo tan extendido y frecuente hasta el adocenamiento puede causar ese desasosiego e histrionismo del honor y el amor de madre en el palurdo hijoputa susceptible.
Mi abuela materna era puta en Barcelona y fumo igual, como fumaba a los doce años cuando aún no sabía lo guarra que era.
Cuando a los trece me enteré por una conversación jugosa, morbosa y acalorada entre madre y padre; más que sentir rechazo o angustia, me comía la curiosidad por saber cuánto cobraba para pedirle a mi padre una paga adecuada a mis necesidades.
Me estaba saliendo una gran mata de pelo en los huevos y tenía ciertas urgencias; las habituales en todo macho en evolución.
Quiero decir, que lo mismo hubiera ocurrido en mi percepción de la vida si la puta hubiera sido mi madre: nada. No hubiera cambiado por ello mi marca de tabaco habitual.
La primera muestra de inmadurez mental e ingenuidad es hacer de la propia madre una virgen maría, como aquella de la mitología cristiana.
Como si se les cerrara el coño tras haber parido.
Estos hijoputas susceptibles...
Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.


